domingo, 29 de julio de 2012

APUNTES SOBRE LA PROPIEDAD PRIVADA



He conocido a hombres –no sólo varones- buenos en mi vida, como he conocido a algún verdadero sabio, a eruditos que deslumbraban y lo continúan haciendo, a” ignorantes” de mucha calidad y calidez, a individuos, la mayoría mujeres, de una belleza física impactante… y al referirme a hombres buenos, lo digo tal como los expresa Antonio Machado: “en el buen sentido de la palabra” (Retrato).
Uno de esos hombres buenos que he conocido en mi vida fue Antonio Añoveros, quien, sin él saberlo, me introdujo la inquietud por la “función social de la propiedad privada”. Otro es, no simplemente ha sido, Antonio Troya quien introdujo en mí muchas inquietudes de hondo calado sobre las “cuestiones últimas”, sobre el Misterio.

Tenemos en nuestra sociedad “crisis” muchísimo más graves que la económica -en España la de la clase política muy incompetente desde hace largos años, por ejemplo –, tenemos sobre todo crisis de esperanza y no en un futuro temporal sino en lo profundo de nosotros mismos y en la humanidad-, pero es de ésta, de la económica, de la única que hablan los medios de comunicación de masas. La tesitura en la que se encuentra la humanidad, en occidente parece caótica “gracias a los mercados” ¿sólo gracias a los mercados? Pero en la mayor parte del mundo no ha cambiado mucho su situación de miseria económica ¡escandaloso! Mientras padecemos muchos recortes y mucha gente ha  de vivir en pobreza, muchos pueblos ni siquiera pueden padecerlos y siguen muriendo de hambre.

Escribo esto por varias razones, entre ellas porque entiendo que cualquier reflexión es productiva pues va abriendo surcos a nuevos niveles de conciencia, y la conciencia está en la raíz de todo fenómeno, más cuando es humano. Mejor, la consciencia es también todo fenómeno. No escribo, pues, porque entienda que lo que digo sea nada que la gente concienciada en lo social no sepa.

He hablado frecuentemente en este blog de los niveles de conciencia, de esos estados en los que se encuentra en cada momento histórico la autoconsciencia humana que es evolutiva y de la importancia de la conciencia dentro de esta cultura que la quiere desterrar por decreto. No me refiero (en exclusiva) a la conciencia moral, sino a la conciencia que es el S(s)er y a la autoconsciencia que es el hombre (uno de sus aspectos es la conciencia moral). Todo momento histórico tiene su visión de las cosas y su tiempo para evolucionar, tiempo que se mide en milenios, aunque cada vez dicho tiempo se acelere más. En todo momento histórico en la humanidad, en la sociedad, en los países conviven muy diversos niveles de consciencia (o conciencia) y el conjunto de todos queda manifestado en las formas culturales. Parte importante de la cultura y de la sociedad (cuadrantes interior y exterior colectivos) la constituye el capital, el dinero, la propiedad privada, las posesiones materiales -las otras no parecen existir, ni hablamos de ellas-… La inmensa mayoría de los hombres, de las sociedades se hallan bajo el paraguas del capitalismo, sistema económico que ha venido a desembocar en un sistema devorador y especulativo cuya única razón de ser es poseer, y poseer sobre todo bienes materiales, sistema que se está autodestruyendo. Esto supone que el nivel de conciencia, el nivel de evolución del Ser está estancado en la individualidad y en lo material, está en un nivel egocéntrico y sin proyección, sin apertura, en un nivel mítico-azul, pre-racional.

Esto conlleva un sistema de valores (aquello por lo que merece la pena vivir y morir) propios: primero tener dinero, luego tener dinero y por último tener dinero. Cualquier otro tipo de valor se entiende como una estupidez. Para tener dinero hay que hacer lo que sea necesario. Y no podemos olvidar que el dinero es hoy pura especulación, que la economía productiva ha dejado en gran medida de tener vigencia, está prácticamente estancada desde hace muchos años con honrosas excepciones. No existen más valores. El capitalismo ha convertido a la sociedad en un campo de batalla en el que no matan las armas de fuego, sino la especulación sobre un capital inexistente en su gran mayoría. ¡Cuántas personas mueren cada día por falta de medios! –o porque no les llegan el salario, si lo tienen, a fin de mes-  ¡Cuántos mueren como humanos por falta de educación, posibilidad de estudios, de la Paz –Shalom-, de conocimientos…¡

Estamos tan metidos en esta burbuja cultural que ha potenciado el capitalismo liberal que la inmensa mayoría de nosotros la da por absolutamente verdadera. Somos incapaces de ser mínimamente críticos con la mayoría de los valores impuestos, pese a toda la indignación que este sistema, que hace aguas, está causando.  Estamos, la mayoría, por el momento muy a gusto bajo su horizonte. Se ve como normal que los que se dedican al “ocio”, a “distraer a los demás” ganen muchísimo dinero. Es el caso de un actor/actriz de cine, de un futbolista, de un tenista... todos de élite –o no tanto-, de un cantante… que ganan burradas de millones de euros y la masa humana, no solamente no se cuestiona la moralidad del hecho, sino que contribuyen con sus escasos haberes asistiendo al partido de fútbol, viendo la película… No estoy negando el derecho a asistir a dichos espectáculos, es bueno y gratificante para muchísimos. Me refiero a la falta de espíritu crítico,  y el conformismo general por ende, ante las cantidades astronómicas que se embolsan, mientras que la sociedad está sufriendo estrecheces y padeciendo hambre, por no entrar ya en otras estrecheces: de cultura, formación…  Me justificaba un conocido hace unos días con estas palabras literales que determinado futbolista ganara los millones, de euros por supuesto, que “gana”: “porque mueve mucho dinero” me decía, es claro que cuando él juega el campo se llena ¡Hasta qué punto están enraizadas en la “gente” las ideas de la economía especulativa: “mueve mucho dinero”! La producción ni se plantea.

Hay muchas protestas –a las que me uno- contra los muy sustanciosos salarios de los altos ejecutivos, pero ni una sola muestra de indignación, todo lo contrario, muchas veces es satisfacción lo que se muestra, por los altísimos contratos de deportistas, actores/actrices… ¿No será que hemos interiorizado totalmente uno de los máximos principios del capitalismo liberal: la propiedad privada no tiene límites?

Podría extenderme, pero baste lo dicho.

La propiedad privada y la ambición sin límites: un problema social

¡Los mercados: culpables! ¡Los bancos: culpables! ¡Los políticos: culpables!… todas las manifestaciones culpan a. Es la actitud humana, buscamos culpables –personas sobre las que recaiga una condena por haber causado el desorden social-, no buscamos responsables – los que han de dar respuesta ante sí mismo y ante la Humanidad, mucho menos implicarnos en la responsabilidad. No solemos conocer la diferencia, incluso el diccionario la desconoce, creo que la diferencia se está elaborando en el pensamiento más avanzado- y los (culpables) buscamos fuera de nosotros mismos. Castigamos al otro y pensamos que con ello se restablece el orden justo. Pero, ¿es así? Si profundizamos mínimamente comprobamos que nosotros (todos los hombres –no exclusivamente varones) somos los mercados y los bancos y los políticos… mas descubrir esto supone un grado de evolución de consciencia que no tiene la mayoría aún, ni siquiero los eruditos, sí los sabios. Todos somos Uno. Los mercados, los bancos… son la humanidad y la humanidad es nosotros (la identidad entre el Yo-yo y el nosotros). Descubrir esto significa haber llegado a ser persona en el sentido que he explicado en un artículo anterior. De todos modos

¿Quiénes son los mercados? El mercado no es más que la sociedad sin límites en sus ambiciones, sin límites en su afán de tener dinero. Es la sociedad que ha creado la especulación, cuando ha visto que la productividad era claramente insatisfactoria para sus pretensiones. Y la especulación no se basa más que en estimaciones arbitrarias que dependen de los momentos emocionales del grupo, o de los intereses de un grupo determinado. Esto es en substancia lo que hace la bolsa ¡tan adorada en el capitalismo! Todos somos ese mercado -y no es un mero decir-,todos somos esos humanos relacionados unos con otros que tenemos una ambición sin límites por poseer. Se me puede objetar y con razón: el pobre o la pobre que está parado/a no es el mercado bursátil, sino que sufre en sus carnes las consecuencias del mercado bursátil, de su ambición desmedida. Pienso que es así, pero el mercado es una creación de toda la sociedad y por lo mismo la responsabilidad (el que responde), no la culpabilidad, de su existencia y de sus caprichos es dicha sociedad. Los parados responden quizás padeciendo sus consecuencias. Y lo que es indudable: todos somos responsables por omisión o ignorancia, algo no muy tenido en cuenta en nuestra visión económica. Como es claro que la bolsa, el mercado del dinero no obedece más que a una ambición ilimitada, es la misma sociedad que la creó y en la se manifiesta, la que ha de hacerla desaparecer o la ha de transformar o ponerle límites. Pero de ahí a buscar unos culpables y quedarnos satisfechos con ello hay mucha distancia. Sin embargo, nuestra mente sólo se queda satisfecha cuando hace caer la culpa sobre alguien y a esto llamamos justicia sin ir más allá en lo que respecta a la responsabilidad personal ¡La conversión del corazón! Esta visión pertenece, pienso, a nuestra burbuja cultural: culpa-justicia-condena-satisfacción. Antes de Hammurabi la venganza no tenía límite, en dicho código se establecía un avance: solamente ojo por ojo, no muerte por ojo; hoy se contempla el ojo por ojo como una medida igualmente desmedida, poco a poco la consciencia avanza. Por descontado que la responsabilidad no es del mismo grado en cada uno, pero sí que afirmo que cada uno ha de asumir las suya propia y no quedarse satisfecho cuando “se castigue a los culpables”. Así queda satisfecha nuestra ¿sed de venganza? –que llamamos justicia-, pero no restablecido el orden social.

Algo similar, solamente similar, se podría decir de los bancos. El banco somos todos: los que utilizamos sus servicios para pagar recibos, para cobrar nuestros salarios aunque sean misérrimos, para cobrar el paro o subsidios, para tener nuestros ahorros, para inversiones pequeñas o grandes, para gestiones financieras de más o menos calado… Todos lo formamos aunque no todos tengamos el mismo nivel de responsabilidad, como ya he dicho y todos sabemos. Un sistema de administración y gestión de los bienes lo necesita la sociedad, en el capitalismo son los bancos. Y es ésta la que ha (hemos) de buscar sanearlo(s) para que sirvan realmente a la misma. No basta con condenar a los malos gestores.

Los políticos son representantes y no pueden resistir una sociedad en contra por mucho tiempo, si permanecen pese a que gestionen mal lo público, es porque tienen apoyos populares ¡La ignorancia y la pasividad! Hemos tenido, y tenemos en España, una larga época de políticos incompetentes, los hechos hablan, y sin embargo no les faltan los apoyos de muchos.

El problema de base está en la sociedad misma. Y esta forma de sociedad en la que vivimos tiene pancreatitis, se está auto devorando.

Entiendo que no hemos de andar en exclusiva buscando culpables, sino asumiendo la responsabilidad personal, o sea, alcanzando la madurez necesaria para que todos nuestros actos sean acciones y no reacciones, sean personales (persona: relación) y no meramente individuales. Esto en modo alguno es conformarse, sino aceptar “lo que es” y cambiar lo que se haya de cambiar primero en nosotros mismos sin olvidar que la sociedad es nosotros mismos, no resignarse a la opresión, pero sí hacerse agua con el río para fecundar, no para arrasar. Muy difícil en nuestro nivel de cosnciencia. Esto conlleva una visión de la vida muy distinta a la que difunde nuestra cultura, una visión que personalmente veo plasmada en las Bienaventuranzas, no solamente las contenidas en el evangelio de Mateo (5, 3-16) sino también las del de Lucas (6, 20-23). Entiendo que para ello no basta el conocimiento representacional sino el de identificación. Un paso más en el nivel de consciencia, paso que conlleva una nueva conciencia moral pero que es mucho más que la conciencia moral.


La propiedad privada no es un derecho ilimitado

La ambición es el fundamento en el que se apoya la propiedad privada tal como la entendemos. Y la ambición sustento de la propiedad privada no tiene ningún límite por la sencilla razón de que está considerada socialmente en el nivel de lo absoluto, o del Absoluto muchas veces. No existe nada más allá del dinero, bueno, de la posesión del dinero. Poseerlo lo justifica todo. Éste es el pensamiento del capitalismo liberal, y lo que subyace en el deseo de la inmensa mayoría de los hombres. ¿Hay que demostrarlo? Echemos una mirada alrededor: guerras, hambre, poder, miseria, lujos escandalosos… y la masa contempla impasible en las televisiones junto a peticiones en favor de Haití, de los niños de Costa de Marfil, de las víctimas de las múltiples injusticias estructurales… la exhibición de mansiones, coches, riquezas (materiales), poder mediático de los ídolos de masas… realmente insultantes. Y se admira a los que tienen mucho dinero.

¿Realmente no tiene límite la propiedad privada? Hemos descartado a Dios que durante siglos fue pensado como el Absoluto, así que en el pensamiento occidental no hay nada Absoluto en la línea de las ideas, sí lo hay en la línea de los valores: el dinero. Creo que ha habido razones muy poderosas para descartar al dios mítico que nos esperaba al final de nuestra existencia. Pero en modo alguno para descartar al Espíritu, a lo No-dual, al Misterio, al Amor y la Verdad. Cualquier hombre bueno piensa que los bienes materiales, que el dinero, ha de servir a la humanidad entera: sé muy bien que los economistas liberales, como dice Sala i Martín, entienden que esta finalidad de servicio a toda la humanidad es la que justifica que en la base de la propiedad privada esté la ambición pues de lo contrario no serviría a todos,  pues es la ambición lo que mueve a los hombres, pero en modo alguno comparto su opinión.

Es cierto que estamos en un período de la evolución de la consciencia de la mayoría de los hombres al que le queda mucho por avanzar, mas ya se dan muchos atisbos de que una buena parte está en niveles superiores. Y estos: los de consciencia más avanzada, son los que han de marcar la ruta a seguir, entre estos está muy claro que la base de la existencia de la propiedad privada es su fin social, la justicia distributiva. Ya Maslow en 1943 desarrolló su famosa pirámide de necesidades humanas, necesidades que han de ser satisfechas en todos los hombres. La pirámide es una jerarquización de las mismas: comienza por las necesidades fisiológicas, como el respirar –nadie la pone en duda, ni la ataca- la alimentación –muy atacada por la ambición-… Y termina con las necesidades de autorrealización –que estas lleguen a todos en el capitalismo neoliberal ¡ni soñarlo!, ni en ningún sistema del mundo-.  Pues bien, la amplitud que han de satisfacer estas necesidades, posteriormente mucho más desarrolladas por psicólogos y místicos, es el límite a la propiedad privada de cualquier bien, comenzando por la del dinero.

Y es ésta la finalidad de toda propiedad privada de bienes: que todos tengamos Shalom –los medios necesarios para desarrollar una vida humana plena y libre-. No quiero ser confundido con un marxista, mi pensamiento y mi corazón están muy lejos del marxismo ortodoxo, que no supera el segundo escalón de los estados de conciencia. En modo alguno acepto que las ideas y las dimensiones superiores o interiores, espirituales, profundas del hombre sean nacidas de las necesidades materiales. Ciertamente que hay una comunión entre todo lo humano, pero lo material no es sustento de las “superestructuras”, sino manifestación externa de las realidades interiores. Dicho esto, quiero afirmar rotundamente que la función social de la propiedad privada es la única razón que justifica su existencia. “Mi libertad acaba donde empieza la tuya” dice Sartre, mi derecho de propiedad privada acaba donde empieza el tuyo. En la casa del Padre hay sitio para todos. Mi Paz no se puede construir sobre tu  muerte, ni la tuya (paz) sobre la mía (muerte).

Establecer los límites es el resultado de un pleno desarrollo de la consciencia. Mientras evoluciona y la humanidad no acceda a ese grado de desarrollo, es función colectiva primero y de los poderes públicos con sus leyes donde lo colectivo falle (que hoy es en todo) establecerlos.

Nota: Un detalle: la proporción entre lo que perciben – son ya muchos millones los que no perciben nada- muchísimos trabajadores no cualificados, aceptemos mil euros/mes, y lo que reciben los directores de muchas empresas más de cien mil euros/mes, no digamos de los cantantes, actores, deportistas de élite… es de cien a uno como mínimo. ¿Realmente una persona ha de ser valorada cien veces –o muchísimas más- por encima de la inmensa mayoría -muchas veces, no siempre, por engañar a los demás-? ¿En qué nivel se puede estar tan por encima? ¿Qué diríamos de los que quitaran el aire a los otros? Nadie puede consumir más aire del que necesita, ni guardar para el futuro ¿por qué en el dinero, y lo que este conlleva, sí?

José A. Carmona
Email: carmonabrea@yahoo.es

viernes, 6 de julio de 2012

LA PARTÍCULA DE DIOS


El bosón de Higgs

Durante todo el día cuatro de julio, las noticias de los canales de televisión nos han estado martilleando con la noticia, por cierto muy importante, importantísima, del hallazgo de una partícula física nueva desconocida hasta hoy, y que muy probablemente corresponda al llamado “bosón de Higgs”. Por lo que he podido ver, todos los canales televisivos, cómo no, han caído en el sensacionalismo más desequilibrante. No así los científicos de física teórica entrevistados por dichas televisiones, quienes han mantenido la serenidad sin alarmismos, situando el descubrimiento como el posible dintel de una nueva concepción de la física. Algo verdaderamente importantísimo para la humanidad, pero a infinita distancia de lo que dicen las noticias de las televisiones: “se ha descubierto cómo fue el Bing-Bang” (“bienaventurados aquellos que no están pendientes del televisor” me decía mi maestro-amigo Panikkar).

Lo perverso del asunto es que lo que queda en el pueblo es lo dicho en “la tele”, y así los "medios" van deformando cada vez más la opinión popular, basada siempre en la ignorancia. Y si esta ignorancia, como sucede en la mayoría de los casos, es sobre “las cuestiones últimas”, como decía Tillich, peor que peor.

Lo que a mi juicio ha acabado de empeorar la manipulación de la ignorancia del pueblo ha sido la intervención de la Conferencia Episcopal, que ha estado impregnada de un buen desprecio hacia la física y una defensa oculta del libro del Génesis. Despreciar la física es despreciar la inteligencia humana, es despreciar al hombre. Afirmar que la Fe es la creencia en Dios (tal como es concebido por la estructura oficial) es despreciar la Fe. La Fe es la experiencia mantenida y compartida, cotejada, de Dios, del Misterio, de lo Profundo, de Las Cuestiones Últimas, experiencia que ilumina la vida desde la Vida. Y esto no se puede reducir a una mera creencia, que puede ser válida y consoladora para ciertos niveles de conciencia –siempre bajos: arcaico, mágico, mítico…-,  pero no válida para niveles superiores transracionales: psíquico, sutil, causal… y nunca auténtica para la realización del Hombre y del Universo.

Me temo que quienes piensen que hay contradicciones entre la Fe y el conocimiento científico está aún bajo la influencia del Modernismo. Occidente en el Medievo y en el Modernismo ha ido caminando siempre bajo la égida de un “absolutismo de cuadrante”, y lo malo es que muchos siguen bajo dicha égida.

Me explico:

La Realidad es una e indivisible pero nos aparece con cuatro perspectivas distintas (como las dos caras de una moneda). Estas perspectivas son: exterior individual, exterior social, interior individual, interior social o cultura. Lo que se llama en los círculos transpersonales los cuatro cuadrantes.

Lo exterior individual, que es el campo de las ciencias, es la Realidad en tanto en cuanto puede ser percibida por los sentidos o sus extensiones (microscopio, acelerador de partículas…). Las ciencias nunca dirán, ni pueden decir nada de lo interior, por ejemplo, de los sentimientos, de la música, de la que harán, con su razón, vibraciones de ondas y no lo que sentimos en nuestro interior, de la alegría que explicarán, también con su razón, como reacción del sistema límbico, pero la alegría nunca la sentiremos como reacción límbica, sino como euforia comunicativa ¿Qué científico dice al salir de casa por la mañana: ¡qué día más límbico tengo! por muy alegre que esté? Los sentimientos... tienen su aspecto exterior en las vibraciones..., pero no son tal aspecto.

Lo exterior social, que es el campo de la sociología, es las estructuras sociales de la Realidad. También percibidas por los sentidos, siempre con el apoyo de la inteligencia, lo mismo que en el caso anterior. No me refiero solamente a las formas sociales humanas, desde la época de familias cavernícolas a los estados actuales, pasando por las tribus, sociedades hortícolas neolíticas…, sino también a las galaxias, sistemas planetarios, ecosistemas…  Y a los medios de producción que acompañan esta evolución (hortícola, agrario, industrial, informático…).

Lo interior individual o conciencia subjetiva (no caprichosa ¡Qué mal utilizamos el lenguaje hasta deformarlo!) o interior. Por seguir con un ejemplo ya dicho, cuando hay una alteración del sistema límbico –algo exterior- experimentamos alegría, y esa experiencia de la alegría es personal e intransferible, la podemos explicar con palabras o gestos, la podemos contagiar pero cada uno tendrá la suya, no la podemos transferir. Lo mismo podríamos decir del pensamiento, del amor… de la Fe. Como el fuego: cuanto más se comunica más hay, no se pierde, la vela que inició el reparto sigue encendida.  Para conocer lo interior es necesaria la hermenéutica.

Lo interior colectivo o cultura es el conjunto de significados y valores interiores, compartidos dentro de una sociedad. Si la sociedad es mundial ¡Genial! En este cuadrante tiene una importancia enorme la visión del mundo. No tiene la misma visión del mundo el ignorante que el sabio (que no ha de ser erudito), el hombre de creencias firmes y acérrimas que el abierto a la Verdad en toda su dimensión, a la Fe…

En toda la historia de la humanidad, prácticamente, un cuadrante se ha impuesto sobre los otros tres, a los que incluso ha llegado a negar entidad. En el Medievo se impuso el interior individual (teocracia, la doctrina asumida de la llamada fe ¿cristiana?), en la modernidad el exterior individual (ciencias) que ha llegado a negar la dimensión subjetiva, hoy en muchos aspectos su existencia sigue siendo negada en multitud de sectores académicos (se entiende la ciencia como absoluto). He escuchado decir a un periodista de mucho prestigio en Cataluña, al entrevistar a un catedrático de física de la UB: “porque usted como físico no creerá en Dios” ¡Cuánta ignorancia sobre las cuestiones últimas se ha infiltrado en el mundo académico! 

De la visión de estos cuatro cuadrantes es fácil deducir que son cuatros los aspectos que de Verdad de los que se puede hablar. Verdad, veracidad, rectitud y ajuste funcional, los llama Wilber.

Teniendo en cuenta estos cuadrantes es imposible la afirmación de que la física sustituye a Dios, ¡La llamada partícula de Dios! ¡Cuánta estupidez oficializada en las televisiones! La física viene a darnos mayor conocimiento de la Realidad y esto es profundizar en el Misterio. Es fantástica la visión de profundidad sobre las cosas que nos aporta a la humanidad este nuevo descubrimiento de la física. Dios no es sino el Todo, la Realidad de cuanto es, la Plenitud que abarca los contrarios, que abarca ser y no-ser… y la física versa sobre esa Realidad en una de sus vertientes, la individual exterior. Por ello, decir que el objeto de dicha ciencia no tiene nada que ver con Dios, es lo mismo que afirmar que dicho objeto no tiene nada que ver con la Realidad. Una afirmación de una desmesura tan ingente que solamente una ignorancia muy seria la puede engendrar. Lo insensato es crearse un Dios como el Otro y distinto de la Realidad misma, o peor aún, enfrentado a ella, pues parece claro que la física y la idea del creacionismo van por caminos contradictorios.

¡Abramos los ojos, los de la carne, el de la mente, el de la FE (San Buenaventura) y percibamos en una experiencia iluminada la Realidad-Misterio, Dios, el Cristo, el Buda…!

La física no solamente no se opone sino que nos acerca a lo Divino. No destruye la Fe, lo único que va destruyendo es el ídolo mental al que hemos venido llamando, y aún llamamos, Dios y en el que apoyamos nuestras creencias que nos dan seguridad. Aceptemos que Dios no es ese concepto arrastrado y cargado de estupideces y falsos mitos. La física junto con otras ciencias lo va desmoronando. Seamos agradecidos y humildes, y como Teresa de Ávila, busquémoslo (a Dios) en nosotros (Alma, a Mí, buscarme has en ti) y en todo sustrato de la multiplicidad.

José A. Carmona
carmonabrea@yahoo.es