sábado, 30 de noviembre de 2013

LAS CUATRO DIMENSIONES DE TODA REALIDAD






Prenotando
La visión integral.
En nuestros días es muy posible acceder a todas las grandes culturas que hay y ha habido en el mundo, por lo tanto hoy más que nunca es posible conseguir una visión global y sintetizadora de las mismas. Un pensador que lo ha hecho es Ken Wilber, quien ha logrado integrar los nexos que unen dichas culturas en una visión integral y totalizadora. Me propongo irla desgranando poco a poco. Utilizo los mismos términos que Wilber.

LAS CUATRO DIMENSIONES DE LA REALIDAD

Plotino, gran místico y pensador que en mis años de estudios de Historia de la Filosofía (ora como alumno, ora como profesor) pasaba casi desapercibido, al menos en su grandeza, nos habla de los nidos concéntricos del ser en sus Enéadas (recopiladas por Porfirio). Y explica que cada uno de esos nidos envuelve al anterior, no puede ser de otro modo.. Nos habla de materia, vida, sensación, percepción, impulso, imagen, concepto, lógica, razón creativa, nous y Uno. Una verdadera escala de desarrollo. Una Cadena del Ser. Entre los teólogos del siglo IV nos encontramos con el Pseudo-Dionisio, neoplatónico, que nos habla de las jerarquías (angélica y eclesiástica) y del apofatismo o teología negativa. Fue de gran influencia en la línea franciscana. La ciencia moderna tiene también su propia jerarquía global en la que cada uno de sus elementos trasciende e incluye a sus predecesores: …partículas subatómicas, átomos, moléculas, células, tejidos, organismos, sociedades, biosfera, universo.
Mas el reduccionismo, tome la forma que tome en cada momento, es un escape al que se agarra frecuentemente la razón. Es un peligro constante y en el mismo caen asiduamente tanto la visión premoderna (medieval y renacentista) como el modernismo y el postmodernismo. Nos escapamos de algunos de los ojos del conocimiento (los tres de los que abundantemente se ha hablado en este blog: sensible, intelectual y contemplativo). En la Edad Media se huía del ojo sensible, actualmente hemos eliminado el de la contemplación. Así hoy identificamos mente con cerebro, y en la edad Media se hacían rogativas para que lloviera.
El pluralismo epistemológico (diálogo entre culturas) siempre ha sido deficitario, cuando no nulo. No puedo olvidar que gran parte de la teología medieval, la misma que se ha enseñado en las instituciones eclesiásticas, es excluyente y rechaza de plano dicho pluralismo. Hoy no lo es tanto. Recuerdo en estos momentos una clase sobre introducción a la “Sagrada Escritura” en la que se negaba el derecho a la libertad religiosa “porque la verdad (catolicismo) no se puede poner en el mismo nivel que el error”. Mi carne y mi sangre viven aún en algún punto recóndito de aquellas “sentencias”, aunque mi espíritu quiera ser libre como Jesús, a quien llamamos el Nazareno. En nuestros días el pluralismo es un hecho cultural incuestionable.
Estamos en el segundo decenio del siglo XXI y son muchas las cuestiones que ocupan a los hombres. En estos casos sin duda se plantea el problema de la urgencia y de la importancia. Me pregunto en este caso por la importancia de algunos problemas intelectuales, ¿Cuál es el más candente? Se han defendido y defienden opiniones de todos los gustos. (La psicología evolutiva, la teoría de las cuerdas, un TOE del cosmos...) pero cualquier visión intelectual verdaderamente integradora que no tenga en cuenta más que el cosmos (la dimensión esctrictamente física), en vez del Kosmos (que abarca los reinos físicos, intelectuales, morales, espirituales, emocionales..., la realidad última, que reconocían los griegos), nunca podría ser una visión integradora, sino castrada. Por desgracia la modernidad -en uno de sus muchos elementos negativos- ha reducido el Kosmos a cosmos.
Una verdadera visión integral -TOE (totalidad ordenada de la existencia)-, una teoría de todo en su estudio debería incluir la materia, el cuerpo, la mente, el alma, el espíritu y su despliegue a través de la cultura del yo y de la naturaleza. Y éste es el problema más candente, más importante quizás, del mundo intelectual en los comienzos del siglo XXI para la intelectuales más cercanos a la conciencia y a su estudio.
     En esto que antecede y en lo que sigue estoy siguiendo la línea de pensamiento de los defensores de la visión integral del Kosmos, con la que me siento muy unido.


LAS CUATRO ESQUINAS DEL KOSMOS
        ¿Nos estamos, en nuestros días, aproximando al límite de la visión racional-industrial del mundo? la visión que genera (y es generada) por la modernidad.
    Entiendo que hay que matizar. La visión racional-industrial es la “modernidad”, es la visión general del mundo sostenida por la Ilustración. Cumplió con funciones muy importantes, instauró la democracia, abolió la esclavitud, despertó el feminismo liberal, diferenció entre arte, moral y ciencia… superó de las jerarquías sociales de dominio... pero es necesario transcenderla incluyéndola.
         Transcender e incluir la modernidad supone:
         1) Abrirnos a modalidades de conciencia que transciendan la mera razón.
         2) Participar en estructuras tecnológicas y económicas que vayan más allá de la industrialización. Ambas cosas conjuntamente, no una sola. Pero este cambio ha de incluir la razón y lo industrial, como componentes de una visión más equilibrada, más global y más integrada.
       El racionalismo y la industrialización han excedido sus funciones y han derivado hacia un tipo de jerarquía de dominio, insoportables como todas, en la sociedad en que vivimos. La nueva visión ha de limitar el poder del racionalismo, sobre todo como referente último de toda verdad (el problema del cientificismo) aunque traerá consigo sus propios problemas.


          Los cuatro cuadrantes
      Cualquier transformación futura deberá implicar al mismo tiempo un cambio de conciencia y una transformación institucional, acabamos de decir. Deberá implicar una nueva visión del mundo que se halle integrada en un nuevo sustrato tecno-económico, con una nueva modalidad de sensación de identidad que posea sus propias pautas conductuales.
        Muy posiblemente, los cuatro cuadrantes, que son cuatro tipos de jerarquía que ofrece todo holón, o dicho de otra forma, cuatro sistemas de holoarquías, nos ayuden a esta nueva visión del Todo, a este cambio de consciencia. Todo holón (totalidad que a su vez es parte de otra totalidad superior, v.c célula que es un todo y parte de un tejido a la vez) tiene cuatro aspectos, dos interiores y dos exteriores. Los exteriores son el exterior individual: cuerpo, moléculas … y el exterior social o colectivo: sociedad, galaxia, tribu… Y los interiores, el interior individual: emociones, percepciones, visión lógica… y el interior social: cultura y sus formas históricas, urobórico, pleromático…
    Wilber hace una recopilación de los distintos holones de los cuatro cuadrantes:
      exterior individual: ...átomos, moléculas, procariotas, eucariotas, organismos neuronales, cuerda neural, tronco cerebral reptiliano, sistema límbico, cerebro trino, neocórtex complejo, SF1, SF2...
       exterior social: …galaxias, planetas, sistema Gaia, ecosistemas heterótrofos, sociedades con división del trabajo, grupos/familias, tribus, aldeas, ciudades/imperio, nación/estado, planetario...
         interior individual: ...aprehensión, irritabilidad, sensación, percepción, impulso, emoción, símbolos, conceptos, conop, formop, visión-lógica...
      interior colectivo: ...físico-pleromático, protoplásmico, vegetativo, locomotor, urobórico, tifónico, arcaico, mágico, mítico, racional, centáurico...
       Los cuatro cuadrantes no representan más que los aspectos interior y exterior, individual y colectivo de todos los holones. Son aspectos reales de los holones reales.
      Podemos ver en lo expuesto que se dan dos columnas, una de la los elementos internos y otra de los externos, la primera comprende los elementos que se estudian en las ciencias físicas, químicas, sociales, historia..., la segunda pertenece al ramo de las consciencia y de los conocimientos de la psicología, la cultura leída desde dentro, no desde fuera (¿qué es la consciencia sino la profundidad de lo interior vista desde el interior?, o sea, la percepción interior de lo profundo).
        Y a cada eslabón a que asciende la evolución o desarrollo en lo externo corresponde uno nuevo en lo interno. La ciencia nos hace ver el exterior, pero nunca lo interior: con el sistema límbico aparecerán las emociones, por ejemplo, pero la ciencia, que puede describir plenamente el sistema límbico, no nos puede decir ni un ápice de la experiencia emocional que sentimos (puede describir la emoción desde fuera, no sentirla), como nos podrá describir la trasmisión del sonido pero no de la música que nos emociona y nos hace llorar de gozo. Hay una conexión total entre ambas columnas pero la interior necesita interpretación (desde dentro), no simplemente visión desde fuera. Por descontado que cada uno de los cuatro cuadrantes puede ser leído (desde fuera) o experimentado (desde dentro).
         Esto dicho en el párrafo anterior se refiere a los holones individuales tanto externos como internos, pero todo holón individual sólo existe en un colectivo de holones, en una comunidad que también tiene su profundidad. Si el holón individual es externo se encontrará en una comunidad social y si es interior, en una cultural. Por social entendemos las formas materiales, sean o no institucionales, de la sociedad (estructuras sociales o políticas,sistemas y cuerpos económicos, estilos arquitectónicos, ciudades, aldeas, infraestructuras...) y por cultural todo aquello que tiene que ver con la visión del mundo de cada colectivo, y no me refiero solamente a los humanos, (por ejemplo el sistema de locomoción, de alimentación, el mundo mágico, el racional...). Conocemos algo de las formas culturales de muchos animales que son comunales, y otros que no lo son tanto. Todos aprenden de sus mayores todo aquello que les sirve. Lo que no les sirve no entra en su campo cultural. No le leamos el Quijote o la Biblia a una manada de búfalos, pero ellos conocen las hierbas de que se alimentan y los posibles peligros de sus predadores...
      Refiriéndonos a lo humano podemos poner multitud de ejemplos. La persona no se hace aislada del colectivo. No aprendemos a hablar en la soledad de una selva, sino de nuestros padres, familia y comunidad de hablantes, de ahí la lengua materna (que tanto ha de ser respetada). Nuestros pensamientos no nacen de una nada, el mundo se está haciendo constantemente (creatio in fieri de los escolásticos), hoy podemos pensar en “coger el avión”, algo totalmente imposible de pensar -y de hacer- en el siglo XVIII. No existía ni siquiera el pensamiento de coger el avión, ni de ir al cine. En el Neolótico era impensable escribir un libro, una partitura de música... (pero no burlar a un toro -torear-), o simplemente decirse: “voy a ir al supermercado”, todo lo más que se podía pensar y hacer: “voy a matar un venado, una ternera...” , o en el Paleolítico, “ir de caza”. Es el contexto el que da sentido al pensamiento y quien lo genera. Es el sustrato cultural el que les da significado y los articula. ¿Hemos caído en la cuenta de que si nos hubiéramos perdido de muy niños en una selva sin vivir en medio de una comunidad de individuos, no podríamos hablar ni con nosotros mismos porque la lengua y el pensamiento nunca habrían surgido en nosotros?
       Este marco amplio de lenguaje, pensamientos, prácticas, significados son el sustrato en el que nacen mis propios pensamientos. Es mi cultura, mi visión cultural del mundo, mi espacio interior, vital... Y este espacio tiene unos componentes materiales que son la dimensión social: tecnología, fuerzas de producción, ciudades, aldeas, fonemas, sonidos, estilos arquitectónicos, estéticos...religión...
      A estos cuatro aspectos los podemos llamar de múltiples maneras. Son cuatro facetas, cuatro dimensiones, cuatros esquinas del Kosmos.
      Y ¿qué lugar ocupa Dios, el Misterio, el Espíritu en esta visión? Dios, el Misterio no puede ser nada distinto, no puede ser un holón fuera de las cuatro dimensiones sino que se realiza en todas ellas siendo Plenitud. Dice Wilber:
      “El Espíritu no es una especie de Yo superior, de Gaia o de consciencia, no es la red de la vida, la suma total de todos los fenómenos objetivos o una especie de consciencia transcendental. El Espíritu existe en y como los cuatro cuadrantes, los cuatro puntos cardinales... del Kosmos conocido, que son necesarios para navegar con seguridad.” (A brief History of everything). Es y transciende cada aspecto siendo Totalidad.
     De momento cierro aquí mi discurso reflexivo sobre los llamados cuatro cuadrantes. Es claro que son muchísimos los flecos, la misma revelación de Dios, las etapas del desarrollo, el Espíritu en acción, la tríada: verdad, bondad, belleza... que quedan colgando, mas es suficiente, pienso, para apuntar hacia una visión más integral de lo que es.


      José A. Carmona
      carmonabrea@yahoo.es


martes, 5 de noviembre de 2013

CRISTO III




      La luz de la Transfiguración


      Siempre he pensado que la Transfiguración de Jesucristo en el Tabor (Mt 17, 1... Mc 9, 2... Lc 9,28...) no ha sido suficientemente estudiada en la Teología que se ha enseñado oficialmente en la iglesia católica. “Estudiada”, digo, en el sentido más ciceroniano de la palabra: “Animi assidua et vehemens ad aliquam rem applicata magna cum voluntate occupatio” Y dicha occupatio comprende la contemplatio.

     En esta luz tabórica nos proyecta la cristofanía “que nos hace descubrir nuestra dimensión infinita y nos presenta lo divino en esa misma luz que nos permite descubrir a Dios en su dimensión humana” (Panikkar).

      He de advertir que al escribir la palabra Dios no pretendo más que utilizar el icono más común del Misterio, mantenido, y a la vez deformado por el uso y abuso humano, a lo largo de los siglos.

       La llamada transfiguración del Tabor nos presenta de una forma concreta (la cristiana) una invariante histórica. Nos pone ante los ojos -es fanía: manifestación sensible- una tarea humana histórica, y posiblemente transhistórica, un objetivo humano, una aspiración (impulso del espíritu: Espíritu) humana: la divinización del hombre. Sin ir más lejos, recordemos desde los chamanes hasta la eucaristía, recordemos el relato del Génesis (se os abrirán los ojos y seréis como Dios -2,5-), las enseñanzas místicas (Amada en el amado transformada, de Juan de la Cruz), (En cada uno de nosostros el hijo de Dios se hace hombre y el hijo del hombre se hace hijo de Dios, Eckhart) de los santos padres (Cristo se hizo hombre para divinizarnos, Atanasio)... Ya en los comienzos del renacimiento se enseñaba que el hombre está hecho de una naturaleza que ha de ser construida para poder reunir in se ipso verae rerum substantiae perfectionem totam.

      Divinización que ha ido tomando forma a lo largo de los milenios en función del nivel de consciencia desarrollado en cada momento y lugar. Sin duda que la altura de consciencia de un chamán amazónico actual, o del neolítico, no es la misma que la de Pitágoras, Tagore, Krishnamurti, Maharsi, Whitman, Teresa de Ávila, Teresa de Calcuta, Eckhart, Simone Weil, Buda... o Jesús de Nazaret a quien los cristianos confesamos el Señor.

      Entendamos como don, gracia, ascesis o como todo a la vez sin separación ni dualidad esta divinización.

      Es claro que estoy hablando de una hierofanía, una realizacón sensible de lo divino. O lo que es lo mismo una humanización total del hombre (y de los dioses). ¿Es algo distinto la cristofanía, la luz del Tabor? Entiendo que no. Aunque no toda hierofanía sea cristofánica, sí toda cristofanía es hierofánica. La cristofanía no es sino una forma concreta de expresar lo universal, lo hierofánico. Los movimientos como el monoteísmo religioso, el ateísmo, el politeísmo son dualistas y provocan el enfrentamiento, o conmigo o contra mí. El terrible grito: ¡Dios con nosotros! (Gott mit uns! De los pueblos nazis) o ¡Santiago y cierra España! Llevan a la guerra, a las cruzadas, a la yihab -contra los infieles-. La cristofanía no es dual: es no-dual, es el hombre siendo a la vez inmanente y transcendente, o sea, siendo base y cima a la vez: como la montaña, siendo ola y mar: agua. No hay dos montañas, ni dos aguas (pese al panta rei de Heráclito), aunque todo para nuestra mente racional discurra en el tiempo. Lo absoluto está en lo eterno. Posiblemente recurriendo al ejemplo de los idiomas nuestra pobre mente (y maravillosa a la vez, sin dualidad) puede “entender” mejor esta no dualidad. La comunicación verbal, el lenguaje es único, universal, pero no podemos utilizar ese lenguaje sino es por medio de una lengua concreta cada vez. Tanto el español como el inglés son “lenguaje” y por lo mismo universales, nos sirven para comunicarnos los hombres, pero en cada momento y a la vez hemos de utilizar solo uno, que en sí mismo no es sino expresión de ese universal que es la comunicación verbal humana, el lenguaje. La cristofanía es la forma concreta que se da entre los cristianos de la universalidad de lo “que es”. Entre los no cristianos estarán los equivalentes homeomórficos, y viceversa. Podemos escoger cualquier ejemplo de nuestra vida cotidiana.

      La “Cristofanía” como tal no tiene pretensiones de universalidad. Es sencillamente el pusillus grex -quizás muy olvidado y deformado- del que nos habla Lucas (12,32). Se limita a ofrecer la Luz de Cristo, su Amor lumínico, su Luz tabórica. Es una palabra cristiana, abierta a lo humano y que intenta presentar esta epifanía de la condición humana a la luz del hombre en la situación actual y a la del Tabor cuyo origen parece estár más allá del tiempo. Pero sin manipular lo divino. Algo que no se ha respetado a lo largo de la historia.

      Sería experiencia de Cristo realizada en y nacida a la consciencia humana, y a su vez reflexión crítica sobre ella. Sin reflexión crítica no hay garantías de nada serio.

      El hombre es más que nada capax Dei (abierto al Misterio) y no simplemente un animal evolucionado, la consciencia en el hombre da un salto que le hace entrar en comunión con lo divino, con lo numínico. Parte de la animalidad pero transciende la mera animalidad. Reducirlo a animal evolucionado es castrarlo en su propia esencia.

     Esta luz tabórica o cristofánica no es un mero acercamiento doctrinal al Misterio (no digamos racional), sino sapiencial. La cristofanía comprende también al Espíritu. Es la percepción-comprensión del tercer ojo. Lo cual no supone abandonar lo intelectual, sino superarlo. La vida humana no sólo está guiada por la razón, ni por la simple biología, sino tambiém por el Espíritu. La cristofanía aspira a ser una sabiduría, no una mera doctrina basada solo en un hecho del pasado.

      Todo ser es una cristofanía (hierofanía), es luz del Tabor, visto atravesando los sentidos (sin negarlos), es luz y amor. Esto es la naturaleza misma de la realidad. La cristofanía del Tabor es reconocer nuestra no-dualidad, la polaridad transcendente-inmanente. Se trata de ir cayendo en la cuenta de lo “que es”.




José A. Carmona
carmonabrea@yahoo.es