jueves, 4 de junio de 2015

CRISTIANISMO Y COMPROMISO POLÍTICO-SOCIAL



Se está removiendo, en los últimos días, el clima con artículos y referencias a los resultados del la elecciones del 24 de mayo pasado. Quiero aportar mi grano de arena a tan vibrante asunto y lo quiero hacer sin prestarme a exaltaciones o denigraciones improcedentes. Aunque, dicho sea de paso, he sentido alegría con los resultados, hay que esperar, hay que darle tiempo a los elegidos en las urnas para optar por los caminos a seguir, como sabiamente dice Juan de la Fuente. Y luego analizar la deriva que vayan cogiendo. Pero no voy a esto.

Entiendo que la cristianía, que la fe cristiana ha de impregnar toda nuestra vida. Ha de ser como la humedad del agua (donde quiera toca el agua deje un rastro de humedad). La impresión (de imprimir) cristiana es característica del cristiano, que lo ha de ser en todo y para todo y la visión de la transcendencia ha de sobrevolar todas las acciones de este mundo, porque mi reino no es de este mundo pero está dentro de vosotros (Lc 17, 20...).

Cuenta K. G. Dürckheim: Había una vez un abad que salía a dar vueltas al monasterio de vez en cuando. Un día le sale al paso el cocinero que le dice: “Maestro, yo soy comunista, por consiguiente pienso en los demás y, cuando cocino, pienso en los monjes y les preparo buenos alimentos...” Otro día se arma de valor y le pregunta: “Maestro, ¿En qué o en quién piensa usted todo el día?” “Sólo pienso en mí mismo” responde el abad. El cocinero se alejó espantado. ¿No son egoístas las personas que meditan y se adentran en el camino interior, en el camino iniciático? Hay un mal entendido, el místico y por lo mismo el cristiano no se adentra en su yo existencial sino que busca anclarse en el Ser, en el Misterio, en Dios, lo cual exige que se trabaje sobre el inconsciente, sobre sí mismo, no sobre los demás y esto con el fin de abrirse a la Realidad Transcendente que es el Amor Universal, que es Apertura y Claridad Total. Y desde esa raíz ha de partir su compromiso para con los demás.

Y desde este enraizamiento en el Ser la acción del cristiano es fecunda y puede comunicar la vida que recibe, de lo contrario solo aportaría a los demás su propia miseria. El trabajo sobre sí mismo y la meditación lo que hacen precisamente es liberar del ombliguismo, hace estallar el egocentrismo y liberan la Luz y la entrega a los demás. Por supuesto que no se puede confundir el cristianismo con la militancia social. Ciertamente éste es una parte muy importante del cristianismo, es una hermosa rama del Árbol total, pero los ámbitos en los que se puede volcar la savia recogida en la meditación y en los actos litúrgicos, en los sacramentos... puede tener y tiene de hecho muchas más facetas. Sólo el contacto con nuestra interioridad y el nacimiento del hombre nuevo en nosotros cambia radicalmente nuestra relación con el universo y con los demás.

Si no construimos lo social a partir de los encuentros con el Ser, con el Misterio, seremos semejantes, como dice Jesús al que construyó su casa sobre arena y vinieron las lluvias, los vientos y los temporales y la arrasaron (Mt 7,24...).

Se trata del hombre nuevo. El nacido del Misterio. La visión del hombre nuevo nos habla del hombre esencial, del “yo esencial” que transciende penetrándolo el “yo existencial” que se fundamenta en la ética y en la razón, sus obras pertenecen a la historia y en ella permanecen y duran más o menos hasta que son sustituidas por otras. Lo más pueden durar como restos arqueológicos, mas no como Vida permanente que engendra Vida.

Lo que han de ser los iniciados, los cristianos la levadura de la masa, es la Luz del camino para que todos puedan avanzar. Sería totalmente ridículo pensar que el que se haya en el camino interior no tiene responsabilidad cara a los demás, sobre todo frente a los pobres. La vida espiritual no llena los estómagos vacíos, ni alimenta de conocimientos las mentes, sino que conducen a una fuente muy distinta que está por encima de toda ética, a la vez que la supone. El cristiano ha de vivir, ha de ser y no ha de estar, como Jesús: hecho uno de nosostros.

Siempre me ha preocupado saber por qué Cristo no se definió políticamente, aún estando sometido el pueblo judío al romano. Muy probablemente si hubiera intentado desarrollar la idea de una reforma política de Israel, eso hubiera valido para unos años, quizás decenas de años ¿y después...? En cambio, el mensaje que nos dejó es válido en cualquier situación y tiempo. ¿Qué queda de las revoluciones y de las guerras? Monumentos y puede que algún cambio superficial en la vida de los hombres. Por el contrario, el mensaje de Cristo, como el de Lao-tse, el de Buda no pueden desaparecer. La verdadera sabiduría, asentada en el Ser, es universal y no pasa porque es la expresión del misterio en lenguaje humano.

Las revoluciones y los cambios políticos, fundamentados en una base ética, son necesarios en la vida temporal, pero hemos de ser conscientes de sus tremendas limitaciones. Duran lo que duran y son sustituidos por otros cambios políticos. A veces sirven para paliar las miserias material y psicológicas, pero necesitan nutrirse no de la ética, sino de algo mucho más allá, del Misterio para que tengan validez universal y permanente.



José A. Carmona

viernes, 13 de marzo de 2015

VIDA Y MUERTE (EROS - THANATOS). EL PROYECTO ATMAN


PRIMERA PARTE

La tensión dialéctica y existencial, Vida – Muerte, es la más importante de nuestra existencia, de ahí que la preocupación por el sentido de la dicha existencia (la religión) sea la única preocupación que merezca la pena en nuestra vida. Todo lo demás estará en función de la preocupación del sentido último. Incluso quienes quisieron renunciar explícitamente a la religión propugnándose ateos, no renunciaron en verdad, sino que buscaron el sentido de la existencia por otros medios y en otras realidades que las de los no ateos.

Pretendo, apoyado en los pensadores que han elaborado una visión transpersonal del desarrollo humano, reflexionar sobre dicha tensión. Pero, antes de introducirme en ello quiero anotar algo sobre mi visión de la antropología.

No es necesario advertir que mi visión antropológica también esta fundada en unos pensadores de muy alto nivel tanto intelectual como religioso, verdaderos sabios-místicos.
La imagen del hombre de esta antropología rompe las estructuras habituales del pensamiento, lo despoja de todas las seguridades exteriores y lo presenta desde la experiencia personal y auténtica de lo más íntimo de su vida. Lo presenta como Persona. Es una visión que se inclina hacia el hombre que sufre, que se alegra, que busca el placer, la felicidad, que busca el sentido de su vida. Es un hombre consciente de sí mismo. El hombre interior que sufre por no ser lo que él mismo es en realidad, por no haber desarrollado su “yo-YO”. Su Yo esencial que no es el pequeño yo preocupado por el poder, el dinero, la seguridad...No es su yo existencial que es el que sale de su egoísmo y se dedica a una causa noble, a hacer el bien a los demás, a la acción social (algo encomiable, pero insuficiente, salvo que el compromiso sea el resultado de haber pasado antes por el yo esencial)... El Yo esencial es el núcleo con el que el hombre participa en la realidad sobrenatural del Espíritu divino. Es lo absoluto que hay en el hombre, la fuente de su verdadera libertad de persona...

Teniendo esto en cuenta, paso a reflexionar sobre la tensión existencial mencionada y cómo esta tensión va tomando diversas formas y aspectos a lo largo del desarrollo de la vida. Anima naturaliter christiana, decía Tertuliano, y comenta Rahner a este respecto: “el alma está dotada desde el origen del conocimiento de Dios y lo que Dios imparte de ese modo puede hallarse, a lo sumo, ensombrecido pero no anulado”.

En este misma línea abundan los textos sagrados del budismo, judaísmo... En definitiva es una afirmación, contenida en la principales religiones del mundo de una forma u otra, de que todo el desarrollo del hombre (y el del universo) se encamina hacia el Espíritu, hacia la Realidad Última. De que el Espíritu es la finalidad última del ser humano y del cosmos visible.

Pero el alma no solamente se contenta con tener ese material del Espíritu replegado sino que siente el impulso de actualizarlo constantemente. En una palabra, el alma en los distintos procesos de la evolución personal va consiguiendo un mayor acercamiento al Espíritu. Pero ¡ojo! Es solamente acercamiento, no es el Espíritu, no es Dios. El alma aspira la Unidad, pero para alcanzarla recurre a ciertas condiciones que le impiden alcanzarla. Recurre a elementos sustitutorios que son obstáculos para alcanzar lo Divino. En cada uno de los estadios del desarrollo (arcaico, pertenencia, racional...) el alma(nosotros) aspira a la Unidad absoluta pero por medios que de hecho le impiden conseguirla, y que solo le permiten conseguir soluciones provisionales que son gratificaciones sustitutorias. Mas como el alma aspira desde siempre a la Unidad total, a ser una con el Espíritu, debe proseguir su camino hasta ser totalmente el Espíritu y no gozar de un mero símbolo sustitutorio. La finalidad del hombre es el Espíritu, es Dios o la Realidad última, es la Unidad absoluta. Los medios que utiliza para conseguirla son erróneos y le impiden de hecho conseguir dicha unidad, o sean, reprimen dicho impulso. De ahí que lo que se consigan sean gratificaciones sustitutorias (dinero, fama, juego, sexo, triunfo, erudición...).

Naturaleza del proyecto
Sunyata es el término por el que es conocida en Oriente la naturaleza última de la realidad, pero esta palabra que traducimos por vacío en castellano, significa propiamente “sin separación”, sin costuras. Así como los dedos, manos, piernas... del cuerpo forman un solo cuerpo, sin división, así todas las cosas y eventos del universo forma una sola Totalidad, Esencia de la Realidad Única. La palabra vacío y la palabra sunyata resuenan de muy distintas formas en occidente y en oriente. En occidente vacío es la ausencia de ser, en oriente es uno de los nombres divinos (Dios no es objeto ni sujeto, por eso es vacío, pero también porque es la Totalidad inconsútil, la Esencia de la Realidad Única). Totalidad que es según la filosofía perenne la única Realidad. En ningún lugar existe una realidad radicalmente separada, aislada. Ni siquiera Dios.

El hombre como individuo separado (sujeto) frente al mundo (objeto) es una ilusión, pues, y un gran gasto de energías porque es una forma de represión por la que queremos separarnos del la Totalidad, y para ello creamos una frontera ficticia que nos separa del resto. Pero dicha separación no existe más que en nuestra ilusión. Separamos la mano del brazo y a éste del tronco con lo que obtenemos un montón de trozos de carne, huesos... y destrozamos el cuerpo. Destrozamos el cuerpo inconsútil del Universo. Lo mismo si separamos a Dios de la creación... Advirtamos, por tanto, que la sensación de identidad separada (sujeto) que experimentamos la mayor parte de los humanos (muchos místicos no) está asentada sobre un superposición de una frontera ilusoria sobre la Totalidad, a la que de esta manera dividimos en un sujeto versus un (o multitud de) objeto(s).

Las aspiraciones de todos los grandes sabios y místicos de la historia muestran que el anhelo
fundamental de todos los humanos es el descubrimiento de esa Totalidad infinita y eterna, pues toda alma sabe o intuye que su esencia es esa: la Totalidad infinita, el Espíritu. (Eros)

Pero a la vez, esto, a lo que aspira, le aterra. Esa transcendencia de la Totalidad supone necesariamente su muerte, la muerte de la ilusión del ser separado, del sujeto. Si no desaparece el sujeto no puede haber Totalidad. Tiene que desaparecer la falsa ilusión de frontera que separa en dos esa Totalidad, ese Espíritu. Lo cual implica la muerte del sujeto independiente, perspectiva que aterroriza al sujeto. (Thanatos)
De esta manera, el hombre se ve abocado a un dilema radical: lo que más desea, el ascenso hasta el Espíritu, es lo que más teme porque supone la muerte del sujeto, la muerte propia como sujeto independiente. Por esto, deseando la Totalidad se resiste a ella, el impulso que lo lleva hacia el Espíritu se ve reprimido por sus consecuencias. Impulso (Vida, Eros) y represión (Muerte Thanatos), el nudo en el que se encuentra atrapado el ser humano ante la eternidad. Y como no puede negarse a su anhelo pero a la vez no se atreve a seguirlo, busca por caminos sustitutorios unas gratificaciones simbólicas o sustitutorias (todo aquello con lo que queramos satisfacer nuestros deseos más radicales), que son alternativas provisionales, sustitutos de la absorción en la Totalidad.

Continuaremos con las consecuencias de este dilema.


José A. Carmona

viernes, 16 de enero de 2015

ALGO ACERCA DE LOS VALORES



Ya en agosto de 2014 escribí algo sobre el tema de los valores. Ahora respondiendo a una amable invitación, y porque tengo ganas de hacerlo, me propongo ampliar mínimamente aquellas pocas líneas.

Pienso que la mejor manera de conocer lo que queremos decir al utilizar la palabra “valor” es la de contemplar la conducta humana (tanto la de los demás, como la propia) y ver qué es aquello que impulsa a los diferentes hombres y mujeres (y nos impulsa) a perseguir en la vida una cosa u otra. Saber (mejor, conocer) qué es el valor es, en origen, el resultado de la observación tanto exterior como interior. Como sabemos bien, nos encontramos con los más diversos objetos, sentimientos, ideales... que motivan a los humanos. Desde lo más craso y material hasta lo más espiritual y místico. Y a esto que nos motiva lo llamamos “valor”.

De hecho, en la vida cotidiana hemos unido fuertemente el valor a la utilidad, y a la utilidad instrumental. En cualquier comercio se desarrollan estas escenas: “Por favor, póngame ese pollo- ¿Cuánto vale?” Identificamos el precio con el valor y mensuramos el mismo en dinero. “Tantos euros el kilo.”

Poco a poco nuestro pensar se ha empobrecido con nuestro lenguaje y estamos hablando constantemente de mercantilismo al hablar de valores. ¡Hasta las obras de arte se subastan por dinero! ¡Cambiamos todo, porque queremos, por dinero! Estamos reduciendo el valor a lo utilitario, cuando no trastocando los valores y ¡llamando verdad a la mentira! (de tanto repetirla). La palabra falsa, la falsedad, no puede imponerse a la experiencia de los sensatos. El principio de “in medio virtus” es universalmente válido, salvo que queramos el nihilismo y la destrucción total. Pero no, el nihilismo no, la Vida es un Valor.

Mas lo utilitario que es lo instrumentalmente útil, aquello que solo es un medio para conseguir un fin, no posee valor en sí sino en función de aquello que hace posible. Éste es un tipo de valor, inferior y totalmente prescindible; siempre canjeable por otra cosa de la que lo adquiere. En sí mismo no vale nada.

El valor de lo inútil

Sé que la poesía es indispensable, pero no sabría decir para qué” afirma Cocteau. Es muy claro que al referirme a lo inútil estoy hablando de lo in-útil(itario). Hay muchas actividades que nunca calificaríamos de útiles, porque no son medios para otra cosa, sino que tienen valor en sí mismas. Son las inútiles. Me atrevo a afirmar que lo de más valor tiene es aquello que no es útil(itario), aquello que en muchísimas ocasiones no se ve, por ejemplo: jugar, comprender, tolerar, conocer, aprender (no una carrera técnica para emplearla luego), sentir, crear, contemplar... y sobre todo amar.

Todas estas actividades carecen de una finalidad utilitaria, son un valor en sí mismas, tienen un valor intrínseco. En ellas, en las inútiles el medio es el fin y allí donde el medio y el fin se identifican tiene lugar la vivencia de una profunda sensación de plenitud y de sentido. El ser humano solo experimenta una felicidad íntegra y realiza satisfactoriamente sus posibilidades internas en las actividades que no tienen más metas que sí mismas.

Pero, quiero hablar de otra división de los valores

Valor absoluto y valores relativos

Esta división parte de una concepción del mundo que entiendo de lo más acertada: el mundo como conjunto jerárquicamente ordenado de holones (holón ya sabemos, es totalidades dentro de totalidades mayores e inclusivas). En este mundo, que es totalmente real:

El Valor Absoluto, también llamado valor Sustrato es el que tiene cada holón, cada cosa, simplemente por ser manifestación de lo Inmanifiesto, del Absoluto, de Dios, del Espíritu... En este sentido todas las cosas tiene el mismo valor, pues todos comparten la misma Esencia, el Espíritu manifestándose en todos y cada uno de ellos. En esto no hay dualidad mayor valor, menor valor. En cuanto manifestación del Dios no hay más o menos.

El Valor Relativo se subdivide a su vez en intrínseco y extrínseco.

Intrínseco es el que tienen las cosas en sí mismas, extrínseco el que tienen para los demás. El intrínseco depende de la inclusividad y totalidad del holón según el orden que ocupe en la jerarquía de evolución. Por ejemplo, un hombre (holón humano) tiene más valor intrínseco que un vegetal puesto que dentro de sí abarca los sentimientos, la racionalidad, la espiritualidad que no comprende el vegetal. De igual manera lo mundicéntrico (multiculturalismo) tiene un valor intrínseco superior a lo sociocéntrico (monocultural) y no digamos ya que lo egocéntrico. Lo cual no quiere decir que los grados inferiores carezcan de todo valor intrínseco. A los valores intrínsecos los solemos llamar derechos, pues se poseen por ser un totalidad individual: la flor, el perro, el hombre...

Extrínseco es el valor que tienen las cosas para los demás. Por ejemplo para una molécula es totalmente necesario el átomo, pues sin él no existiría, lo mismo para un organismo, la célula (y la molécula y el átomo...), para un hombre, un cuerpo (y la célula, la molécula...). es el valor que tienen las cosas por ser una parte relacionada. Y le llamamos obligaciones, porque estamos inmersos en una red de relaciones que nos obligan a... Todos los holones son totalidades que se hayan en relación y por tanto todos poseen valor intrínseco y extrínseco, derechos y responsabilidades. Graduar la importancia de los mismos depende desde la ideología hasta la apertura de la mente (siempre mejorable) hacia lo que es.


José A. Carmona