lunes, 19 de mayo de 2008

Poemas personales

Poemas

MEDITAR

(Ens, unum, verum, et bonum convertuntur)

Abierto el Silencio,

los Sentidos despiertan cerrando sus puertas.

La Sangre camina senderos y surcos,

el Cuerpo echa raíces,

y se hace Tierra.

La Consciencia se abre

al son de lo eterno,

y resuena su estruendo en gritos de llanto.

Y percibe.

Y palpa.

Y ama y fecunda,

henchida de sí,

hecha… Libertad.

El Alma remonta

un vuelo sin aire, un vuelo de Vida,

transido de Bien.

Un vuelo fecundo de Fuego sin alas

que afirma constante

la Verdad y la Fe.

El Espíritu brota, rompiendo horizontes,

inundando al hombre

con la Luz del Ser,

y graba en el Alma con marca

indeleble

la señal perenne

del Amor y el Bien.

Se cierra el Silencio…,

duermen los Sentidos y abren sus puertas.

Y el hombre trasmina su tiempo impreciso

Con pasos de dudas…

en la oscuridad segura

que alumbra el Camino.

Breves

El camino se hace lento

en mis pies acelerados,

pues es camino del alma

que cada día trabajo.

Mis manos miran tocando

y mi corazón engendra

la vida que mi alma lee

en las luces de la tierra.

En mi interior el aire

es como el Pan y el Vino,

pero mis pies son muy lentos

y apenas ven los caminos.

Las obscuridades mías

enturbian todos mis sueños,

si fuera mi vida limpia,

serían de color de cielo.

EL TIEMPO

Suave,

impávido al

deslizarse, provoca

quebrantos que no rompen

sino afirman nuestra finitud de hombres.

Apenas horizonte, que

acercándose,

se aleja bajo las luces y sombras

de una vida que es consciencia.

Pesadez en lo hondo,

que permanece

arraigada en pura presencia,

que embelesa los sentidos.

Sabiduría acumulada en

múltiples sabores del Espíritu,

que catalizados en Solera,

se fundieron con el yo.

Manifestación,

pasajera de un viaje de colores,

que se escurre entre las manos

y habita en el corazón para

abrirlo al Universo.

En el injerto aflorado

En el injerto aflorado

de un camino no percibido

unos olores se asientan,

para comunicar, a quien huela,

una presencia no nacida,

que rompiendo los tiempos,

engendre el sosiego en las carnes

que hierven en sus deseos de vida,

en su búsqueda insatisfecha de dones.

El caballo, fugaz de aires,

duerme en el establo,

acunado

en su propia vida hecha jirones

de llantos y alegrías.

Luciendo silencios

para las preguntas hechas de silencio,

el injerto, el caballo y el sosiego

apuntan hacia el agua

que corre cristalina de

las fuentes a la Fuente.

Silencio, palabra, cantos

y… un puñal en el silencio.

EROTISMO

Gravedad,

que oculta un peso

que no es tal,

sino Libertad,

que, creadora, se expande

en Belleza presentida.

Forma,

que remonta

hasta la Fuente,

hasta el Vacío del no tiempo,

en gratuidad extasiada

de una comunión

consciente.

Cobijo,

de un sendero,

abierto a la Luz,

hecho Materia transcendida,

en la que encarna

la Vida,

peregrina de las horas.

Fragmentación

Rotos,

a trozos percibimos una vida,

que, plana,

no transciende los sentidos.

Una vida no real,

estancada en las pieles humanas,

hechas de plástico denso,

enemigo de las aguas que

fecundan las fuentes

eternas.

Fragmentados,

divididos,

prohibiendo,

culpables de todo,

ahogamos nuestro yo

en una tristeza estéril,

que nuestros pies ata

a las rocas del desierto.

Mas,

en nuestro interior, una sola Sangre

recorre nuestro cuerpo y

nos regala la raíz de la vida.

Una única Luz invade nuestro Ser,

manifestada múltiple

para abrazar la Vida.

Un solo Sustrato,

un solo Misterio

nos mantiene en el camino

de ese Universo pleno

que ya es

lo que nosotros somos.

Interioridad

Un silencio sin palabras,

no nacido,

plenitud de allende el tiempo,

que, multiplicado en luz de miles

de estrellas,

perfora las formas,

y se hace alegría jugando con las sirenas

y las olas en los mares vivos.

Una vida sin tiempo.

No nace, ni muere, sino

testigo constante del alboroto

de las edades,

permanece jubilosa

en la unidad de los abrazos,

que la conciencia entreteje.

Un mar de profundidades,

que asoma, leve, su faz

en colores, ondas y luces.

Y que expande sus entrañas,

preñadas de fecundidad de plata,

por los fondos abisales,

en los que la respiración

se licúa en agua con peces, sales y misterio.

Y se hace ternura

al besar quedamente tus arenas.

Interioridad…

Vida…

Misterio

Sexo, ternura, fusión

Atado a la Libertad Suprema,

mi yo caminaba impreciso,

rompiendo dogmas y asertos

que mentes niñas engendraron.

En las lecturas huidizas que,

confuso, en mi interior leía,

barruntaba breve un horizonte

al que mi Ser entre miedos apuntaba.

En mi juventud, ambigua,

el tiempo detenido

se hacía esqueleto de hielo,

que mi conciencia ataba

a los fangos del pasado.

Allá, pasados los treinta,

en los apuntes luminosos

de mi consciencia, aventada por la fe,

el viento, imán de mi sentir, dibujaba

un nombre con figura de mujer.

Mujer con rostro y con cuerpo,

derramada en regazo de acogida.

Mujer de seno abierto

a la plenitud de la ternura,

mujer de ojos rebosados

en lágrimas de Vida.

Y mi conciencia, temblorosa,

palpando apenas,

las paredes del Misterio,

trasminó las creencias para

descubrir la Luz.

Al fin, el nácar de una piel,

que en la intimidad de sus pliegues,

envuelve el Arcano,

iluminó mis ojos

con el camino hacia el No-Tiempo.

Me licuó en la gracilidad de

sus caricias de silencio.

E hizo brotar en mi carne una

Vida, que, sustentada por la Fe,

transciende toda creencia.

UNA LUZ DEL ALMA

En los albores otoñales

de una vida, vivida

al amparo de una Fe buscada,

mi alma, sedienta de sí misma,

está inmersa en

una luz que la transforma,

alumbrando permanente

la evolución hacia la meta del inicio.

Una luz del alma,

que la interpela en sus raíces,

para que rompiendo las máscaras

se haga ternura en el servicio.

Una luz del alma,

que, penetrando los orígenes

de una existencia en la carne,

inspira un amor de entrega,

que se hace renuncia

en la fe de cada día.

Una luz del alma,

proyectada

en donación silenciosa

hacia el arcano del Misterio,

presente en las vidas que me aman.

Una luz del alma,

recibida en gratuidad,

y en gratuidad hecha don

en un Mundo que se hace Conciencia.

Una luz del alma,

herida abierta en mi corazón de hombre,

que va dejando su sangre

por los surcos de este arado,

para fertilizar el amor

con una paciencia vivida

en el silencio de quien

barrunta nuevos sabores.

Una luz del alma,

que transforma mi carne y sangre

para que sea donación y transparencia

del Misterio

que enamora los senderos,

esperanza abierta a mi caminar.

¿ERA OTRO?

Apoyado su cuerpo

en la pizarra fría del acantilado,

un hombre bebía

la luz y el calor silentes

de la alborada marinera,

que un sol,

parido por los mares

regalaba a los cielos,

preñados de esperanzas.

Su espíritu volaba

en comunión íntima

con él: púrpura en los ojos,

luz del camino en el interior,

con aquel aire de agrestes salineros,

con aquellas aguas de dulce y húmedo tacto,

mientras, su cuerpo,

de todo sentir privado,

se hacía uno con la roca.

Sucedió allá, en los tiempos pasados,

en las venas de aquel hombre

corría el siglo dieciocho.

O quizás no…

El tiempo se había parado.

Su espíritu volaba,

era un momento sin tiempo,

su identidad carecía de pasado

no conocía un futuro.

Era, era, era…

…………..es, es, es,

……………………………..soy, soy, soy…

¿Era quizás otro hombre?

O ¿simplemente soy yo?

SERENIDAD

Tranquila,

serenamente mecida

por salinas aguas alargadas,

que prendieron sus turquesas en los cielos,

eres presencia en el tiempo

de lo que es sin inicio.

En los silencios, el Silencio Tú me dices,

rompiendo mi corazón

con retazos de penumbras,

con besos de suave brisa, plasmados

en mil colores que tus manos van pintando,

en mil pasiones con las que tu corazón anega

en riadas de plena vida

los rincones de mi alma.