miércoles, 6 de marzo de 2013

MI FE (continuación... 3ª)





             
             Terminaba mi exposición anterior hablando de la necesidad de ir explicitando y fundamentando –racional y transcendentalmente- los aspectos que adornan mi FE según el escritor anterior. Opino que con lo dicho hasta ahora sobre mi FE queda claro que no es aceptar que existe un Dios Todopoderoso, que envía a “¿su hijo?” a la cruz para redimir a la humanidad… -¿no será esto de “la redención” un resto de la mentalidad religiosa humana que exigía la sangre para satisfacer a los dioses? Allá por el Neolítico. Es patente que la institución católica todavía permanece en aquella época en muchos aspectos, y en su actitud global-.
           
             La fe como actitud vital de los hombres es una invariante humana. Aquellos que se autodenominan no creyentes, confundiendo la fe con la creencia, entiendo, –algo normalísimo-, también tienen fe. Lo que varía es el fundamento de la misma, el “objeto” en el que dicha fe se apoya. En este sentido se podría distinguir la fe que tiene como objeto o fundamento las preocupaciones inmediatas de esta existencia (dinero, deportes, política, ciencia, arte…) y aquella cuyo fundamento u objeto son las “preocupaciones últimas” (Tillich). En este segundo caso tendríamos una fe religiosa. No es necesario decir que la fe religiosa no necesariamente ha de tener como meta y “objeto” un Ser personal y transcendente, llamado dios, o múltiples Seres o dioses. Ésta es solamente una forma de religiosidad, tan antigua como la existencia del hombre quizás.

            Mi FE es religiosa, aparte de todas las actuaciones de fe que, como ser humano, tengo en la vida que no están apoyadas en las cuestiones últimas, la FE de la que estoy hablando y de la que estoy dando testimonio por escrito es religiosa y dentro de su religiosidad, la siento cristiana. Me veo en la estela de “el Cristo”. Personalmente prefiero utilizar el término Misterio para referirme a lo que normalmente se llama Dios. Entiendo que ambos sombres son un icono de lo Real, pero en el caso de Dios está muy contaminado por la objetivación que hemos hecho de él a lo largo de los milenios. 

            Mas esta afirmación exige un cierto desarrollo.

            ¿Qué entendemos, o podemos entender, hoy por religión?       

Hay personas que con muchos o pocos motivos huyen espantadas de todo lo que huele o pueda oler a religión, hay otras para quienes la religión da el sentido a su existencia… Por ello se ha de considerar qué digo al afirmar que mi FE es religiosa, o sea, qué entiendo por religión.

Es un término muy recurrido desde hace mucho y con pluralidad de significados –su sociología, su universalidad, hoy en muchas partes sus aspectos civiles-. Dando por supuesto que el origen de la palabra pueda proceder de varios términos: religare, religere, reeligere, procedo a un análisis algo más detallado, siguiendo a los expertos en esta materia.

            La religión como compromiso no racional

Esta acepción significa para todos y en especial para los teólogos que la religión se ocupa de aspectos válidos, pero no racionales, como fe, gracia, transcendencia, el satori… Para los positivistas no puede ser un conocimiento válido, podría tener un “significado” emocional, impulsivo pero no se trataría un conocimiento verdadero al no ser racional. Ya se ha dicho en el artículo primero sobre la FE que la racionalidad no puede alcanzar lo transcendente porque es trans-racional. Pero, a lo largo de la historia podemos comprobar que la fe no ha sido una actitud trans-racional, sino pre-racional, infantiloide, entendiéndola como un abandono total de lo racional (y muchas veces de lo razonable) para la inmensa mayoría. Sin embargo, ya en los orígenes de la humanidad investigadores del mundo de la consciencia, como Gesber, Smith…reconocen la presencia de personas que transcienden la racionalidad, sobre todo los chamanes. Y hay que tener en  cuenta que lo trans-racional asume lo racional, ni lo niega en su totalidad, ni lo destruye, sino que lo integra, como la carne humana, por ejemplo, integra el carbono haciéndolo carne sin que deje de ser carbono. No es un tizón, pero es carbono.   

Es la visión que se refleja en el común de las gentes: “La religión no es racional, pertenece a la esfera de la creencia, o de lo que vulgarmente se llama fe (identificando fe y creencia, cosa que como veremos más adelante es un error.)” Para la gente normal, de la calle, los dioses míticos de los “antiguos” serían algo religioso, pero no lo sería los conocimientos científicos actuales. Y sin embargo…

Según este uso, le religión no se realiza en todos los niveles de la conciencia humana, sino sólo en los que no son racionales. Y normalmente los racionales son los niveles que se aprecian como los más elevados a los que puede llegar el ser humano. La religión, por consiguiente, sería una actitud humana que tendría que ser superada.

Pero, eso de que los niveles más elevados de la conciencia humana sean los racionales está como mínimo en cuestión. Las experiencias místicas, las experiencias cumbres de conciencia, la trans-racionalidad, los principios fundamentales de la filosofía perenne… están siendo estudiados muy seriamente, y sus logros no pueden ser echados en saco roto, más bien todo lo contrario, apuntan a una clara superación de la racionalidad. Como lo hace la psicología gestáltica, y el pensamiento de Heidegger y Nietzsche en buena medida, y no digamos los místicos de toda época (“…Que quedéme no sabiendo/toda sciencia transcendiendo”).

Nuestra cultura occidental es deudora, ya por mucho tiempo, del principio de racionalidad cartesiano: “Cogito ergo sum”. Posiblemente R. Descartes expresó el error más básico, aunque lo adoren millones de racionalistas, al identificar el Ser con el pensamiento (reduciéndolo). El Ser también es la Vida, es la Conciencia y ésta va mucho más allá que el pensamiento, ¿Dónde si no queda el amor, la alegría, la ilusión, el gozo, la tristeza, la ira…?

Por descontado que la racionalidad es un gran logro conseguido por la raza humana, que ha tenido que evolucionar muchos cientos de milenios desde la primera etapa de conciencia, a la que podríamos llamar arcaica o pleromática, para conseguir la etapa racional, pero ésta no es la meta, no es el Punto Omega. La humanidad ha de transcender la racionalidad para auparse hasta esas nuevas etapas, sutiles o causales, a esos niveles transpersonales que las conciencias más evolucionadas (los místicos) de la Historia ya han conseguido. 
   
Muy unida a esta visión está la del uso de la palabra y del concepto religión como una regresión a las actitudes infantiles y pre-racionales. Está esta visión muy de moda hoy, sobre todo con la visión del mundo que dejó Freud, quien no admitió, influido por el clima cultural de su época, que la consciencia humana pudiera ascender a más de nos niveles: el material y el psíquico-racional. En este sentido se ha de considerar que la religión no es una actitud racional, pero tampoco pre-racional, sino trans-racional, supone no una regresión a las actitudes de la infancia, sino una transcendencia de la racionalidad que es asumida y negada (en parte) a la vez, como afirma Hegel.

La religión como compromiso en extremo significativo e integrador

Según este uso, la religión es una actividad funcional particular, no es que sea racional o no racional, sino que actúa en cualquier nivel de conciencia tanto racional como no, y dicha actividad consiste en buscar significado, integración…

Este uso, que es frecuente, refleja la búsqueda de lo que Wilber llama maná en cada nivel, la búsqueda del significado… Cada estado de conciencia –el pleromático, el mágico, el mítico, el racional, la visión lógica (¿insight?), el sutil…- exige una permanencia en sí mismo, una continuidad y para ello necesita alimentarse, y lo hace comiendo de todo aquello que aumente su poder, su fuerza, su eros. Así una persona que esté en el segundo grado de conciencia, o estado mágico, p.e. un practicante del vudú, se alimentará de toda práctica, ceremonia, conversación… que le signifique a él un aumento de su magia, sea real dicho aumento, o no. Pero, también un científico, que está en el nivel racional, se alimentará de todo conocimiento, experimento… que le sirva para alimentar su estado de racionalidad pura. En ambos casos encontramos un compromiso humano con la realidad que da más cohesión y significado a la actitud propia, al estado de conciencia en que se halla cada persona. Para el primero la magia y para el segundo la ciencia tienen un carácter religioso. De hecho afirmamos en nuestra forma coloquial frases como la siguiente: “la ciencia es para él su religión” “su verdadera religión es el dinero”

La religión como proyecto de inmortalidad

La idea, que en esta frase se contiene, es que la religión consiste, en lo fundamental, en una creencia anhelante, defensiva, compensatoria, creada para mitigar la inseguridad/angustia, creada en la conciencia del ser cuando se hace consciente de que su muerte es un hecho inevitable. En el fondo, muchísimas personas buscan en la religión el rechazo de la muerte. La creencia en dicha inmortalidad, bien sea porque se crea que el alma no muere, bien porque se espere la resurrección de los muertos, o la reencarnación, o cualquier otra forma de supervivencia, es una constante del fenómeno religioso tal como lo conocemos y lo experimentamos en nosotros mismos. Nuestra conciencia, esté en el nivel en que esté, necesita defenderse de la angustia que produce la muerte cierta, y utiliza la religión como defensa contra ella.

Quizás tengamos que meditar un poco sobre el asunto y darnos cuenta que realmente no somos inmortales, meditar un poco y aceptar el hecho de nuestra mortalidad. Algo que no se opone en absoluto a otra verdad incuestionable, y que han conocido en su profunda experiencia los grandes místicos: “Nuestro ego es mortal, nuestro YO es eterno, no conoce ni el nacimiento, ni la muerte.”

Los cristianos deberíamos vivir la resurrección no como un proyecto de inmortalidad, sino, como dice nuestro amigo Panikkar, como Misterio de eternidad de cada momento y en cada momento. AHORA 
  
Los cuatro significados de la religión que a continuación se exponen, creo, que son de una gran importancia a la hora de calibrar nuestra actitud religiosa y ver en cuál de ellas estamos de cara a nosotros mismos, teniendo en cuenta que (el) Ser (=Dios) es “intimior intimo meo”. Y que la expresión de fe ha de ser la apropiada a dicha actitud, de lo contrario sería una máscara falsa. En donde ha de estar la meta es en el ascenso de consciencia, la expresión de fe será consecuencia.
           
Religión exotérica

Se suele llamar religión exotérica, (del griego exóteros= exterior) a todos los aspectos exteriores y preparatorios de la práctica religiosa. Suele ser un sistema de creencias utilizado para apoyar la fe. No es una religión inútil, si coexiste con la dimensión esotérica, pero, sin esta es puro teatro. En el aspecto exotérico se ha de incluir todas las doctrinas y rituales que constituyen al armazón de una religión institucionalizada.

Si alguna religión carece por completo de una dimensión esotérica, entonces se la conoce como exotérica.

Religión esotérica

Se llama religión esotérica (del griego esóteros= interior) a todos los aspectos superiores, interiores y más avanzados de la práctica religiosa, cuya meta es la transformación de la conciencia y en última instancia la experiencia de Unión, de Identidad Absoluta, la experiencia mística, que no tiene nada que ver con el éxtasis. El éxtasis acompaña muchas veces a estas experiencias, pero no hay una relación de identidad, ni siquiera de igualdad. Puede darse un éxtasis sin experiencia mística, sino por razones muy diversas, desde el uso de drogas, hasta una situación extrema en la vida; y puede darse, de hecho se da, la experiencia mística sin éxtasis alguno. En nuestra cultura urbana hay una cierta identificación que es totalmente falsa.

Religión legítima y religión auténtica

Me voy a permitir recordar en estos momentos una pequeña anécdota personal. Formaba yo una tarde parte de una mesa que presentaba un libro de carácter “religioso” (versaba sobre el cristianismo oficial.) En el turno de preguntas y respuestas un señor que asistía al acto se dirigió a mí para interpelarme: “¿Puede usted decirme cuál es la religión verdadera? Porque de sus palabras se puede deducir que lo son todas.  

No viene a cuento la respuesta que le di, pero esta frase nos sirve para introducir el problema de la religión verdadera, algo que desde pequeño viene sonando en nuestros oídos con machacona insistencia, porque la iglesia institucional ha hecho causa beligerante de la que ella llama “verdadera” sin tener en cuenta las diversas acepciones de la palabra religión, ni la validez de la diversas experiencias religiosas que ha tenido la Humanidad.

Lo primero que hemos de tener en cuenta es la misma palabra verdadera. Religión verdadera sería en todo caso la que estuviera fundamentada en la verdad. Sería muy pretencioso y vano de nuestra parte afirmar que la verdad está aquí y no allá, y por otra parte sería absurdo, infantil, irracional negar la verdad o autenticidad de las experiencias religiosas de todos los hombres que no profesen la misma religión exotérica que nosotros (el Espíritu sopla cuándo y dónde quiere). Negar la autenticidad de las experiencias de Buda, Lao-Tse, Mahoma, sólo por poner algunos ejemplos, es sencillamente estúpido. Por ello creo que hay que comenzar precisando bien los conceptos. A parte de la falta de respeto que esta actitud conlleva para con todas las otras religiones.

Y lo segundo es el mismo concepto de verdad. Según la filosofía escolástica verdad es la adecuación entre la mente que conoce y el objeto conocido. Si acudimos a lo que se piensa por la mayoría de las personas sobre qué es la verdad, nos daremos cuenta que se trata de una realidad representacional, pues todo el mundo piensa que la verdad es una especie de plano de “algo”, plano que llevamos en la cabeza, cuanto más preciso sea el plano, o sea, cuanto más responda a ese “algo” más verdad es. En ambos casos estamos viendo que la verdad está exigiendo un dualismo: sujeto que representa frente a objeto representado.

Precisamente la religión, al menos en su acepción esotérica, es un intento de superar este dualismo, si nos fiamos de los místicos, que son quienes más profundamente han vivido la religiosidad. Por ello, llamar a una religión verdadera sería algo ¡contradictorio!

Por lo dicho, entiendo que es más preciso y correcto hablar de religión legítima y de religión válida.

Religión legítima

Es la que valida principalmente la traslación, o sea, el movimiento, el cambio, que se produce en la conciencia sin cambiar su nivel de evolución. Esto requiere una pequeña aclaración. La evolución de la conciencia es un hecho, aunque no suficientemente reconocido entre los hombres. Una conciencia racional es muy superior a una mágica. Ya he repetido hasta la saciedad en este blog que hay diversos niveles de con(s)ciencia. Buena parte de la humanidad ha llegado al racional discursivo, u operacional formal como lo llama Piaget. Pero quedan nuevas etapas de consciencia por encima: la sutil, la causal, la no-dual… - lo sabemos mirando a los místicos-. No estamos al final de la evolución, sino en el camino evolutivo. Es más, gran parte de la humanidad permanece en niveles inferiores al racional, sobre todo en el mágico y el mítico (con los que como he dicho se confunde frecuentemente la fe). Cuando algo es descubierto por la razón, la FE se engrandece porque la consciencia amplía su abrazo, pero la fe-creencia se desmorona porque se ha quedado atada a lo exotérico, al ídolo al que va destruyendo la razón, la ciencia.

Esta traslación, que es permanecer en el mismo nivel, (que es como cambiar los muebles dentro del mismo piso, no cambiarlos a un piso más alto), la hace proporcionando, dicen los estudiosos del tema, un buen maná y ayudando a evitar el tabú, proporcionando significado y símbolos de inmortalidad.

La religión legítima no sale de una escala horizontal de consciencia. El grado de legitimidad se refiere al grado relativo de integración en el grupo que la profesa (“los creyentes”, “la comunidad”), valor-significado, buen maná, facilidad de funcionamiento, evitación del tabú. “Más legítimo” significa más integrativo-significativo dentro de ese nivel. Por descontado que esta religión tiene muchas bondades, pero… se estanca en el camino. ¿Hay que abandonar la comunidad? No, pero sí ir más allá de la misma. Los cristianos podemos mirar a los místicos fundadores y sus actitudes con respecto a la comunidad: Amor y transcendencia.

Cuando el maná y los símbolos de inmortalidad predominantes cesan, se produce la crisis de legitimidad. Esto puede suceder en los niveles inferiores de la religión mítico-exotérica (por ejemplo, las encíclicas del Papa, basadas como están en nociones biológicas aristotélico-tomistas, superadas desde hace mucho tiempo, han perdido legitimidad para mucha gente) y similar en otros niveles, p.e. el paradigma newtoniano, mecanicista.

Es la religión de la que normalmente se habla en muchos tratados de teología, en las homilías, encíclicas. Es la religión asumida como compromiso, como proyecto de inmortalidad, la que responde a las ansias que tenemos de no morir, de asegurarnos una vida eterna (inmortal), cuando somos formas mortales, es la religión exotérica…

Cuando la religión en cuestión deja de proporcionar significado, integración o símbolos de inmortalidad, surge la llamada crisis de fe (que a muchos asusta. A mí me asustó), pero, sólo se trata de una fe legítima, no auténtica.

Religión auténtica

Es la que valida principalmente la transformación de un nivel-dimensión particular. Esto es, la que exige con una actitud verdaderamente esotérica el ascenso a un nivel de consciencia superior al que se tiene. Normalmente estamos entre los niveles 3 ó 4 (mítico o racional) según el desarrollo personal de la conciencia.

Una crisis de autenticidad, como he dicho, ocurre cuando una visión del mundo (o lo que es lo mismo, una religión) prevaleciente se enfrenta con una visión de un nivel superior, que empieza a emerger y gana legitimidad por sí misma. La nueva visión del mundo encarna un poder transformativo nuevo y superior que se enfrenta a la vieja visión. Y ello exige la transformación en la conciencia.

(En buena medida me ha pasado en los últimos quince años).

Corolario: El “grado de autenticidad” se refiere al grado relativo de transformación real expresado por una religión dada. Ésta es una escala vertical: “más auténtica” significa más capacitada para llegar a un nivel superior.- (Cada uno, como cada místico, o cada experto indicará cuál es su nivel superior). Por supuesto que cada persona está en un nivel determinado de consciencia y su fe ha de responder a ese nivel. La autenticidad no está en imponer un cambio de fe-doctrina, sino en una ayuda al ascenso de la consciencia a niveles superiores. Por eso se ha de respetar la fe, o no fe, de cada uno.

Yo sitúo mi FE en una actitud religiosa que me impulsa a ascender en la escala evolutiva de mi consciencia hacia el CRISTO= MISTERIO (pánta anakefalayósein en to Xristó). Pero esto es un hecho, sólo hace falta caer en la cuenta de que es así.
          
           Pero, a estas alturas ¿qué estoy significando con la palabra FE?


José A. Carmona
carmonabrea@yahoo.es

No hay comentarios: