viernes, 16 de enero de 2015

ALGO ACERCA DE LOS VALORES



Ya en agosto de 2014 escribí algo sobre el tema de los valores. Ahora respondiendo a una amable invitación, y porque tengo ganas de hacerlo, me propongo ampliar mínimamente aquellas pocas líneas.

Pienso que la mejor manera de conocer lo que queremos decir al utilizar la palabra “valor” es la de contemplar la conducta humana (tanto la de los demás, como la propia) y ver qué es aquello que impulsa a los diferentes hombres y mujeres (y nos impulsa) a perseguir en la vida una cosa u otra. Saber (mejor, conocer) qué es el valor es, en origen, el resultado de la observación tanto exterior como interior. Como sabemos bien, nos encontramos con los más diversos objetos, sentimientos, ideales... que motivan a los humanos. Desde lo más craso y material hasta lo más espiritual y místico. Y a esto que nos motiva lo llamamos “valor”.

De hecho, en la vida cotidiana hemos unido fuertemente el valor a la utilidad, y a la utilidad instrumental. En cualquier comercio se desarrollan estas escenas: “Por favor, póngame ese pollo- ¿Cuánto vale?” Identificamos el precio con el valor y mensuramos el mismo en dinero. “Tantos euros el kilo.”

Poco a poco nuestro pensar se ha empobrecido con nuestro lenguaje y estamos hablando constantemente de mercantilismo al hablar de valores. ¡Hasta las obras de arte se subastan por dinero! ¡Cambiamos todo, porque queremos, por dinero! Estamos reduciendo el valor a lo utilitario, cuando no trastocando los valores y ¡llamando verdad a la mentira! (de tanto repetirla). La palabra falsa, la falsedad, no puede imponerse a la experiencia de los sensatos. El principio de “in medio virtus” es universalmente válido, salvo que queramos el nihilismo y la destrucción total. Pero no, el nihilismo no, la Vida es un Valor.

Mas lo utilitario que es lo instrumentalmente útil, aquello que solo es un medio para conseguir un fin, no posee valor en sí sino en función de aquello que hace posible. Éste es un tipo de valor, inferior y totalmente prescindible; siempre canjeable por otra cosa de la que lo adquiere. En sí mismo no vale nada.

El valor de lo inútil

Sé que la poesía es indispensable, pero no sabría decir para qué” afirma Cocteau. Es muy claro que al referirme a lo inútil estoy hablando de lo in-útil(itario). Hay muchas actividades que nunca calificaríamos de útiles, porque no son medios para otra cosa, sino que tienen valor en sí mismas. Son las inútiles. Me atrevo a afirmar que lo de más valor tiene es aquello que no es útil(itario), aquello que en muchísimas ocasiones no se ve, por ejemplo: jugar, comprender, tolerar, conocer, aprender (no una carrera técnica para emplearla luego), sentir, crear, contemplar... y sobre todo amar.

Todas estas actividades carecen de una finalidad utilitaria, son un valor en sí mismas, tienen un valor intrínseco. En ellas, en las inútiles el medio es el fin y allí donde el medio y el fin se identifican tiene lugar la vivencia de una profunda sensación de plenitud y de sentido. El ser humano solo experimenta una felicidad íntegra y realiza satisfactoriamente sus posibilidades internas en las actividades que no tienen más metas que sí mismas.

Pero, quiero hablar de otra división de los valores

Valor absoluto y valores relativos

Esta división parte de una concepción del mundo que entiendo de lo más acertada: el mundo como conjunto jerárquicamente ordenado de holones (holón ya sabemos, es totalidades dentro de totalidades mayores e inclusivas). En este mundo, que es totalmente real:

El Valor Absoluto, también llamado valor Sustrato es el que tiene cada holón, cada cosa, simplemente por ser manifestación de lo Inmanifiesto, del Absoluto, de Dios, del Espíritu... En este sentido todas las cosas tiene el mismo valor, pues todos comparten la misma Esencia, el Espíritu manifestándose en todos y cada uno de ellos. En esto no hay dualidad mayor valor, menor valor. En cuanto manifestación del Dios no hay más o menos.

El Valor Relativo se subdivide a su vez en intrínseco y extrínseco.

Intrínseco es el que tienen las cosas en sí mismas, extrínseco el que tienen para los demás. El intrínseco depende de la inclusividad y totalidad del holón según el orden que ocupe en la jerarquía de evolución. Por ejemplo, un hombre (holón humano) tiene más valor intrínseco que un vegetal puesto que dentro de sí abarca los sentimientos, la racionalidad, la espiritualidad que no comprende el vegetal. De igual manera lo mundicéntrico (multiculturalismo) tiene un valor intrínseco superior a lo sociocéntrico (monocultural) y no digamos ya que lo egocéntrico. Lo cual no quiere decir que los grados inferiores carezcan de todo valor intrínseco. A los valores intrínsecos los solemos llamar derechos, pues se poseen por ser un totalidad individual: la flor, el perro, el hombre...

Extrínseco es el valor que tienen las cosas para los demás. Por ejemplo para una molécula es totalmente necesario el átomo, pues sin él no existiría, lo mismo para un organismo, la célula (y la molécula y el átomo...), para un hombre, un cuerpo (y la célula, la molécula...). es el valor que tienen las cosas por ser una parte relacionada. Y le llamamos obligaciones, porque estamos inmersos en una red de relaciones que nos obligan a... Todos los holones son totalidades que se hayan en relación y por tanto todos poseen valor intrínseco y extrínseco, derechos y responsabilidades. Graduar la importancia de los mismos depende desde la ideología hasta la apertura de la mente (siempre mejorable) hacia lo que es.


José A. Carmona