lunes, 19 de diciembre de 2011

DE MIS ENCUENTROS LOS LUNES

Ya he comentado, en otra ocasión al menos, que los lunes por la mañana nos reunimos un grupo de amigas y amigos (más mujeres que varones) en el que yo desempeño la función de profesor de lengua española. Intentamos hablar mucho de la vida que vivimos y analizar un poco lo que decimos y cómo lo decimos. Estas fiestas de Navidad, las hemos celebrado lógicamente con un poco de anticipación porque en estos días no nos reuniremos. Hemos celebrado una comida todos juntos, en la que ha participado mi esposa y que ha sido muy agradable, unos regalos divertidos... y unos versos elaborados y escritos por una de las señoras del grupo: Pepi López, una mujer naturalmente dotada para rimar y poner en palabras las emociones. A todos nos ha gustado su poema por su calidez, su ternura y por todo lo que demuestra de quien lo escribe.

Dice así:

Silvia es sabiduría y Daniela la bondad,
Nati es la alegría y Ana fidelidad,
Rafael es cosa seria, ¡de gracia tan locuaz!
Isidoro: la obediencia aprendiendo sin parar,
Lucía tan generosa, siempre dispuesta a dar más,
Antonia es discreción, ejemplo de saber estar.
Ana sabe dar cariño a raudales, por igual.
Gemma es todo amor
con su esfuerzo y su tesón.
Y José Antonio ¿qué es? Todo eso y mucho más,
José Antonio es el PILAR
para apoyarnos todos y querernos mucho más.
¿De mí qué queréis que diga? De mí yo no digo ná,
prefiero que me queráis cada día un poquito más.

Os quiero, Pepi

FELIZ NAVIDAD

viernes, 16 de diciembre de 2011

ALGO SOBRE LA COMPASIÓN Y LA SABIDURÍA

REFLEXIONES SOBRE LA COMPASIÓN REAL O AUTÉNTICA Y SOBRE LA SABIDURÍA QUE SIENDO EL AMOR LO ENGENDRA

(Jesús de Nazaret y el Vedanta Advaita)


El movimiento del 15-M, señal fecunda de la vida que hay en la sociedad, pese a las limitaciones y fallos del mismo, cosa propia de todo lo humano, ha vuelto a poner en primera línea de la conciencia colectiva algo que en Occidente ha olvidado, o casi, la mayoría: cada día hay mucho sufrimiento injusto (¿Hay algún sufrimiento justo? Se ha de pensar en ello) que padecen miles de millones de personas. ¿Qué hacer al respecto?

Me importa mucho la situación del mundo, la situación de la humanidad, los tremendos problemas económicos de la zona capitalista -la tan cacareada crisis producto de la avaricia humana y de la falta de amor-. Me importa muchísimo más la hambruna que padece una gran parte de los pueblos de la tierra a causa de esa misma avaricia de los hombres y del odio entre ellos, las guerras incalificables, la fabricación sistemática de armas, la explosión demográfica incontrolada -el sexo en el ser humano no es mero instrumento de reproducción, es mucho más-, el terrible deterioro medioambiental producto de la ambición del hombre “civilizado”, el poder destructivo que está en manos de unos pocos -y algunos de ellos nada sensatos-, la violencia de todo tipo, la corrupción que campa a sus anchas y nos corroe, la hipocresía y la mentira que hacen gala de carta de ciudadanía, o peor, sobre las que estamos edificando la sociedad, las instituciones religiosas, políticas, deportivas... Una visión realmente aterradora, catastrófica, apocalíptica, mas por desgracia objetiva, ésta del mundo actual y, pese a ello, sigo confiando en el Espíritu, en el Hombre, en el Cristo que somos todos -hasta el dogma católico habla del Cuerpo Místico-, aunque lo ignoremos o lo neguemos. Ante todo esto no puedo permanecer indiferente y busco tomar una actitud fundada en la Sabiduría.

Mis dos principales fuentes de inspiración (in-spiritu: meter dentro al Espíritu, dejarse inundar por él) son una: La Sabiduría, que encuentro fundamentalmente en los Evangelios que me regalan a “el Cristo” en los años que pasó como Jesús en la tierra, y en el Vedanta Advaita- el final de los Vedas-, sabiduría -no mera doctrina- milenaria de la no-dualidad.

El Cristo: Misterio de Amor que se nos manifestó de forma especial, no única, durante unos años en aquel individuo histórico llamado Jesús. La visión que tenía Jesús en el tiempo, el Cristo fuera del mismo, ha llegado a nosotros muy lastrada y deformada. Se ha hecho uso y abuso de su nombre para justificarlo todo, incluidos los crímenes más nefandos. Dice Nolan que “a Jesús se le ha honrado y se le ha dado culto más frecuentemente por lo que no significaba que por lo que realmente significaba” (¿Quién es ese hombre? Introducción). Y las instituciones que se autodenominan cristianas apelan a su nombre para justificar aquellas cosas a las que él más se opuso, por ejemplo: la iglesia como institución de poder, el sacerdocio institucional, que trata de fundamentar la institución en 1 Cor -haced esto en memoria mía- y en la Carta a los Hebreos, una moral legalista que cuenta poco con el hombre y basada en una antropología simplona, una colección de dogmas que son muestra de la falta de verdadera Fe, un afán de poder -que es lo único que importa a la iglesia en palabras del mismo Congar- en clara oposición a aquel que murió crucificado...

El cristianismo, no sólo el catolicismo, no puede arrogarse la posesión exclusiva de Jesús, el Cristo. El Misterio es de toda la humanidad, y no ha de ser visto necesariamente como Jesús. No debemos seguir hablando sobre él, pues diremos necesariamente lo que nosotros pensamos que es él. Oigamos lo que él dice. “Pensemos” al Jesús que fue (es) antes de que lo pensaran los cristianos: sus seguidores. ¿Cómo era ese Jesús, a quien conocieron los apóstoles, antes de que lo interpretaran? ¿Qué es lo que Jesús esperaba conseguir para la gente con la que vivió? ¿Y qué gente era aquella?

Para ello, situémoslo en su ambiente socio-político-cultural y en su tiempo. Por cierto un tiempo social muy similar al que vivimos hoy. Un momento de una crisis existencial muy profunda. Como la de nuestros días en la que la humanidad no sabe a dónde va, ni siquiera a dónde dirigir sus pasos.

Cuando nació Jesús hacía unas docenas de años que los romanos habían colonizado Palestina. Al frente pusieron gobernantes nativos -Herodes, Arquelao, Antipas...-, al final tuvieron que deponer a Arquelao y pusieron un romano de procurador. Es ésta la época en que vivió Jesús -en la fe religiosa cristiana: la plenitud de los tiempos-. La opresión romana dio pie a una rebelión de los judíos escarmentada con sangre, pero no anulada. Los rebeldes fueron llamados Zelotes. La sociedad estaba compuesta, como casi todas las sociedades en la historia, por grupos organizados, movimientos, clases sociales y masa.

Los grupos organizados

Los Zelotes: éstos se apoyaban en su interpretación literal de las Escrituras: no acataban más rey que Yahveh, Israel era la nación escogida como pueblo de Yahveh y a él sólo pertenecían. Aceptar el dominio de los romanos habría sido una traición herética. Los zelotes eran fieles judíos, celosos -zelotai: los llenos de celo- de la ley y convencidos de que la tenían que defender con la violencia. Ya sabemos que muchos pensaron que Jesús sería un buen cabecilla para ellos. “El celo de tu casa me devora” Salmo puesto en el corazón de Jesús por el IV evangelio (Jn 2,17).

Los Fariseos: tampoco éstos aceptaban la autoridad de Roma, al menos no prestaron fidelidad al César, pero no eran partidarios del uso de las armas contra los romanos -por puro sentido práctico, constituían una ínfima minoría contra ellos-. Dirigieron su atención a la reforma del mismo pueblo de Israel. Yahveh los había abandonado en manos de los romanos porque habían sido infieles con respecto a la ley y las costumbres del pueblo. Formaron verdaderos guetos, comunidades totalmente cerradas con una moral legalista, burguesa y basada en la recompensa y el castigo (¿nos suena?), Yahveh amaba a los cumplidores de la ley y los premiaba, a los que no lo eran los castigaba. La palabra Fariseo -perushim- significa: “Separados”. Ellos eran los santos, el verdadero resto de Israel del que habla Isaías. Sus interpretaciones de las Escrituras se impusieron entre los judíos. Creían que un futuro Mesías que les iba a librar de los romanos, en la resurrección...

Los Esenios: el significado del nombre es discutido, puede ser que sea “santos”, eran los perfectos, ascetas y eremitas del desierto, célibes, separados de la sociedad. Su moral era aún más externa que la de los fariseos. Meticulosamente obsesionados con los ritos de purificación legales. Rechazaban a todo el que no fuera esenio, que no fuera hijo de la luz como se consideraban ellos. Sólo ellos formaban el resto de Israel. Convencidos como estaban de la proximidad del fin del mundo practicaban una disciplina muy rigurosa. Eran totalmente apocalípticos. Muy parecidos a los zelotes en su amor por la violencia para defender sus valores, pero “aún no había llegado la hora” para ellos. Aguardaban el día del Señor. Eran fariseos extremistas y proclives a la violencia armada. Su existencia como secta comenzó en el siglo II a. C. después de los Macabeos, y acabaron muertos casi todos junto con los Zelotes en Masada.

Muchos románticos y postrománticos religiosos, así como miembros de la Nueva Era tratan de mostrarnos a Jesús como un Esenio, hijo de la luz. Es cierto que muchas de las ideas de estos aparecen en las predicaciones del Nazareno en los evangelios, pero otras muchas están en oposición frontal a lo que esenios dicen: Jesús estuvo al lado de los marginados -contaminados para los esenios-, se opuso a todo tipo de violencia, consideró a la mujer en igualdad con el varón, no se sometía porque sí a las purificaciones legales (las espigas arrancadas en sábado, el hombre del brazo atrofiado, corazón quiero y no sacrificios...). Y claramente afirmó que la ley es para el hombre y no a la inversa, su moral no tiene nada de externa ni de legalista,...

Los Saduceos: conservadores a ultranza. Rechazaban cualquier novedad en las creencias y los ritos -¿No recuerda el “Nihil innovetur nisi quod traditum est”?-. Nada de otra vida, nada de resurrección, eso eran esnobismos, todo se daba en esta vida. Por descontado que colaboraban con los romanos, "había que mantener la situación del statu quo". Enemigos acérrimos de Zelotes y Esenios. Formaban la aristocracia acaudalada. Entre ellos estaban los sumos sacerdotes y los ancianos, mas éstos no pertenecían a la casta de los sacerdotes. Era la clase alta dirigente.

Y junto a estos grupos religiosos que nutrían los pilares de la sociedad judía estaba la masa de los desheredados, los contaminados legalmente, las mujeres sometidas a los varones y a la ley, el pueblo que se había de someter a todos los preceptos de la ley, hasta los más mínimos. Ley llena de formulismos, de gran olvido del hombre, cargada de externalidad, de prescripciones absurdas y alienantes... Aunque de vez en cuando se había alzado en el pasado la voz de un profeta, cuando nació Jesús hacía ya siglos que no se había alzado ninguna voz profética. Y los judíos se dormían en la letra de las Escrituras

En esta época de Jesús abundó la literatura, derivada de los asideos -hasidim- quienes mantenían la fidelidad a las Escrituras frente a las ideas helenistas, llamada “apocalíptica”. De ella participaron los Esenios y textos de los sinópticos. Preconizaba sobre el final de los tiempos con la pretensión de que Dios les había revelado a ellos los acontecimientos por venir. El estar sometido a los romanos fue un detonante para esta literatura ya contenida en germen entre los hasidim. Israel, un pueblo muy soberbio, buscaba una interpretación al hecho de la dominación de Roma y esperaba el final de la misma que vendría de manos del Mesías. Algunas de sus visiones hicieron mella entre los judíos sin excepción, incluidos Juan el Bautista y Jesús. Dice Schillebeeckx en su magna obra Jesús, historia de un viviente: “no se puede negar históricamente que tanto la comunidad Q como Mateo y Lucas interpretaron la actividad de Juan Bautista y de Jesús -y de la propia comunidad cristiana- a la luz de los movimientos asideos (los hasidim o piadosos) de metánoia, penitencia y conversión ya existentes en el judaísmo”. Estos movimientos eran marcadamente escatológicos.

Junto a estos grupos que podríamos llamar especializados, con un cierto nivel cultural, con unos objetivos o poder, convivía la masa popular compuesta por los "pobres y los oprimidos", como anteriormente se ha dicho. Éstos formaban el verdadero pueblo de Israel, ellos hacían -no escribían- la historia del pueblo. Los libros de historia apenas dicen nada de los verdaderos protagonistas de la misma, ni del sufrimiento que la constituye.

Dentro de esta masa popular estaba
El conjunto de “los pobres de la casa de Israel” formado por los económicamente pobres y por los oprimidos. Pobres eran los mendigos que tenían que recurrir a lo que los otros les dieran para poder subsistir, pues por sí mismo no podían encontrar un trabajo a causa de su estrato social: los legalmente contaminados, los enfermos, los nacidos con un defecto físico -ciegos, cojos, mancos, mudos...-. Hay que tener en cuenta que no existían hospitales, seguridad social, beneficencia. También estaban entre los pobres las viudas y niños y cuantos no tenían quien se ocupara de ellos. Además habría que contabilizar igualmente entre los pobres a los campesinos que apenas trabajaban por falta de faena, a los esclavos...

A la falta de medios de subsistencia que padecían hay que añadir la vergüenza que sufrían. “Y mendigar me da vergüenza” (Lc 16,3). Entre nosotros el oprobio es importante pero en el mundo de Israel lo era más aún: El pobre estaba en el nivel más bajo de la sociedad, y esto en una teocracia supone una marginación muy importante, tanto que es una marginación total.

Otra clase social perfectamente delimitada era la de “los pecadores” (que tantas veces fueron antepuestos por Jesús en su vida y en sus palabras a los fariseos). Los primeros eran los que tenían una profesión impura: prostitutas y publicanos (recaudadores de impuestos). Excluidos totalmente de la sociedad, estigmatizados. También los que no pagaban a los sacerdotes el diezmo, los que descuidaban la pureza ritual... los carentes de formación que no podían conocer la Escrituras (conocerlas era estar formado) por lo que no podían ser morales sino impuros. Había una plebe que no entendía la ley (Jn 7,49), que estaba maldita. Por otra parte ser pecador era cuestión de nacimiento o de ¡voluntad de Dios!, pues para el pecador no había salida salvo la purificación ritual y la expiación, pero estas costaban dinero y el dinero conseguido con el pecado no podía servir para pagar la purificación... No había solución para el pecador.

En este mundo de marginación ocupaban un lugar prominente, de mayor marginación si cabe, los enfermos y “los poseídos por espíritus inmundos”. Eran la personificación del mal. Si alguien sufría, decían, es porque había pecado, había faltado a la ley, él o sus antepasados. En cuanto a los casos considerados de posesión diabólica estaban en el nivel ínfimo. Lo que en nuestra mentalidad sabemos que son problemas de tipo psíquico, los judíos con su visión teocrática y pobrísima los veían como casos de posesión. En función de cómo actuara una persona se consideraba si estaba, o no, poseída por un espíritu: si su actuación era normal, no había posesión, si era anormal buena, estaba poseída por un espíritu bueno, si mala, por un espíritu malo o demonio. Cientos de males físicos – sordera, ceguera, cojera...- y psicosomáticos -parálisis, epilepsia...- eran considerados como obra de malos espíritus. Todo un mundo de ignorancia, superstición, legalismo, esclavitud, pobreza...y opresión.

También había una “clase media” formada por profesionales, artesanos (faber), pescadores, mercaderes... y de ésta procedía Jesús.

En medio de esta sociedad convulsa, cerrada sobre sí misma y sobre su pasado, que no daba respuesta al hombre. Falta de amor y cargada de legalidad. Una sociedad que no encontraba sentido a su propia existencia, aparecieron varones -la mujer no contaba para nada- que no se alinearon con nadie, con ningún grupo y proclamaron con sus vidas y sus palabras un sentido, un camino, una metánoia: un cambio de dirección. Apareció Juan Bautista, el profeta, un profeta apocalíptico, que anunciaba la destrucción (Mt 3, 7-12 y par), no la predecía -la profecía no es una predicción, sino una advertencia-. Simplemente advertía que el final de aquel camino por el que se deslizaba Israel sería la destrucción del mismo Israel y que por lo tanto había que “enderezar las veredas” (Lc 3, 4). Que Yahveh estaba indignado con su pueblo y pensaba castigarlo, pues ya “tenía el bieldo en la mano para aventar la paja” (Mt 3, 12 y par). Como solución predicaba el arrepentimiento de los pecados y el cambio de conducta, simbolizados en el bautismo. En qué consistía este cambio de conducta queda bien reflejado en Lucas 3, 7-20: Una moral social ya predicada en los profetas. Su palabra de amenaza y de perdón iba dirigida a todo israelita sin excepción, a todo el pueblo, no a los iniciados o elegidos en exclusiva como hacían los esenios, algo que lo hacía distinto a cuanto le rodeaba y mucho más a la visión oficial.

Jesús no se alió con ninguno de los movimientos que pululaban por Israel, pero sí que se sintió impresionado por Juan Bautista. Sencillamente se acercó al Jordán para ser bautizado por Juan (Mt 3, 13). Si examinamos con tranquilidad los textos de los evangelios, podremos comprender fácilmente que Jesús si situó en la línea de lo predicado por Juan. Jesús sufría por la situación de su pueblo (Lc 19, 41), le preocupaba la dominación romana sobre Israel, le preocupaba muchísimo las injusticias que sufrían los marginados, los pobres y pecadores. Él también habló en varias ocasiones influido por su visión apocalíptica, -no predijo el futuro, no hay escriturista hoy que lo admita, sino que advirtió con vaguedades e incluso errores (Mt 24, 34). Ya los cristianos de las primeras generaciones estaban preocupados por lo que tardaba en llegar la parusía (2Pe, es el tema de la carta). No se cumplía lo que los evangelistas escribieron que había dicho Jesús. - diciendo que los romanos destruirían Jerusalén, y lo hizo con muchos más detalles que Juan (Lc 19, 43-44. 21 20-23 y par), pero en sus palabras siempre estuvo la advertencia de que todo esto sucedería “si no os enmendáis” (Lc 13, 3) o “porque no reconociste la oportunidad que Yahveh te daba” (Lc 19,44). Ya sabemos que en varias ocasiones los evangelios nos dicen que Jesús lloró sobre Jerusalén (Lc 19,41 y par) y veía tan inminente la destrucción de la ciudad santa que aconsejaba a la gente que huyera a la sierra, que se marchara de la ciudad "¡Ay de las que estén embarazadas y amamantando en aquellos días!..." (Lc 21, 21...).

Jesús sintió Compasión, que es Amor, por su pueblo y para librarlo de la injusticia que padecía lo llamó a una Fe que es Metánoia. Y sencillamente, pasó haciendo el bien. No organizó ningún partido político, ninguna estructura ni jerarquía de poder (dominio) entre los hombres, ninguna iglesia (otra cosa es lo que hicieron algunas comunidades cristianas posteriores, no todas), sino que vivió el Reino y lo predicó.

Hoy existen muchas personas que viven y siguen predicando el Reino desde situaciones y posturas muy plurales, no tengo más que levantar la vista de este escrito y mirar a mis antiguos y mis actuales compañeros que están realizando una verdadera compasión -en el sentido que explicaré- entre nuestros hermanos, por eso sigo teniendo mucha esperanza en el Hombre, esperanza no tanto en lo que pueda suceder en el mañana, sino en lo que se está viviendo y haciendo hoy, aunque no salte a la vista. ¿Acaso sólo el mal es motivo de noticia en los medios de comunicación? Ya lo sabemos.

Jesús tuvo compasión de sus hermanos, los amó (se vivió uno con ellos) y por eso los llamó a la conversión (cum-versus = la interiorización), a la metánoia, a la Fe. Veo en esta actitud del Nazareno la misma línea de espiritualidad de la que hablan los Vedas y el Vedanta – y todas las corrientes de Sabiduría del mundo: desde el Tao hasta Vicente Ferrer-. Los evangelios nos hablan de esta actitud de compasión de Jesús (Mt 9,36. 14,14. Mc 6,34. Lc 7,13). Y lo mismo de la exigencia de la FE: el conocimiento que lleva a la conversión, al cambio de sentido en la vida (Mt 9,8. Lc 7,48...y passim).

Nuestra visión de lo que es tanto la compasión como la fe es totalmente deudora de la doctrina cristiano-católica sobre las mismas. Y la doctrina cristiano-católica les ha dado un barniz de superficialidad tan fuerte que han perdido todo significado de profundidad. Profundidad que claramente tiene la actitud de Jesús con los pobres de la casa de Israel. Lo malo de la doctrina es que no hace sino interpretar la vida intelectualizándola, haciendo que deje de ser vida y se convierta en objeto conceptual, en escayola que impide el movimiento. Jesús no nos enseña ningún dogma, ninguna doctrina -la doctrina mata la verdad, dice Krishnamurti- sino que viene a recordarnos: “Misericordia quiero” y a afirmar a los que se curan “es tu fe la que te salva”. Misericordia: Compasión: Amor. Fe: Sabiduría: Conocimiento que salva. Nunca nos pidió a sus hermanos: “Creed que Dios es Uno y Trino”, “Creed que yo soy Dios como lo es Yahveh” sino que nos encomendó: “Amaos unos a otros”.

La espiritualidad oriental (Los Vedas, el Vedanta advaita, el Zen...) es experiencia espiritual, no es ninguna doctrina, aunque tiene alguna -una doctrina mínima es necesaria, algo similar, por ejemplo, (no idéntico) a lo que sucede con los billetes y monedas, son necesarios para comprar comida pero no son comida, y al comprarla nos desprendemos de ellos. ¿Nos alimentaríamos de billetes? La doctrina no es la Verdad- y por eso a las fuentes de esa espiritualidad me voy a referir para poder ver con algo de claridad qué es la Compasión y qué es la Fe.

El camino descendente y el camino ascendente.
La enseñanza de la teología católica ortodoxa nos habla de un Dios, Padre, creador omnipotente que se acerca a la tierra y a la humanidad en la plenitud de los tiempos en la “naturaleza humana” -no la persona- de Jesús de Nazaret, quien fue crucificado para redimirnos de los pecados, y, resucitado subió a la diestra del Padre. Una vez allá envió al Espíritu.

Esta base dogmática del cristianismo hace exclamar a Agustín de Hipona: “Dios se ha hecho hombre para que el hombre se haga Dios”. Algo parecido y muy distinto a la vez es lo que propone la visión del Vedanta Advaita, visión que no es más que un intento de poner al alcance de todos la profunda experiencia (el conocimiento inmediato y por lo mismo evidente, no el conocimiento demostrado, ni el explicado) espiritual vivida a lo largo de siglos. Y la expone, claro está, en forma de mito. Este mito es solamente la forma de ilustrar lo que es: cómo parece que el Universo juegue al escondite. Si nos quedamos en la letra no podremos entender nada, exactamente lo mismo que con todos los mitos que han servido y sirven como medios de trasmisión de lo que no puede ser trasmitido por la palabras.
Lo que nos transmite esta visión es que el Insondable, el Absoluto se multiplicó permaneciendo Uno para que los múltiples desandaran el camino de la multiplicidad y tomasen conciencia de que en verdad no son múltiples, sino Uno (Uno no en cuanto opuesto a muchos). La multiplicidad es apariencia. La realidad es el Uno-sin segundo.

Esta visión que nos puede sonar a infantilismo o simplemente sonar a nada, responde, sin embargo, a una visión mantenida a lo largo de toda la historia del pensamiento y más aún de la mística. Esta dimensión espiritual conlleva una visión holoárquica.“El hecho es, nos dice Wilber, que el sustrato cultural de la mayor parte de la historia de la humanidad contiene algún tipo de Holoarquía”. Es cierto que esta visión holoárquica murió en Occidente cuando la Modernidad se empeñó, y lo consiguió, en que no se aceptara más conocimiento que el empírico estrecho y monológuico. El conocimiento de las ciencias estrictas. Hoy impera en nuestra universidades esta concepción, no digamos en las pocas difusiones que de lo científico hacen los medios televisivos. Con ello hemos conseguido, en general, un mundo sin profundidad, sin calidad, sin esperanza, apegado al dinero, dependiente de los mercados bursátiles, indiferente al sufrimiento de los demás... sin interioridad. Pero hay muchos grandes pensadores que vuelven hacia la profundidad, hacia lo holoarquía, hacia el valor de lo interior...Y el hombre sigue preguntándose a sí mismo.

Esta Holoarquía que ya se planteó en el Tao, en las Upanishads, en Platón, en los Evangelios (el amor y el hombre por encima de la ley), la presentó de forma estructurada ya Plotino, uno de los místicos menos conocidos en el cristianismo hoy y de enorme influencia en Agustín, el neoplatónico más ilustre de la teología cristiana, en las Enéadas (que sabemos escribió su alumno Porfirio), una Holoarquía que va desde la Materia y las funciones vegetativas hasta el Uno Absoluto, pasando por las sensaciones, percepciones, emociones, conceptos... alma, nous, Uno Absoluto. Toda Holoarquía, o lo que es lo mismo, organización de la realidad que conlleva una arjé (la aceptemos como sagrada o no), supone necesariamente dos direcciones en la misma: de la Materia hasta el Absoluto y del Absoluto hasta la Materia, lo que diríamos en terminología católica: de la creación hasta Dios pasando por el hombre, y a la inversa. El camino de la Materia al Absoluto es el camino ascendente, y el del Absoluto hasta la Materia es el descendente, en otras palabras: transcendencia e inmanencia. La transcendencia es Sabiduría y la inmanencia Compasión.

La historia de la humanidad está llena de movimientos que se han alineados a un lado u otro de estas dos direcciones. Los ha habido intramundanos, negando cualquier otro aspecto de la existencia: tenemos ejemplos a raudales al alcance de nuestras manos, Freud, Marx, cientifismo, partidos políticos... sociedad del consumo. Hay instituciones religiosas que realmente carecen de un sentido de la transcendencia por mucho que en sus palabras (vacías las más de la veces: “por sus obras los conoceréis”) se la nombre, solamente parece importarles de hecho el poder como dominio. Y movimientos totalmente ultramundanos, evasivos de esta realidad relativa en la que estamos y que somos en nuestra propia dimensión como personas individuales, como egos, evasivos de esta sociedad que igualmente somos, aunque no sea permanente, ni tampoco sea el sustrato del Ser. Es un reduccionismo muy sutil en el que es muy fácil caer.

El camino descendente nos lleva al Amor del que nos habla Jesús, del amor que fue él, o lo que es lo mismo, a la Compasión en la que insiste el Vedanta (de hecho en esta visión es la Compasión la que impulsa al Bodhisattva permanecer en reencarnaciones continuas hasta que todo llegue a la iluminación). Compasión que nosotros hemos descafeinado y la hemos llamado compromiso intentando despojarla hasta de su piel. Compasión, del griego sym-pathô significa literalmente tener la misma experiencia (la misma, no similar), tener una experiencia común -una sola experiencia-, o sea la misma vida, pues la vida la vemos como el conjunto de todas las experiencias. Y esas experiencias no podrán nunca ser las mismas, si no se da una sola vida en todos, lo que es obra del Amor: “es Cristo quien vive en mí”. El Amor, la Compasión no es simplemente ponerse en el lugar del otro, sino ser un nosotros, mejor, ser YO. Llamar compromiso (prometer, dar la palabra... ¿y dónde están todos los compromisos que se hacen en nuestra sociedad?) a la Compasión es externalizarla, no haber entendido lo que es. La visión Vedanta no es una fruslería, es muy profunda, muy seria: la visión que tenemos heredada de nuestra cultura ¿cristiana? es superficial.

Y Jesús se compadeció de aquella gente, sintió compasión, fue Compasión, vivió su situación-la de ellos- no como si fuera la suya, como si fuera propia, sino sencillamente la vivió porque era propia. Su compasión era auténtica, no esa lástima que sentimos a veces y a la que llamamos compasión. Lástima que a nosotros nos sitúa un grado por encima del miserable por el que la sentimos. A ésta la llaman los budista zen “compasión idiota”. La auténtica está enraizada en el Ser, en la Vida, no es una simple respuesta sentimental a una situación de vida, respuesta que sin ser mala puede responder a uno de los muchos disfraces que utiliza el ego..

El camino ascendente, la vuelta hacia el Misterio. Y predicó el Reino: los valores de las Bienaventuranzas, predicó la Fe que es Sabiduría y la exigió para que las Bienaventuranzas se hicieran salvación, o sea, Vida. El camino de vuelta: “vamos a la casa del Señor” que canta el salmo. Es la Fe que salva la predicada, lo vemos constantemente en los, llamados, milagros narrados en los evangelios (Mt 21,22; 9,22, 28..; Mc 5,14. Lc 17,19 y par). Estamos muy acostumbrados a llamar fe a la creencia, o a un sistema de creencias, así hacemos algo parecido a lo que estamos haciendo con la sustitución de la Compasión por el compromiso, la externalizamos. Estamos en una cultura de lisas superficialidades, incluso la filosofía ha dejado de ser en una gran parte Sabiduría. Utilizamos la palabra saber en vez de la palabra conocer, y lo que es peor, las identificamos. Y la Fe no es creencia, ya se ha dicho, la Fe es comprensión de la Realidad que transforma. Tomás de Aquino ya proponía la fe para poder comprender: “Crede ut intelligas”. La creencia, propugnada como Fe por el Vaticano I, que seguía las corrientes neoescolásticas del siglo XIX es una verdadera destrucción de la Verdad cristiana, de la verdadera Sabiduría, es el disfraz que se ponen muchos autodenominados creyentes para asegurarse en su infantilismo mental: "Si creo lo que dice la iglesia me salvo seguro, no me equivoco". Pero la Fe es apertura a lo Real, no cerrazón en una fórmula dogmática, y la apertura conlleva el riesgo, la Fe es Vida y nuestra vida está expuesta a las enfermedades y a la muerte, la Fe es Sabiduría, esto es, conocimiento que transforma la situación de vida y la hace cambiar de sentido, la Fe genera la metánoia.

La Sabiduría, la Fe que cura, tampoco es un conocimiento cualquiera, pese a que en el uso de cada día hayamos perdido el norte, pese a que entre nosotros llamemos sabios a ¡personas de mucha erudición! La Sabiduría es un plato que se guisa aparte, es, se ha dicho, lo han dicho y siguen diciendo todos los sabios, el conocimiento que tiene la fuerza de transformar la vida. Y esto es la Fe que pide Jesús para que se puedan transformar los ciegos en videntes, los cojos en andarines, los muertos en vivos... Participar de la Vida única de lo existente. Este conocimiento que transforma podría ser ilustrado con una comparación. El niño en sus primeros años tiene una fe ciega en sus padres, deposita toda su confianza en ellos y los mitifica, confía ciegamente en ellos, al llegar al uso de razón comienza a descubrir grietas (de poder, de conocimientos, de entereza...) en la conducta de ellos. Este conocimiento hace que la visión mítica que tenía cambie, no por ello deja de amarlos, pero ha conocido algo que ha transformado su vida, sus padres no deja de ser su punto de apoyo, pero han dejado de ser un mito y se han hecho humanos. Esta Sabiduría nace de la experiencia, mejor, es la experiencia, es sólo experiencia, por eso es conocimiento del sí-mismo, no simplemente del ego. Es vivirse Uno en lo múltiple.

La Fe auténtica, la Sabiduría, nos libera totalmente de esta plaga que inunda hoy nuestra sociedad occidental: el individualismo. Cierto que hay muchísimos movimientos solidarios que tratan de paliar dicho individualismo mortal que padecemos, posiblemente nunca haya habido tanto sentido de solidaridad en la historia de la humanidad, pero no es menos cierto que el individualismo=egoísmo campa a sus anchas en una sociedad que ha dejado de banda las interioridades. Domina una cultura de lo individual, hasta en lo más recóndito de la vida se está introduciendo la moda de “personalizar”, de distinguirnos de los demás, de ser únicos con lo cual el ego adquiere dimensiones de Divinidad a la que hay que adorar sin límites. "Tengo que luchar mucho para ser yo" leo en una revista sobre Psicología, ese yo es el "ego" engrandecido y elevado a la categoría de absoluto. Otra cosa es que sea necesaria una personalidad madura para transcender el ego: la humanidad vive en el gran tabú del yo separado como dice el Vedanta Advaita: “ésta es mi verdad” -en lugar de ésta es mi opinión- frase en boga en la que se llega a sustituir la palabra “opinión” por la palabra “verdad”. ¡El colmo! Darle la fuerza de Verdad, algo permanente e imperecedero a la mera opinión, algo mudable y transitorio. O a la inversa hacer de la Verdad una mera opinión. La Sabiduría de la Fe recala hondo y apoya la certeza en la experiencia inmediata, directa y contrastada de lo “que es” más allá de los sentidos y de la mente.

El camino de descenso y el camino de ascenso se hacen uno, se hacen una pericoresis en la que, en términos cristianos, diríamos: la Trinidad, el hombre y la creación toda juegan el juego eterno, -no duradero-, de recrearse continuamente en el encuentro del Amor. Ese Amor verdadero que nace del Conocimiento del Ser: Sabiduría: percepción directa e inmediata de lo que es, conocimiento que transforma. Compasión y Fe.

José A. Carmona

Nota: utilizo algunas mayúsculas para dar énfasis a las palabras Compasión=Amor y Sabiduría=Fe

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Mi personal felicitación en esta Navidad

La celebración de la Navidad tiene para mí connotaciones entrañables y no quiero que falte en estos días una felicitación salida de mi pluma, felicitación abierta al mundo: PAZ, SHALOM a todos.

NAVIDAD 2011

Balbuceos


Pulsión.

Quietud.

Don.

Gratuidad de la existencia.

Abrazo que se abre paso entre mis egos.

Fecundidad que germina...
allá en lo hondo, descubriendo mi Yo.
Entre tinieblas.

Mar en que me baño y...
¡soy agua!

Origen sin tiempo.

Vida sin duración.

Luz que niego y...
manifiesto.

Libertad que recreándome
me recrea.

Mi Ser.

Yo, no yo.

Silencio.

Nada...

Vacío de Plenitud.




José A. Carmona

jueves, 1 de diciembre de 2011

Percepción

REFLEXIÓN

El compromiso exclusivo e irrevocable con una institución religiosa, sea la que sea (catolicismo, islamismo, ateísmo, bramanismo, laicismo, religión civil, agnosticismo, marxismo, estructuralismo...) -y por lo mismo con su doctrina-dogmas, moral, con sus principios... -, lo veo como una manifiesta prueba de una falta de Fe.

Porque:

1- Cierra al hombre a toda otra visión del mundo. A cualquier nuevo enfoque.

2- Cierra al hombre a la confianza en lo desconocido, y la Fe es precisamente apertura a lo que no se conoce, ni puede conocer nuestra mente.

3- La Fe es el riesgo de la Vida, riesgo que trata de ocultar toda religión institucionalizada, aunque verbalmente pueda decir lo contrario. La Vida es riesgo. La fe excluyente: el asidero, el disfraz. La Fe no excluyente: confianza en la Vida-Misterio-Dios-Nada-el Cristo-Alá-La mente de Buda-YO (¡no José Antonio!)...


José A. Carmona Brea

miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿El hombre sólo es un animal racional, o el ser abierto al Misterio?

 ¿El hombre es el ser abierto al Misterio?


Desde que Aristóteles, a quien admiro mucho, definiera al hombre como "animal racional" y esta visión pasara a toda la filosofía posterior a través de la escolástica, el nous (la impronta de lo divino) del que nos habla Platón sufrió un parón, pienso yo. Es cierto que en los siglos anteriores a la escolástica, abundó el neoplatonismo en Occidente -con mayúscula-, pero a partir de Ibn Sina y sobre todo de Tomás de Aquino dejó de tener una influencia apreciable en el pensamiento occidental. Por ello toda la filosofía que conocemos y que recordamos de nuestra juventud nos habla de la racionalidad del hombre, sin olvidar nunca su animalidad. Ayer oí decir a Punset, el divulgador científico de moda en la actualidad en los mass media, que el hombre es un animal evolucionado. En definitiva: un animal. Por supuesto que no pienso negar esta afirmación tan común, sólo apuntar a que si consideramos al roble como una bellota evolucionada -en definitiva: una bellota- estamos empobreciendo mucho nuestra visión mental del mismo. ¡Y en este caso estamos hablando de un árbol! Mientras consideremos al humano a partir del comienzo -animal- y no como proyección hacia el final evolutivo -abierto al Absoluto- estaremos impidiendo, o al menos entorpeciendo, su propio desarrollo.

Todas las definiciones pecan por castrar aquello que es definido. Definir es construir límites, de-limitar, de-finir (finis). Y ello es bueno y necesario sobre todo para la mente científico-empírica-sensitiva, pero no lo es quedarse en ello, una vez hecha la definición hay que recuperar la globalidad. Si queremos analizar algo, lo delimitamos, pero esto conlleva perder la visión de universalidad: nos centramos en el síntoma, perdemos de vista al hombre, al ser humano. Definir es determinar la diferencia específica de algo que es común a muchos, o sea, decir: hasta aquí llega. La definición en nuestra cultura es excluyente, no mira hacia el ser, hacia lo universal, mira hacia dentro, hacia lo individual.

Así, para nosotros el hombre ha devenido un animal más desarrollado que otros simios, un animal dotado de razón: capaz de razonar. ¡Si todos los hombres fuéramos capaces de razonar! ¿Dónde quedarían la ambición, el interés económico, la homofobia, las guerras, las hambrunas...? Pero, ni eso. Y lo que entiendo más lamentable aún, muchos científicos se han dedicado a la exaltación de la animalidad solamente: el hombre es un simio con suerte. En nuestra cultura hemos cortado las alas al ser humano ¡y no puede volar! Pero, claro, volar es una mera ilusión infantil.

Mas el hombre es algo más que un animal que puede razonar. Es una vida abierta al Infinito, al Misterio, al Absoluto, una vida que va más allá de la mera persona ¡El hombre vuela! Miremos a los que han volado y podremos ver que no es una ilusión infantil: Jesús de Nazaret, Lao-Tse(i), Shankara, Buda, Mahoma, Eckhart, Teresa, Francisco, Rumi, Teresa de Calcuta, Mandela, Ghandi, Vicente Ferrer, decenas, centenas de miles, actuales todos aunque muchos hayan muerto. Volar alto, como dice Juan de la Cruz, es la esencia del hombre.

El hombre es ante todo “capax Dei” decían los neoplatónicos. Nuestro quehacer personal, y por lo mismo social, es en esencia ahondar en esta capacidad, en este Abandono, en este dejar que se abra la puerta para caer en la cuenta de que tras la apariencia es el Misterio, no meramente está. Para caer en la cuenta de que nuestra esencia es transcender lo sensible, lo razonable, lo inteligible... y palpar que somos Agua del Océano, no solamente olas, y mojarnos en Ella pues su manifestación, como olas, somos. Caer en la cuenta de que la apariencia ya es el Misterio. No existen límites, sino un Vacío de Libertad inmensa. Lo solemos llamar Dios.


José A. Carmona

sábado, 12 de noviembre de 2011

¿Podemos hablar de jerarquías?

¿Jerarquía?
¿Superior e inferior?


Vivimos en una época convulsa, muy convulsa pero muy apasionante y ¿tratar estos temas a quién le puede interesar con lo que está cayendo? Pues, precisamente porque está cayendo mucho, posiblemente a causa de la ambición monstruosa de muy pocos, es necesario aportar luz para mantener algo de calma y visión de profundidad en la tormenta. Se habla exclusivamente de lo económico y se presenta la “crisis” como meramente económica... Yo no puedo aportar nada en la visión económica, pero entiendo que sí lo puedo en estos temas que trato y que son, a mi juicio, fundamentales para la persona, a parte de que los mismos sufren una verdadera “crisis” (situación de dificultades inmensas) desde hace algunos siglos. En lo que respecta a lo cultural -lo que ha hecho y hace la humanidad con su interioridad colectiva- tenemos en nuestros días, por primera vez en la historia, acceso a todas sus formas pasadas y presentes, y ello que es en general algo muy positivo puede llegar a descentrarnos un poco. En esta convulsión la palabra “jerarquía” (superior-inferior, mejor-peor) vive tiempos muy duros. Los ecologistas, los ecofeministas, los postestructuralistas postmodernos... encuentran la palabra “jerarquía” como algo indeseable, y hasta nosotros llega su “olor”. Y sin embargo, muchas ciencias, entre ellas las sistémicas, hablan abiertamente de jerarquías.

Escuchaba yo, hace pocos días, una entrevista que una reportera de televisón española hacía a uno de los arqueólogos de Atapuerca. En el transcurso de la misma la periodista se dirigió al experto preguntándole: ¿Entonces, nuestra raza humana actual es superior a la del hombre de Atapuerca? A lo que éste respondió estas palabras u otras muy similares que significaban lo mismo: “hay que desterrar de nuestro lenguaje esas palabras superior o inferior y utilizar en su lugar la palabra distinto. No hay superior, ni inferior, simplemente las cosas son distintas unas de otras”.

Es un juicio éste recurrente en nuestros días. Recuerdo en estos momentos que una noche, en la isla de Creta, mantuve una discusión con una psicóloga sobre este mismo tema. Ella afirmaba que era muy peligroso hablar de cosas, personas, valores... superiores a otros u otras, que había que sustituir la palabra “superior” por la palabra “distinta”. Cuando le puse el ejemplo de que, siguiendo su teoría, el terrorismo simplemente sería distinto de la entrega generosa a favor de los demás, pero no peor (por supuesto que no mejor), me contestó que las cosas no había que llevarlas hasta el extremo. Y en las conversaciones ordinarias, en las de cada día, he encontrado a muchas personas de muy buena fe que se niegan a afirmar “esto es mejor”, “esto es peor” porque todo es “simples opiniones”, todo es relativo. “Las cosas son simplemente distintas, no mejores o peores” afirman insistentemente. Con lo cual están cayendo en una flagrante contradicción, pues su afirmación tiene para ellos el carácter de ser al menos mejor que la contraria, si no, no la propugnarían. Si entienden que su afirmación es válida, no deben oponerse a quienes opinan que se da lo superior-inferior, lo mejor-peor..., serían -en función de su norma- simplemente opiniones distintas, no peores, y por lo mismo igualmente buenas, válidas.

Creo que esta tendencia a negar la existencia de lo “superior” (sea del orden que sea), que conlleva la negación de la calidad (hoy se ha sustituido por la cantidad: votos, asistencia, ventas, seguidores...) y que puede llevar, seguido hasta el extremo, a un pasotismo-nihilismo, nace con muy buena intención y con mucha falta de visión crítica, al menos de la globalidad, y de profundidad analítica en lo que se sabe de la evolución. Es una reacción de los “memes verdes” -más adelante explicaré esto- que en su buena voluntad de igualitarismo se vuelven contra sus propios fundamentos -los memes anteriores: naranja, azul, rojo...-, cerrándose así toda posibilidad de ser, porque los destruye, y toda posibilidad de desarrollo porque niega la misma existencia de los memes del pensamiento de segundo grado, los que le siguen: amarillo, turquesa.... Y quizás también, de una confusión entre diversos tipos de jerarquías, las de dominio -represoras- que sin lugar a dudas han de ser eliminadas, y las de desarrollo que son constitutivas del Ser. Una cosa es la transcendencia y muy otra la represión. Meterlas ambas en el mismo saco es como mínimo algo estúpido. Por algo al meme verde se le llama el “yo sensible”.

Los que se oponen a la utilización de la palabra jerarquía, una verdadera multitud como he anticipado, lo hacen porque piensan que toda jerarquía conlleva un categorización de las cosas y en toda categorización unos valores “oprimen” a otros (el llamado superior al llamado inferior). En su lugar proponen hablar de heterarquía (el gobierno de los otros incluido yo: de todos). Pero no niegan la necesidad de priorizar lo más importante. Yo me pregunto si la priorización no es ya una forma de jerarquización, sea el motivo el que sea. Sin duda alguna entiendo que tienen estos que rechazan todo tipo de jerarquías razones, y algunas muy serias, para hacerlo. Son fundamentalmente ecologistas y teóricos sociales y en los objetos de sus estudios aparecen cosas muy importantes: la vida es una red, un entramado, un conjunto de tejidos relacionados entre sí. Y lo mismo es la sociedad, que se ha de liberar de las opresiones padecidas en el pasado por regímenes autoritarios y totalitarios. Opresiones que destruyen la Red de la Vida. Las nociones “más alto” “más bajo” (superior e inferior) pertenecen al viejo paradigma de interpretación del mundo, el nuevo sólo habla de “red” y de “trama de la vida”.

Digo que a estas razones les falta llegar más hondo en el conocimiento de las ciencias de la trama de la vida, les falta darse cuenta de lo que esas ciencias dicen: la jerarquía es el principio básico sobre el que se organiza todo. Dicen que no puede haber totalidad -y por lo mismo trama- sin jerarquía, de lo contrario sólo tendríamos montones. Una totalidad es algo muy distinto de un montón. En la totalidad hay organización, en el montón acumulación, y la organización supone un ordenamiento: el brazo ha de cumplir una misión que no es la del corazón, ni la de éste es la del cerebro. No basta enlazar, hay que organizar. ¡Claro que organización no es estructura! Es jerarquía flexible.

Razono mi postura

La palabra “superior” y su polo opuesto “inferior” son formas comparativas de los adjetivos latinos: superus (lo que está arriba), inferus (lo que está abajo). Y como tales formas comparativas ya en su origen están significando una jerarquización: el piso séptimo está más arriba (superior) que el segundo que está más abajo (inferior). Nada más. Y de este significado puramente material pasó a significar una jerarquización en la bondad (mejor-peor), en la autoridad (superior-números), en los valores éticos...

Toda las líneas de pensamiento, valores, moralidad, kinestesia, estética... a lo largo de la historia están plenas de esta estimación superior-inferior. Lógicamente no me voy a dedicar a reflexionar sobre cada una de ellas. Quiero referirme a la evolución, sobre todo filogenética, de la conciencia humana. Todo lo que diga sobre la filogenia es igualmente aplicable a la ontogenia “mutatis mutandis”. Decir que la conciencia de un bebé de dos días es sólo distinta y no inferior a la de un adulto creo que es insostenible. Por favor, el estado de confusión del bebé en sus primeros días es muy inferior en el nivel de conciencia y en el cognitivo al de las operaciones formales del que habla Piaget. Para los ecologistas sistémicos sólo se trata de la Red de la vida, todo ser viviente vive y su vida es la misma. Estamos igualando al universo pero por los pies, cortando las cabezas y mucho más: por supuesto que una ameba tiene vida, está en la red de la vida, pero la vida del mamífero tiene todo lo que tiene la vida de la ameba y algo más y también tiene toda la fisiología de una piedra y algo más. No queramos igualarlo todo cortando ese algo más. La evidencia no hay que demostrarla sino mostrarla. Aunque A sea B, B no es A. Todo A está contenido en B, pero no todo B lo está en A. Para los cristianos: Jesús es el Cristo, pero el Cristo es más que Jesús (Jesús + exaltación, Jesús + Misterio atemporal y aespacial).

El Dr. Clare Graves nos dice que lo que propone en su obra “es que la psicología de un ser humano maduro es un proceso de despliegue en espiral que va emergiendo en forma oscilante, marcado por una subordinación progresiva de los sistemas de comportamiento del “viejo” orden hacia los de “nuevo” orden, en la medida que los problemas existenciales de la persona cambian”. Con sus trabajos preparó las bases para la interpretación de la Dinámica Espiral de Beck y Cowan. Sus estudios son aplicables a muchos campos, biología, psicología, sociología, cultura, mundo laboral... y en ella quiero fundamentarme para mostrar lo insostenible de la negación de toda jerarquía, en concreto de la jerarquía del Ser, la de evolución. Por descontado que las jerarquías de opresión son patologías que hay que desterrar.

Dawkins, es un activista radical a favor del ateísmo, etólogo eminente, pero ignorante supino de la realidad espiritual a la que ataca. En apoyo de su tesis tengo que decir que en muchas de sus afirmaciones en contra de la ilusión de Dios que ha tenido la humanidad a lo largo de la historia, como dice en su libro El espejismo de Dios -Dhe God Delusion-, estoy de acuerdo, pero entiendo que se equivoca radicalmente al identificar a Dios con una concepción de dios que sin duda está superada en el nuevo paradigma teológico, no digamos en los no teológicos y en las experiencias místicas, y que, como ya he dicho en otras partes, sirvió a los hombres de aquellas épocas y culturas en las que se planteó. Él fue el creador de un neologismo que utilizaré con frecuencia en lo que queda de escrito: la palabra “memes”. La creó por su similitud con otra palabra: “genes”. Afirma que de igual manera que estos -los genes- contienen la información genética que se transmite biológicamente, aquellos -los memes- contienen la información cultural que también se transmite pero por la enseñanza y la asimilación. Con la diferencia de que los genes son naturales y no construidos, mientras que los memes son construidos, son construcciones nuestras, pero colectivas y elaboradas a través de mucho tiempo.


Algo sobre los memes.

Podemos afirmar con Wilber que un meme es simplemente “un estadio básico del desarrollo que puede expresarse en cualquier actividad” (Una teoría de todo). En nuestro caso aplicamos el concepto a los estadios de la evolución de la conciencia “óntica” -no moral- de los humanos a lo largo del desarrollo (no es el mismo nivel de conciencia el de un homínido del Pleistoceno que el de un hombre (no significa necesariamente varón, sino nacido de la tierra: varón/mujer) de nuestros días. Se ha de tener en cuenta que estos niveles no son simétricos o tipos definidos, sino espirales u olas en las que se mezclan distintos aspectos. Así en la misma sociedad e incluso en el mismo individuo se puede mezclar distintos niveles en según qué sentimientos, actividades o líneas de desarrollo. De hecho estamos hartos de constatar la multitud de niveles que coexisten en nuestra sociedad y en nuestro mundo, incluso dentro de nosotros mismos.

Graves habla de los niveles (o memes) de subsistencia o del pensamiento de primer grado, y niveles del ser o del pensamiento de segundo grado. La gran mayoría de las personas interesadas en estos temas ya saben cuál es el núcleo de la enseñanza de la Dinámica espiral, y ya me he referido a ella en otros escritos, pese a ello, recuerdo brevemente lo que dice sobre las olas o memes de desarrollo.

Niveles o memes de subsistencia o de pensamiento de primer grado:

1 -Beige o arcaico-instintivo: el de los recién nacidos, el de los locos, el de las primeros grupos humanos en las cavernas (Pleistoceno, Paleolítico inferior...) que salían a la caza del bisonte...

2 -Púrpura o animista. El de las tribus étnicas, de las maldiciones, hechizos, vudú. Tiene mucho de mágico. En éste habría que incluir las bandas, los fanáticos (sean de lo que sean). Pienso que aún quedan entre muchos de los que se llaman religiosos. Me acuerdo de la práctica de los primeros viernes de mes no tan lejana en el tiempo, “apariciones y milagros” populares...

3 -Rojo: el poder identificado con Dios -un otro que ha hecho el mundo y que lo puede todo-, o con un líder, dictador... Los cuentos de hadas y los príncipes salvadores de la maldad del mundo, los señores feudales, los héroes. Un salvador más allá de nosotros mismos. Tiene mucho de esto, a mi juicio, la “doctrina” agraria y feudal que enseña la iglesia católica.

4 -Azul: conservación del orden creado en el mito _¿Dios? Me refiero al dios fabricado por nosotros y del que afirmamos que somos su imagen, no al Misterio que experimentamos en el Silencio del Ser- Por descontado que no me estoy refiriendo al mito esotérico. La vida tiene un sentido impuesto por otro. Y ese sentido hay que conservarlo. Tiene este meme códigos fijos de lo que está bien y de lo que está mal. Es conservador a ultranza. Las instituciones religiosas –y algunos partidos políticos, ¿todos?- están inundados por muchas conciencias de este nivel. Mentalidad de rebaño.

5 -Naranja: meme del logro científico. Exaltación del individuo que busca la verdad por el nivel científico. Visión mecanicista del mundo que funciones según unas leyes naturales, que la ciencia descubre y aplica a todo. Búsqueda del beneficio material. Lo que importa es ganar, triunfar, el éxito, el dinero y lo que éste puede conseguir. Ejemplos: la banca, la bolsa, el cientifismo, el capitalismo neoliberal que está centrado en el individuo, las competiciones deportivas, las olimpiadas, los premios literarios...

6 -Verde: el yo sensible. El de la conciencia centrada en la relación, en la sensibilidad ecológica, en la red de la vida, en el respeto y cuidado por el planeta tierra, en la igualdad universal. El individualismo es sustituido por la atención a los demás, por el respeto (re-spectare: ponerse en el lugar del otro). Es un meme que potencia el diálogo y se opone a toda dominación. Es igualitario, antijerárquico, espiritual en el sentido coloquial, multicultural. Relativiza los valores... Está presente en el ecologismo, en la teología de la liberación, en los movimientos de defensas de los derechos humanos, de los derechos de los animales... El postestructuralismo lo ha potenciado fuertemente.

Hasta aquí los memes de subsistencia o de pensamiento de primer grado.

Con la llegada al meme verde, dice Graves, la conciencia humana da un paso transcendental, un paso que le permite llegar a profundidades de significado anteriormente insondables, porque puede pensar en la doble dimensión de la evolución: la horizontal y la vertical. Pero esto, a mi juicio, no se da más que en la elite de los que han conseguido este nivel de conciencia, que está cercano al meme siguiente: el integral, la inmensa mayoría de los que han accedido al yo sensible -se calcula que unas pocas decenas de millones sobra más de quinientos millones en occidente- no son capaces de percibir, al menos con suficiente claridad, todo el espectro completo de la evolución de la conciencia. Lo que suele suceder en éste como en el resto de los memes del pensamiento de primer grado es que no se dan cuenta de la existencia del resto de los niveles de desarrollo. Hemos dicho hasta la saciedad que cada ola de desarrollo incluye y transciende a sus predecesoras (el meme naranja incluye y transciende al azul), o sea que cada una añade algo que en la anterior no había -esto es la transcendencia-, pero a la vez la mantiene dentro de sí. Es claro que si al mantenerla le añade algo más, la transforma, el cuerpo humano mantiene la fisiosfera pero humanizada -el carbono, el silicio, el oxígeno se hacen “bios” no meramente piedras, metales o elementos-.

La conciencia, pues, al llegar a cada nivel considera que su visión del mundo es la única adecuada, la verdadera, y se siente amenazada cuando se le opone otra visión propia de otro nivel. Reacciona agresivamente ante las visiones de otros niveles. Todos los movimientos fundamentalistas, y no sólo los religiosos, dan clara muestra de esta conclusión. En cada grupo o sociedad impera el nivel de conciencia de la mayoría, y la clara mayoría de los partidos políticos apenas rozan el naranja, están en el azul (estoy hablando de nivel de conciencia óntica, no de conocimientos académicos). No digamos los mercados financieros. La única opción para que transciendan su nivel no es razonarles, no pueden atender a razones, no las asumen (están enquistados en sus visiones, en su afán de poder), sino poblar la sociedad de gente con niveles de conciencia más elevados. Trabajo que necesita paciencia histórica. Siempre la ha necesitado la evolución y más la de la conciencia.

Y el meme verde que es conciencia de la igualdad esencial de todo cuanto es, reacciona contra la jerarquía, reacciona contra toda excelencia, contra toda autoridad-poder. En una palabra, reacciona contra todos los memes anteriores y sus valores, negándoles validez e incluso la existencia. Su afán por la igualdad le lleva a romper con sus raíces y se queda totalmente en el aire. Mas por otra parte, como aún no se ha abierto al pensamiento de segundo grado e imbuido por la negación sistemática de toda transcendencia propia del meme anterior: el naranja, se cierra el paso a sí mismo ante los memes posteriores: integrador y holístico. Memes que perciben claramente la presencia de jerarquías y por lo mismo de transcendencia, jerarquías amables que no oprimen sino desarrollan, cobijan, aman.

Los investigadores de la conciencia citados hablan de que en el pensamiento de segundo grado hay al menos dos niveles de conciencia, dos olas o espirales que pertenecen lo mismo que todas a la espiral de la evolución.

Los niveles del pensamiento de segundo grado

7 -Amarillo: integrador. A la conciencia de este nivel la vida se presenta plural, caleidoscópica, con multitud de formas naturales. Su principal prioridad está en la flexibilidad para respetar la espontaneidad y la funcionalidad. El igualitarismo del meme verde se mantiene pero se complementa con un ordenamiento y la excelencia no del poder, sino de la idoneidad, en la que mucho tiene que ver el conocimiento. En el orden mundial prevé necesariamente un gobierno adecuado que facilite la emergencia de entidades de distintos niveles cada vez más complejos. Jerarquías por lo tanto, que potencian el desarrollo. Jerarquías anidadas que abrazan ascendiendo. Son muy pocos los humanos que han accedido a este nivel.

8 -Turquesa: holístico. Integra sobre el anterior el sentimiento al conocimiento. Es consciente de que el orden mundial (por tanto jerarquía) no se puede basar en normas o reglas externas (azul), ni en lazos del grupo (verde), ni en las leyes de la ciencia y el individualismo (naranja), sino en una gran unificación (no uniformidad), en una nueva espiritualidad que englobe la existencia entera. En definitiva es la consciencia mística que es consciente en cada momento de toda la evolución. Los que han accedido a este meme son aún menos que los del anterior. Quizás unas decenas de miles en toda la historia. Clarísimamente Jesús de Nazaret.

En la evolución todo ascenso ha tenido que vencer la inercia a moverse del paso anterior. “Los paradigmas viejos no mueren hasta que lo hace el último de sus defensores” (Planck). Y la humanidad más desarrollada en cuanto a conciencia óntica está ahora en los niveles azul, naranja, y unos pocos millones en el verde, por lo que todavía opone mucha resistencia a ascender al nivel de segundo grado. Hablo de los individuos humanos, no de las instituciones que están mucho menos evolucionadas, muchas en el nivel mágico. ¡Es curioso como se identifica FE con magia o con aferrarse a un clavo ardiendo! ¡Nunca con libertad absoluta! El “crede ut intelligas” del Aquinate. Esto hace que la conciencia integral-holística tenga enormes dificultades para ir emergiendo en la sociedad. Algo que explica la violencia que el conocimiento científico emplea en defender su reduccionismo sutil: “la mente es el cerebro”, “el espíritu no es más que un invento de la conciencia infantil o puros juegos neuronales”, “la salud es el buen funcionamiento de las células, órganos”..., y que explica, no justifica, lo rancio y casposo del meme azul defendiendo los “valores de siempre”, lo torcido de su interpretación de que cualquier intento de renovación y superación se vea como un ataque al “Orden establecido” convertido en dogma. Y explica, no justifica, la persecución del meme verde a todo tipo de jerarquía e incluso a la misma palabra. Muchos metidos dentro de la burbuja y llenos de “buenismo” hacen proselitismo de ello. El reduccionismo sutil impregna nuestra cultura académica, está implantado en nuestras universidades (la sabiduría no aparece en ellas, sólo el conocimiento), en los canales de las televisiones se potencian exclusivamente los conocimientos científicos (caso Punset) a la vez que se da un olvido total, o casi (excepciones en programas elitistas), del humanismo y no digamos de lo místico y lo llamado espiritual (como si lo científico no fuera también espiritual). En todo caso lo espiritual se suele tratar de forma ridícula -como magia- en canales minoritarios.

Hablar del meme verde es hablar de pluralismo, relativismo, multiculturalismo, descontruccionismo, antijerarquía... Y en muchas cosas el pensamiento del mismo ha conseguido corregir abusos y patologías. Corregir desequilibrios sociales, aún queda muchísimo por hacer, evitar marginaciones. Y ha efectuado críticas muy serias a la filosofía, como ha hecho el postestructuralismo con Foucault (él no aceptó que lo clasificaran dentro del postestructuralismo) y otros. Pero junto a estos y otros grandes aciertos hoy se le acusa de grandes desviaciones.

El relativismo que propugna llega a ser tan radical que es puro subjetivismo, niega cualquier realidad objetiva. Por lo que su visión de la verdad, al no tener ningún punto de referencia en la verdad más allá del subjetivismo, o en un conocimiento universal, es totalmente arbitraria. Solamente se apoya en el mismo individuo: “esto es verdad porque a mí me lo parece”, o la frase tan frecuente entre nosotros: “esa es mi verdad”, “cada uno tiene su verdad” (vaciando de contenido la palabra verdad) . Así que cada persona es libre de encontrar sus propios valores (me recuerda a Groucho Marx: “Estos son mis valores, pero si no les gustan, tengo otros”). Y en este maremagnum de relativismo pluralista total la palabra jerarquía es condenada por una gran mayoría. Dice Colin McGuinn, filósofo británico de nuestros días que ha trabajado sobre la filosofía de la mente, refiriéndose al relativismo pluralista postestructuralista: “Según esta concepción, la razón humana es intrínsecamente local, culturalmente relativa, arraigada en lo hechos cambiantes de la naturaleza y la historia humana... No existe ninguna norma de razonamiento que transcienda lo que es aceptado por una sociedad o época determinada... De este modo diferentes personas pueden asumir legítimamente pautas de conducta distintas. La única justificación de una creencia asume la forma de “que sea justificada para mí””. De aquí al narcisismo-nihilismo no hay ni un paso. Y en este clima se intenta destruir toda jerarquización porque se afirma que toda jerarquía es opresora del individuo. ¡Se retrocede, queriendo hacer lo contrario, en el proceso de socialización! “Cuestionemos toda autoridad” decían los estudiantes de los sesenta, movidos (algunos) por una moral más altruista que la anterior. Y una investigación psicológica llevaba a cabo en la Universidad de Berkeley demostró que no había tal moral en la mayoría, sino un retroceso de la moral sociocéntrica a la preconvencional-egocéntrica.

Jerarquías de desarrollo y jerarquías de dominio

Ya hemos dicho que la nobleza de miras del meme verde (unos cuarenta millones en la UE sobre más de quinientos millones de ciudadanos) considerando que todos los seres han de ser tratados con el mismo respeto impide a la inmensa mayoría verse a sí mismos, ver su propia postura. Caen en un activismo de negación total de las olas de desarrollo que propiciaron su propio nacimiento. Y ello, principalmente debido a que niegan aferradamente el hecho de la jerarquización y del papel que la misma ha ido desempeñando a lo largo de la evolución. Las actitudes de los memes anteriores con respecto a la jerarquía eran y son muy distintas entre sí. El nivel de conciencia de los señores feudales -meme rojo- no reconocía más que la jerarquía de la fuerza bruta, algo de lo que aún queda mucho entre nosotros (boxeo, concepción del trabajo entre mucha gente: para la que trabajar es “pencar”: esfuerzo físico...). En el azul, orden mítico, la jerarquía se pensaba como establecida por ¿dios?, algo totalmente inamovible, rígido como el mismo concepto de dios, las estructuras sociales y de la iglesia católica (clero-laicos)... En el del pensamiento científico la jerarquía deja de ser una estructura del rebaño para convertirse en la preeminencia del logro individual y del pensamiento científico (comparemos en la televisión la importancia que se da al pensamiento científico frente a la del pensamiento filosófico, o místico, ¡cuando no se da a la horterada y grosería!). “Esto es científico” sustituye al “Roma locuta, causa finita”. Se premia la excelencia y el triunfo. El meme verde se rebela contra todo esto con razón, pero se radicaliza y niega todo lo pasado e incluso el futuro. En una postura extrema sólo existe él, su relativismo e igualitarismo por los pies.

El nivel del yo sensible empieza confundiendo dos tipos de jerarquías, mejor, no distingue ningún tipo de jerarquía. Identifica jerarquía con opresión. Pero en la evolución de la realidad esto no es, ni ha sido así. El mismo hecho de la evolución o desarrollo es jerárquico, el proceso de crecimiento tanto filo como ontogénico es jerárquico, como se ha repetido ya hasta la saciedad y este proceso es bueno y necesario, absolutamente necesario. La evolución es un constante avanzar sobre lo anterior, es siempre un añadir algo más al nivel que se supera. Por ello cada ola nueva es más inclusiva, más abarcadora, más integral y por lo mismo menos marginadora, menos exclusivista, menos represora que las anteriores. Estas jerarquías que son cada nueva ola, no solamente no son represivas, sino integradoras. Una molécula abraza los átomos y los integra y unifica para que formen un todo nuevo. Así en todos los órdenes. Son éstas las jerarquías de desarrollo, también llamadas de actualización.

Por contra están las patologías, siempre posibles en todo nivel, en todo desarrollo, las deformaciones que constituyen las jerarquías de dominio o represión, que se han dado normalmente (no exclusivamente: existe el cáncer, los hipertrofias, deformaciones congénitas, los psicóticos...) cuando ha intervenido la voluntad del hombre en el desarrollo. Son esencialmente injustas, como las sociedades medievales, las jerarquías de los imperios antiguos, de los absolutismos (algo que se mantiene en muchas instituciones religiosas, las cuales encima tienen la desfachatez o la estupidez de proclamarse de derecho divino), de las monarquías, los privilegios -no las funciones- de la herencia o de la excelencia, las estructuras militares... el machismo, el feminismo radical... Finalmente la humanidad ha llegado a la declaración de los Derechos Humanos (declaración, no realización aún por desgracia) que es un paso hacia adelante. No el camino ya hecho.

Confundir ambas formas de jerarquías es un craso error y, por desgracia, muy común en el mundo académico hoy.

Corolario: El tema de los valores

Consecuencia evidente de lo expuesto es la existencia del valor y de las escalas de valores, incluso admitiendo la ambigüedad de la palabra valor y de las muchas escalas que existen y que podemos aceptar. No intento, ni pretendo, definir el concepto, no podría salir de una simple tautología. y es suficientemente ambiguo como para escapar de las redes opresivas de cualquier definición. Pero, todos sabemos lo que es un valor, podríamos intentar una aproximación diciendo que es aquello es estimado -¡valorado!- en sí mismo y no como medio para otra cosa, diciendo que es la cualidad por lo que algo es tenido en cuenta -¡valorado!-. Según algunos pensadores se podría decir que valor es lo intrínsecamente útil, lo que no ha de salir de sí mismo para ser apreciado -¡valorado!-: esto dicho en oposición a lo utilitario que es lo que sirve para conseguir una cosa distinta de sí mismo y que en sí mismo no tiene utilidad alguna, su paradigma: el dinero. ¡Es terrible ver cómo las mentes humanas están aferradas a este ídolo -el dinero- al que veneran por encima de todo y al que una gran mayoría de gente identifica con la felicidad! ¡¿Dónde nos hemos situado?!

El Valor es, como es el Ser, la Bondad, la Belleza, la Verdad. Todos estos aspectos que consideramos en nuestra mente dual del Ser no-dual son indefinibles, porque están más allá de nuestra mente que no puede llegar a la aprehensión o conocimiento por identidad, solamente al conocimiento conceptual. Y de esto es de lo que tratamos aquí, de afirmar su existencia, de asumirla. Para esto nos basta el repaso que hemos dado a la evolución de la Conciencia, que no es más que el Ser realizándose en su manifestación en el tiempo.

Quiero, sin embargo, tratar muy brevemente aquí, siguiendo el pensamiento de Wilber -lo he seguido en todo el escrito-, de unas modalidades, de unos tipos de valor que juzgo muy importantes tener en cuenta en nuestra dimensión profunda que es espiritual. En concreto de: el valor intrínseco, el valor extrínseco y el valor Sustrato (o valor fundamento).

Valor intrínseco es el que tiene un ser por su grado de inclusividad esto es, por la cantidad de holones, o totalidades-parte, que abraza. En el mundo de lo físico vemos que un organismo abraza dentro de sí mucho más que una célula y ésta a su vez más que un átomo. Sus valores intrínsecos son pues distintos, el del organismo superior al de la célula y el de ésta al del átomo. En la sociedad, una ciudad abarca más que un ciudadano...Y así tenemos que asumir que lo mundicéntrico tiene un valor intrínseco superior a lo sociocéntrico y éste que lo egocéntrico. Cuanto mayor es la cantidad de holones que abraza un ser, mayor es su profundidad (o altura, depende desde dónde se mire). Todo ser tiene su valor intrínseco, pero no es éste el único valor.

Valor extrínseco: es el que tiene las cosas para los demás. Es el opuesto al intrínseco. En este caso lo que se ha de considerar es la cantidad de cosas que tienen en su interioridad el elemento en cuestión. Por ejemplo, los átomos forman parte de las moléculas, y éstas de las células, éstas de los seres vivos y de los sensibles... por lo tanto para todos estos los átomos son necesarios. Su valor extrínseco es enorme. Si eliminamos los átomos desaparecen todos los demás nombrados, pero si desaparecen las células, por ejemplo, no desaparecen los átomos, porque la evolución es unidireccional.

Es fácil ver que cuánto más alto esté un ser en la espiral de la evolución mayor será su valor intrínseco y a la inversa: menor su valor extrínseco. En cambio cuánto más bajo esté un ser en la escala del desarrollo menor será su valor intrínseco, pero mayor el extrínseco. El valor intrínseco es el que tiene una cosa por ser una una totalidad individual, y cuánto más alta sea ésta mayor su valor intrínseco. Estamos hablando de los derechos de todo ser. Por otra parte el valor extrínseco no es el que tiene por ser una totalidad, sino por ser una parte relacionada, constitutiva (todos los seres u holones son siempre totalidades y partes, son siempre seres relacionados, no hay que recordarlo siempre) y como tal siempre tiene obligaciones para con...

Estos dos valores son valores relativos. Hay un valor absoluto, el valor Sustrato o fundamento. Es el valor que poseen todos los seres u holones por ser lo que son: manifestación del Espíritu, del Misterio, de la Vacuidad, del Cristo. En este sentido todos tienen el mismo valor, todos son simples manifestaciones del Absoluto, es decir, como dice Wilber y el budismo, todos tienen Un Solo Sabor, todos comparten la misma Talidad, que ni tiene partes, ni es superior, ni inferior, ni es jerarquía, sino una sola Esencia, un solo Espíritu que se manifiesta Todo en cada cosa. “Cuando tañe la campana no hay campana ni oído, sólo tañido” (De un maestro zen).

Esto en el mensaje del Nazareno se manifiesta de modo especial, a mi juicio, en el Amor a los enemigos, meta clara de la evolución. Algo que también expresa Pablo de Tarso a lo largo de la primera mitad de su carta a los romanos, aunque muy posiblemente con otras premisas filosóficas pero con el mismo sentido del Misterio: Pánta anakefalayósein en tó Xristó. No hay excepción. La Realidad es no-dual.

José A. Carmona

jueves, 13 de octubre de 2011

¿Oración de petición?

La oración de petición

En este tema, como en todos, lo que tengo es una gran pregunta y alguna que otra hipótesis que quiero ir exponiendo en este escrito. Se trata de un asunto que me viene “preocupando”, y de algún modo ocupando, desde hace décadas. La liturgia católica está llena de oraciones de petición. Las eucaristías están plagadas de peticiones: primera oración -de petición- con la que se introduce la liturgia de la palabra, las plegarias de los fieles, la oración del ofertorio, la de la postcomunión, sin excluir todas las peticiones que se hacen al Padre a lo largo de la anáfora eucarística. La veneración de María como ¡intercesora entre su Hijo y los hombres! Además: las misas de difuntos, las letanías, “la Salve”, incluso el Padre Nuestro puede ser interpretado, y de hecho lo es, como una oración de petición más. Poco a poco esta inflación de peticiones a Dios está bajando en la institución, pero aún hay muchas recomendaciones: “ruegue usted por mí”... Esto lógicamente no se da en el budismo al no considerar un Dios personal, ni un Dios otro. ¡Ojo que tampoco los budistas son panteístas, ni ateos! (palabra muy desafortunada, porque todos tenemos un referente).

Ya en mi época de estudiante de teología en Salamanca sentía en mi interior repulsión ante todo esto de la oración de petición. Si Dios es omnisciente, sabe lo que necesitamos y si es todopoderoso y padre amante ¿cómo no nos va a dar lo que necesitamos? ¿qué sentido puede tener pedirle? Y si Él sabe que lo que le pedimos no nos conviene para ¿qué se lo pedimos? O es una blasfemia o una soberana tontería.

No niego en modo alguno el bien inmenso que la oración -la comunión de los santos- ha hecho y hace entre los hombres y en el cosmos, es una forma de caer en la cuenta de que el cosmos es Kosmos, es Espíritu sustrato de toda la realidad múltiple y variada que es. Ni pongo en tela de juicio la maravilla que la liturgia romana ha ido creando a lo largo de la historia. Pero critico que la liturgia se haya convertido en rubricismo, se haya anquilosado en un conservadurismo a ultranza en contra de todo progreso de la conciencia humana, hasta el punto de que la liturgia se manifieste hoy como un obstáculo para el encuentro con lo numinoso, cuando su función es ser símbolo. La reforma llevada a cabo, haciendo versión de los textos a lenguas vernáculas, ampliando las anáforas y lecturas bíblicas diversas... es un simple lavado de cara, no un cambio de conciencia por el que la liturgia se haga mediadora -no intermediaria- hoy entre lo transcendente y lo inmanente, por el que sea lo que realmente es: simbólica. Las eucaristías cada vez están más vacías, y la humanidad sigue sedienta. El hombre es un ser simbólico (Cassirer). Sería bueno y oportuno, y lo es, que las eucaristías sean en verdad “comidas de Amor”, “compartir lo que se es”, “diálogo entre los hombres”, “búsquedas del tú-yo en el Misterio”, “rastros de sangre y de vida”, “esperanza y apoyo”, “aperturas comunales de conciencia” “oración colectiva, no de individuos juntos”, "comunión con lo numinoso", "oración"... Pero, aún se mantienen en su ejercicio conceptos -no Misterios- medievales como transubstanciación, consagración, peticiones a Dios, comunión que no une nada ni a nada...

Vayamos a la oración de petición. No hablo de la oración en sí misma, sino de la llamada de petición. Esta oración es una constante en el Antiguo Testamento y abunda en el Nuevo. Baste recordar: “Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama le abren” (Mt 7, 7.) Lo mismo dice Lucas hablando del amigo inoportuno e insistente (Lc 11, 5-13), la oración del Padre nuestro que también recogen Mateo y Lucas (Mt 6, 9-15. Lc 11,1-4), aunque el sentido de las peticiones del mismo es el perdón de las ofensas. Por todo el Nuevo Testamento encontramos expresiones y hechos que respaldan, al menos lo parecen, las peticiones a Dios. Recuerdo que ante estos textos yo me planteaba un dilema: o Dios no es lo que me han pintado, o estos textos no pueden tener sentido. Nunca me planteé en aquellos tiempos que la Biblia pudiera no ser “Palabra de Dios” y Palabra infalible tal como se interpretaban estos conceptos: palabra y dios. Se pueden aducir, como en muchas ocasiones, textos del mismo Nuevo Testamento que contradicen lo anteriormente expuesto, como Lc 12,25 "¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, puede añadir un solo codo a su estatura?", o aquel del mismo capitulo: “No estéis con el alma en vilo buscando qué comer... ya sabe vuestro Padre que tenéis necesidad de eso” Y si lo sabe ¿a qué viene la petición? O el de Mateo, un poco después del que aconseja la petición (Mt 6,33): “Buscad el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura” Si se nos dará ¿por qué pedirlo? O acaso la petición tenga otro significado o función... Sería bueno no olvidar que la mayoría de estos consejos sobre la oración de petición están incluidos en el Sermón del Monte de Mateo, de la Llanura de Lucas, y que en el mismo se dan consejos como: “Si tu ojo derecho te pone en peligro, sacátelo y tíralo...”(Mt 5,29...). Todo entra en el mismo paquete. Todo exponiendo la mentalidad cristiana de la comunidad de Judíos-cristianos en Jerusalén, parece ser.

Yo no soy ningún experto en escrituras bíblicas, sólo sé algo de latín y griego clásico, no bíblico, y el hebreo se me ha olvidado por completo. Aunque el hecho de que pudiera conocer estas lenguas perfectamente poco cambiaría, todo ha sido estudiado hasta la saciedad, aunque no hasta el final. Basta, pues, con conocer lo estudiado, como en todo conocimiento académico. Lo que es verdaderamente necesario, más que conocer personalmente las lenguas bíblicas, es la evolución de la conciencia para abrirse a nuevos mundos también en materia bíblica. Hablaré de ello más adelante. Insinúo, empero: las palabras de la Biblia han de ser un punto de partida, nunca un final que no se puede traspasar. ¿“Roma locuta, causa finita”?.

Radolf W. Emerson, filósofo, místico y poeta de EE. UU. dice en su libro Self-reliance:

La oración que pide un bien determinado -todo lo que no sea el bien completo- está viciada. La oración es la contemplación de los hechos de la vida... Es el soliloquio de una alma contemplativa y jubilosa... Pero la oración como medio para lograr un fin privado es bajura y robo. No supone unidad en la naturaleza y en la conciencia, sino dualidad. En el momento en que el hombre se hace uno con Dios, deja de pedir. Entonces ve la oración en toda acción... (275) (La negrita es mía).

A Raimon Panikkar, teólogo y filósofo insigne, le preguntaron en cierta ocasión qué entendía él por oración, y respondió:

El acto de escuchar al Espíritu. Obedecer (ob audire =oír) la sinfonía de Dios, del Hombre y del Cosmos... No quedarse en una petición, sino estar en actitud de contribuir positivamente al funcionamiento del universo.

Para él, y yo lo veo como él, el consejo evangélico de estar permanentemente en oración - vigilad porque no sabéis el día ni la hora...- no es más que la expresión de una invariante humana tanto antropológica como ontológica y además una constante psicológica. Las almas contemplativas de todas las épocas han vivido en esa oración constante. Pero esta oración nunca ha sido petición sino una liberación real, un realizarse el ser en sí mismo. La oración es en palabras suyas la participación de la vida trinitaria en nosotros.

Y en esta misma línea -la oración de petición no es oración auténtica- podríamos traer a colación infinitud de textos de teólogos, sabios y místicos. Baste con los anteriores.

Si hoy se piensa esto, ¿dónde queda el sentido de la intercesión? ¿dónde queda esa costumbre inveterada de pedir a Dios, a la Virgen y a los Santos? ¿dónde la oración de petición tan difundida en el cristianismo? “Ora pro nobis”.

Deseo apuntar que en esta dualidad, relativamente real en la que sosmos, y en la que necesariamente se inserta la oración de petición el que pide recibe siempre algo, quizás no según su deseo, pero recibe alguna cosa, hoy lo sabemos, la recibe de su subconsciente del que su petición no es más que una proyección. Por ello el que reza por algo siente gratificación , no claridad ni comprensión, al hacerlo. Lo cual no quiere decir que en modo alguno Dios, el Misterio o lo que sea, haya “oído” y “atendido a” la petición. Es obvio -dice Krishnamurti- que lo inconmensurable no puede puede responder a lo mensurable. Dicho esto, paso a una reflexión sobre la relación nivel de conciencia-oración de petición.

El desarrollo psicológico procede nivel a nivel, etapa a etapa. Dicho desarrollo no es más que un elemento más en la globalidad en la evolución general, la cual procede igualmente nivel a nivel, por eso lo que sucede en el desarrollo en el nivel ontogénico (estudio del desarrollo del individuo) también parece que sucede del mismo modo en el filogénico (estudio de la evolución de la especie). “Estos niveles o fenómenos estratificados -dice Bateson- la psicología moderna los ha descubierto en el mundo de la mente”. Cada estrato o nivel superior engloba y abraza, o sea, transforma y transciende el nivel inferior. Por ejemplo, la biología del árbol está transcendida en la biología animal y ésta en la humana. Todos los grandes psicólogos del siglo XX -Maslow, Kolhberg, Gilligan, Gebser, Piaget...- han aportado mucho a este estudio de los niveles “de conciencia” “de realización del Sí-mismo”. Son muchas las etapas de este desarrollo, pero, como ya he referido en otros artículos las podemos resumir en tres: la etapa prerracional o prepersonal (comprende muchas etapas a su vez) a la que Gilligan llama egoísta, la racional o personal (comprende muchas otras etapas también) a la que Gilligan llama del nosotros o social, y la transracional (que comprende niveles como el psíquico, sutil, causal, no-dual) o mundicéntrica. Globalmente considerada atendiendo al nivel medio -en sentido muy lato- de las conciencias, la etapa prerracional abarca en Occidente desde los comienzos de la aparición del hombre hasta el Renacimiento en el que la razón comienza a reinar, la racional desde el Renacimiento y la Modernidad hasta los siglos XIX y XX, posteriormente ha comenzado a apuntar en algunos o muchos casos (según se mire) la etapa transracional. Sin embargo, establecer límites temporales a las etapas de la evolución de la conciencia es un poco absurdo porque coexisten siempre algunas en el mismo tiempo, y, además, todos los místicos transcendieron con creces la etapa de conciencia media de sus contemporáneos. Evidentemente Jesús de Nazaret alcanzó el nivel más alto de la evolución de la conciencia. Según algunas estadísticas recogidas por Kohlberg, Wilber, Carol Gilligan y otros, un 70% de la humanidad actual se halla aún en el nivel mítico, o peor en el nivel mágico, del desarrollo de la conciencia, que son las primeras etapas de la prerracionalidad, o sea, la mayor parte de la humanidad no ha salido de la etapa egoísta. Las subetapas posteriores prepersonales son las de pertenencia (a un grupo, un clan, una tribu, una iglesia, un equipo deportivo, una nación..., en el que deposito todo mi ser) y la agraria o neolítica, hermanada con la de pertenencia. En estas “subetapas” de lo prepersonal permanece la institución católica, y ellas son el fundamento psicológico de la oración de petición, tal como yo lo entiendo. Jesús llegó -no nació siendo el Cristo, no hay teólogo no-institucional que no lo afirme- al nivel de Identidad con el Misterio en su exaltación por Dios (el Padre) a la que llamamos resurrección. Pero, Jesús fue deudor de una cultura -en todo semejante a nosotros menos en el pecado que dice Pablo- dentro de la que comunicó su mensaje, y en esa cultura hay conceptos e interpretaciones como el sheol-hades, el fuego del infierno, los sacrificios expiatorios de animales, las plegarias y peticiones, las limosnas al templo, los milagros...¡la esclavitud! asumidos igualmente por Jesús que era judío del siglo 0.

A cada nivel de conciencia corresponde un paradigma. En nuestro caso concreto, tratamos de la oración de petición, se trata de un paradigma espiritual (o religioso) que es un aspecto del paradigma propio de esta conciencia: el prepersonal. Paradigma no racional, infantil (como dice y muestra la ontogenia), incapaz de soportar el más mínimo análisis crítico desde la racionalidad, no digamos desde la transracionalidad. Un paradigma teocrático y heterónomo.Sin duda que empezó siendo mágico y fue evolucionando, pero sin transcender los límites agrarios, teocráticos y heterónomos y siempre teñido de magia y de mitos exotéricos. Es en el que se refugia la inmensa mayoría de los que se autodenominan (con una mala utilización de las palabras) creyentes o no creyentes: ateos, (personalmente la actitud agnóstica me merece mucho respeto, aunque no la comparta. El Misterio va más allá de la razón, no es que se quede antes ni que ella lo pueda descubrir, lo pueda ni afirmar ni negar).Es el paradigma de la inmensa mayoría de los que se llaman católicos.

La llegada al nivel personal o racional (claramente ambiguo esto de lo racional como aceptan los filósofos actuales) exige per se un nuevo paradigma, un paradigma autónomo: un nuevo referente de comprensión del Kosmos, un nuevo lenguaje porque hay una nueva Visión. Nunca una negación del Espíritu (error craso de la modernidad): No puedo aceptar el Dios medieval, lo que no quiere decir que Dios no sea, sólo que de ser no puede ser lo que dice el Medievo. Comporta una nueva Visión, que no es mera interpretación sino co-creación -dicho en términos abrahámicos-, del mundo, del hombre, de Dios... de la Realidad. ¿Podríamos llamarla visión cosmoteándrica o habría que reservar este nombre para la transpersonal?.

En la etapa transpersonal o transracional, la Visión se transforma en Identidad, mejor dicho, la persona cae en la cuenta de que la Visión es Identidad. Cae en la cuenta de la Totalidad no-dual. El conocimiento deja de ser definitivamente conceptual para ser Identidad: Sabiduría. ¿Paradigma de Conciencia de unidad o identidad? ¿Paradigma de la Visión cosmoteándrica?

Y el paradigma sobre el que se construye toda la “teología” cristiana-católica, el paradigma que “es” la mente de los que escribieron las Escrituras fundantes -en las que se fundan las religiones institucionales del libro-, tanto cristianas como musulmanas, de Occidente -no tengo conocimientos para decir nada de las orientales- es el de la prerracionalidad, del infantilismo, de la incapacidad para someterse a una crítica seria de la razón (por muy ambigua que esta palabra sea), el teocrático (sea un dios, una diosa un líder, un emperador, un rey, el jefe de la tribu...o el cantante de moda, o el mejor futbolista de mi club... el theos). Quizás de ahí su dogmatismo a ultranza. Mas la Vida no es doctrina, es Sabiduría: los que no hemos caído aún en la cuenta de que somos Vida necesitamos en muchos momentos doctrina (doctrina que describe: ciencias, doctrina que explica: filosofía), pero no dogmas, el dogma es para los infantes que necesitan apoyarse incondicionalmente en sus papás. Los elementos del paradigma prepersonal se están cayendo a raudales desde hace unos siglos: Una diosa primitiva, un dios otro, todopoderoso, creador; los conceptos teológicos de la escolástica: persona, substancia, naturaleza, creación, gracia, redención, sacrificio de la cruz, satisfacción por los pecados, siete sacramentos (yo los enseñé en la facultad), postrimerías... y oración de petición.

¿Quiere esto decir que todo lo enseñado y alcanzado, todo lo realizado en la etapa prepersonal no era verdadero?

Hemos de distinguir entre verdadero y auténtico, pero antes quizás, hemos de sustituir en muchísimas ocasiones la palabra “verdadero” (que usamos con tanta frecuencia en el lenguaje coloquial) por la palabra “válido”. Verdadero ha de ser todo en cuanto que es Ser: Verdad. Válido es lo que ayuda a, tiene carácter de utilidad, pero siempre dentro del mismo nivel de conciencia. No me cabe duda de que todo lo elaborado bajo el paradigma perpersonal de pertenencia tuvo validez para quienes vivieron con esa Visión, les sirvió, aunque nunca les ayudó a superar su propia Visión. Quedaron clausurados en ella. Podemos utilizar un ejemplo para entender algo de esto. El viejo paradigma es semejante al hecho de alumbrarse con la lámpara de sebo animal que alumbraba las noches en el pasado remoto y no tan remoto (se cambia el sebo por aceite, petróleo...). El paradigma personal sería similar al hecho de alumbrarse con la luz eléctrica. No sustituir la lámpara por la luz eléctrica sería una aberración: luz eléctrica que ha llevado consigo la creación de un mundo nuevo de luces, colores, sensaciones, vida... valores, actividades, diversiones... mundo que no existía en los tiempos anteriores. Pero también luz que conlleva nuevos problemas y que por otra parte tampoco es la última palabra pues el desarrollo sigue. Los paradigmas seguirán cambiando en función del nivel de conciencia.

Auténtico es lo que empuja, siendo válido para el momento y circunstancia, a superar el nivel de conciencia, a transcender la etapa de evolución. Por ejemplo, la insatisfacción al sentirse asentado en una Visión determinada -asentado en la lámpara de aceite, en la luz eléctrica, asentado en una interpretación religiosa cargada de infantilismo al que se le llama fe...-. Según esto lo prepersonal fue (y puede seguir siendo para quien no se plantee nada más que seguir al grupo) válido, pero no cuestionárselo no tiene nada de auténtico. La oración de petición tuvo su significado, su validez -dio conformidad a mucha gente-. Pero instalarse en la oración de petición, instalarse en un paradigma superado no es auténtico, como tampoco lo puede ser instalarse en el paradigma personal. Instalarse hoy en la oración de petición no es ser auténtico en la Fe que es experiencia de aquello que siendo Yo me transciende. Nos advierte el evangelio del peligro de la instalación: “Mansionem manentem hic non habemus” predica el texto de la Vulgata.

Quiere esto decir, supongo que muchas personas no han podido soportar lo que acabo de escribir, yo tampoco lo hubiera podido hace quince años, (¿estoy diciendo disparates?) pero si aún tienen un poco de coraje me atrevo a pedirle que sigan leyendo, ¿Quiere esto decir, repito, que todo lo referente a Dios, a la religión es una chorrada para mí? En modo alguno. ¡Todo lo contrario! El Misterio es algo tan maravilloso que no lo podemos encasillar en un paradigma humano, ni en el prepersonal, ni en el personal ni en ningún otro. ¡Yo estoy prendido de Jesús, el Cristo! Pero lo quiero ver, lo quiero experimentar a través del prisma que mi conciencia, que evoluciona, tiene en estos momentos, lo quiero interpretar desde un paradigma válido para el nivel en que me encuentro, como muchos _al menos casi 2.000.000.000- en la humanidad hoy. Pensar que estoy negando que exista el horizonte es estúpido, lo que niego es que desde la orilla del mar se tenga el mismo horizonte que desde la montaña que está junto a él. Los horizontes se amplían y la Visión se engrandece. Visión que no es solamente percibir sino también co-crear. “Creatio in fieri”. El conocimiento conceptual presupone un mundo creado. La sabiduría supone transformación constante. Y sabios siempre los hubo, pero han sido y son pocos. En nuestra cultura hemos vaciado de contenido muchas cosas, entre ellas la palabra “sabio”. Sabio no es el que conoce mucho, sino el que se conoce transformándose”. Saber no es conocer, conocer es tener tener erudición, lo he repetido hasta la saciedad.

La oración de petición presupone una Visión de la Realidad basada, como digo, en un paradigma de pertenencia y neolítico en el que el Misterio aparece como un Sujeto (¿similar? a nosotros), capaz de oír las peticiones de los que tienen ¿fe? en él, de desoír las de los que tienen ¿fe? en otro, o simplemente no la tienen, capaz de cambiar las ¿leyes naturales? Aparece como un señor o ¿padre? que exige que sus hijos le pidan para darles, pese a que él lo sabe todo, que se satisface con la sangre de su Unigénito, que necesita mediadores como María y los santos... y que normalmente hace caso omiso de las peticiones que recibe. Y ¿qué te aconsejan los dirigentes espirituales cristianos si tus peticiones no son escuchadas? Tener más fe -confianza en ese ser que hemos creado por oposición a lo que somos-, o sea, más infantilismo. ¡La fe es una cosa muy seria para maltratarla de esta manera! Y al final aceptar la que llaman “voluntad de dios” ¿Qué estamos proyectando en la oración de petición? Nuestra finitud y contingencia a la vez que soñamos un Ser que no es más que un ídolo mental.

Y a la hora de acercarnos a la Biblia se nos dice por la institución católica que es la Palabra de Dios, y como la Palabra de Dios no nos puede mentir, lo dice taxativamente el concilio Vaticano I, la conclusión es clara en la Biblia solamente se dice la verdad -la doctrina del grupo-. Mas resulta que cuando los hombres nos hemos puesto a leer y estudiar la Biblia ¡Cuántas contradicciones, inexactitudes, errores, incluso aberraciones... hemos encontrado! Quizás este libro, la Biblia, no sea más que un libro de testimonios de gente que creía en Yahveh y de las comunidades que seguían lo que les habían predicado sobre el Cristo, en modo alguno un libro de oráculos en los que “ese Dios: Yahveh” proclama la verdad. Como dice Lenaers.

Después de la modernidad con la separación de la Verdad, la Bondad y lo Bello y más aún del estructuralismo y de la postmodernidad con su apertura mental hacia los contextos no podemos permanecer en paradigmas infantiles, al menos no es serio- lo serio no es lo triste y cariacontecido-. Estos nos aparecerán muy seguros, -claro: yo tengo a mi papá (¿papa?) que no se equivoca-, pero nos llevan a una idolatría sin sentido, a una ineficacia comprobada, y a una gran ignorancia del Misterio, ignorancia que estorba para percibirlo, salvo en casos de personalidad muy fuerte. Nos alejan del Cristo, de la Vida, del Amor que nace del Ser. Nos cierran en el pobre círculo de una idolatría cuando menos estéril, si no nociva.

¿La Biblia es la recopilación de la Palabra de Dios pronunciada a lo largo de la Hitoria? ¿La Biblia es un libro de testimonios? ¿Cómo entender la Biblia?

Está claro que en el paradigma prepersonal o infantil de pertenencia a la tribu (comunidad, iglesia...) el significado de Palabra de Dios no puede ser otro que conjunto de expresiones verbales y narración de acciones con las que Dios, el Todopoderoso, ha ido dirigiendo el curso de la Historia de los hombres. En este campo caben todos los sentidos dados a la Biblia a lo largo de los siglos desde el literal -propio de la ignorancia radical del medievo- hasta el simbólico -con una significación puramente conceptual de lo simbólico como lo no-real-. En todos aparece el Todopoderoso dirigiendo La Historia. Por lo tanto, hay una alteridad-dualidad: Dios-hombre. Algo que supone la fe en un Dios otro y con capacidad para corregir su propia obra: la creación.

Hay, pues, una idea de Dios, idea idolátrica como ya he expuesto en otro artículo, un concepto de un Dios hecho a capricho de los deseos humanos. Traigo a colación un pequeño párrafo de aquel artículo:

Si acudimos al Símbolo Niceno, así como a los catecismos de toda época, incluido el Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por Juan Pablo II en 1997, nos encontramos con la misma concepción de “Dios”, concepción que corresponde a la polaridad opuesta a lo que el hombre “concibe como su propio sí mismo”. El hombre se siente condicionado, luego Dios es lo Incondicional, el hombre se siente contingente, luego Dios es el Absoluto, el hombre se siente temporal, luego Dios es lo Eterno... En una palabra, dice Mónica Cavallé que se trata de: “una noción de Dios concebida por el yo y que sólo tiene sentido para el yo y desde el yo”.

En cuanto a qué significa Palabra en la expresión Palabra de Dios, entiendo que se refiere fundamentalmente a la expresión verbal, más allá de la lengua, del momento y de la historicidad de lo dicho. A lo largo de los siglos de vida del cristianismo la interpretación de cómo hay que entender la “Palabra” ha variado substancialmente: ¿Comunicación?, ¿Acción?, ¿Literalidad? ¿Sensu Spirit(u)ali?... Creo que todo debido a un referente infantil: el paradigma prepersonal.

La Biblia, es la postura de autenticidad, la hemos de ver desde un paradigma más maduro (racional o transpersonal). Personalmente me parece válida la propuesta de Lenaers: Un libro de testimonios. Y en un libro de testimonios las sentencias, frases, afirmaciones, eslóganes sólo adquieren sentido en la visión global. Tomados aisladamente no tiene valor significativo. En esta visión, entiendo, cabe totalmente la interpretación de la Biblia como un libro simbólico, como lo serían el Tao, los Vedas, Al Coram, pero asumiendo el significado profundo del símbolo: no algo opuesto a lo real, sino como lo profundamente real. Símbolo es aquello que hace superar la dualidad aparente de las cosas y nos hace vivir la no-dualidad. El símbolo más auténtico de todos es el Amor. Sus expresiones físicas: abrazo, beso, caricia, cercanía, entrega de bienes... nos pueden servir de ejemplo también. La Biblia no nos cuenta una historia, entre otras cosas porque sus autores no tenían ni idea de qué era “la historia” pero es el abrazo que nos une a otros hombres que también fueron conscientes del Misterio. O quizás no eran “otros” porque no hay otros en lo Profundo, en la Conciencia de Unidad.

Además, a la hora de entender las expresiones atribuidas a Jesús, se ha de tener en cuenta, lo que ya he apuntado, Jesús era judío y su cultura era judía y del siglo 0, aunque su conciencia estuviera en el nivel más alto posible -conciencia de unidad o de identidad-. Y sobre todo se ha de tener en cuenta que los escritores de los libros del Nuevo Testamento también eran judíos, que las comunidades cuya fe es la narrada en los libros pertenecían a una etapa de conciencia prepersonal. Esto es lo que recogen los libros. No pueden hacer otra cosa. No podían exceder su nivel. Como hoy tampoco podemos exceder nuestros propios niveles. ¿No sería absurdo hablar a aquellas comunidades de la necesidad de que mi ordenador sea más rápido? No entenderían nada. La informática no entra en su paradigma, como tampoco lo hace una visión no-dual de Dios, del Misterio, ni lo deja de hacer la oración de petición. La Edad Media vino a empobrecer el nivel de conciencia y el paradigma de referencia. Y nosotros aún somos deudores.

Son muchísimas las aportaciones y reflexiones que se podrían ir añadiendo a estas, pero la brevedad en un artículo es un bien. Pienso que posiblemente lo más importante está dicho. O quizás no.

José A. Carmona