domingo, 23 de febrero de 2014

¿DORMIDOS O DESPIERTOS? 1ª PARTE






Heráclito de Éfeso, llamado el obscuro, es un filósofo aforístico del que podemos aprender mucha “sabiduría” (conocimiento que transforma). Diógenes Laercio recogió muchos fragmentos de sus dichos de los que buena parte, gracias a grandes estudiosos (entre ellos, Heidegger y Ortega y Gasset), han llegado hasta nosotros. Uno de ellos es éste (89):

Los despiertos tienen un mundo único en común; cada uno de los que duermen, en cambio, se vuelve hacia su mundo particular.”

Cada vez que veo que los hombres nos planteamos opiniones diversas, a veces incluso contrarias, me pregunto: ¿Será que estamos dormidos? Y no digamos si no son solo opiniones...Por descontado que realizados el lugar y el momento no todas son igualmente válidas, y algunas ni siquiera son válidas, pongamos por caso las opiniones y las situaciones de violencia, las de autodestrucción del hombre, de la naturaleza... las anacrónicas que suponen una rémora para el desarrollo... las que se oponen a la libertad...

¿Tiene esta pregunta algún valor social? Creo que tanto como pueda tener el mandamiento evangélico de amar al enemigo, o la afirmación de la carta a Gálatas (2,20): “vivo, mas no yo, es Cristo quien vive en mí”. No habrá cambio social eficaz y real si no se transforma al hombre. Este principio oriental creo que ha de ser completado con la visión social de occidente, pues la influencia en el cambio entre el individuo y la sociedad es mutua. El individuo se hace persona cuando deja de ser un número para convertirse en relación. Lo social no es más que la realización de lo personal que transciende al individuo.

Hasta la llegada del postmodernismo el pensamiento filosófico en casi su totalidad ha dado por hecho que hay un mundo único y objetivo que todos los hombres compartimos. La filosofía pretende llegar a conocer las últimas causas de ese mundo -hacer un mapa del mismo lo más exacto posible-. Se ha interpretado que las distintas teorías filosóficas son perspectivas diferentes, más o menos acertadas, de ese mundo único. A esta filosofía el postmodernismo la llama “filosofía ingenua” y la critica en profundidad (yendo hasta la raíces de la misma).

Me propongo hacer una reflexión global y crítica de esta actitud “ingenua” de la mayor parte de la filosofía. Buena parte de dicha actitud es lo que llamamos “sentido común”. Puede resultar novedoso e impertinente la crítica de la filosofía común (incluido el tan ponderado sentido común), por ello quiero advertir de entrada que no niego la validez del pensamiento conceptual, del lenguaje para desenvolvernos en el mundo práctico de las “apariencias”, en el que los filósofos sabios (poseedores de sabiduría, no los eruditos) llaman “mundo manifiesto”, en el mundo en el que creemos (y percibimos por los sentidos y la mente) vivir y que se desarrolla en el tiempo, en este mundo que llamamos real, y lo es, mas sólo relativamente, no absolutamente. En el que nos sirve el pensamiento conceptual, el sentido común, las palabras... el dinero... De hecho es lo que estoy haciendo con este escrito, pero la inteligencia puede trabajar también con los elementos que la intuición percibe del “mundo inmanifiesto”, puede hablar de lo Absoluto con un lenguaje indicativo, no enunciativo. Estoy hablando de la Realidad última – el Espíritu, Dios, el Tao, el Cristo...- de la que hablan los sabios y santos de la historia, Realidad que es algo más allá de nosotros a la vez que lo somos.

Vayamos por partes.

La filosofía que ha seguido a la modernidad sostiene que no hay un mundo único, objetivo, independiente de nosotros, pues el hombre (varón/mujer) es inseparable del mundo que ingenuamente ve como objetivo, como algo que está frente a él que es el sujeto (de nuevo la dualidad). El hombre y el mundo no son dos realidades, sino una sola con dos aspectos o polos. “Los humanos tenemos conciencia de un mundo porque es la clase de mundo que engendra organismos conocedores” (Watts). Porque somos mundo, somos capaces de conocerlo. El individuo que conoce es siempre hombre-en-el-mundo.

Si analizamos, siquiera somerísimamente, nuestro organismo, vemos que no puede subsistir sin el mundo que lo rodea, sin el kosmos: respirar, la luz y el calor del sol, los minerales que nos aprta la tierra, los vegetales y animales que nos alimentan. Hay una intercomunicación, más, hay una sola realidad, un solo kosmos que va ampliando su abrazo y del que somos parte.

Algo similar sucede con nuestros sentidos corporales que solamente perciben determinadas frecuencias o longitudes de onda (vista, oído...). Abarcamos con ellos una parte muy reducida del mundo (la vista de un halcón, el oído y el olfato de un perro...). Además están los límites de nuestro cerebro, connaturales a su estructura específica, que a su vez limitan las posibilidades rales de nuestros sentidos y de nuestra percepción mental.

También nuestros conceptos son resultado del Kosmos, no son algo en lo que el kosmos se refleja. El conocimiento que tenemos es inseparable del mundo físico, del social, del cultural. Tenemos este conocimiento gracias a que hemos incorporados códigos sociales y culturales. Aparte dicho conocimiento depende de la base (bio)química de nuestro cerebro. No todo es pensable. Además el lenguaje conforma nuestro pensamiento, como también lo conforma la educación recibida, a la vez que nos facilitan el desarrollo de nuestra cognición (y formación). Si no hubiera un mundo que lo posibilitara, nuestro pensamiento no existiría. Mas no solo esto, sino que nuestro pensamiento es un aspecto de ese mundo, aunque esto no es todo.

Y al revés, es la mirada del hombre, con su pensar y su lenguaje, la que hace un mundo humano, la que hace un mundo inteligible. Gracias a nuestras palabras y a los conceptos que están tras ellas percibimos un mundo con significado y sentido. Estas palabras y conceptos estructuran la información que percibimos por medio de los sentidos, la dividen, la organizan. Y esto, y solamente esto, es lo que percibimos: Un mundo humano. Por tanto lo que conocemos es ya un mundo transformado y recreado, cuando no creado, por los hombres a lo largo de los miles de años de historia. El mundo previo es inalcanzable para la mente del hombre.

No exclusivamente son los mundos físico, social y cultural los que condicionan el mapa que nos forjamos en la mente. Es también nuestro mundo personal el que influye en la visión. El mundo nos configura y a la vez nosotros configuramos el mundo.

Incluso los que compartimos el mismo lenguaje, una historia común, un cultura... percibimos las cosas de modo muy distinto (a veces), diferente siempre. Quien percibe es un personaje, un individuo con su historia personal cargada de experiencias, emociones, sentimientos, aversiones... y con su memoria que no sólo es algo colectivo (la cultura), sino también individual que condiciona constantemente nuestras percepciones, conceptos, principios... juicios, valores... Lo que para uno puede ser una maravilla (El Quijote, el canto gregoriano...) para otro será algo insoportable. Por ello, hemos de tener en cuenta que todo conocimiento es un re-conocimiento condicionado por nuestro pasado. Toda percepción es una interpretación, nos dicen los sabios.

Analizando todo esto podemos concluir (lo que dice Heráclito): que más que un único mundo, lo que hay es tantos mundos como personas y todo porque el pensamiento no puede reflejar el mundo de forma objetiva e imparcial porque es en sí mismo la resultante de todo un mundo particular que lo sostiene, posibilita y condiciona (M. Cavallé).

Ya he dicho y lo repito ahora. El pensamiento conceptual y las percepciones de los sentidos nos son muy útiles. Nos sirven para describir el mundo, para catalogarlo, para manejarnos en él, para comunicarnos... No se trata de que el pensamiento y los sentidos nos engañen, como alguna filosofía ha osado decir, sino que se trata de que ni el uno, ni las otras nos sirven para conocer la esencia íntima de la Realidad (Dios, Tao, Brahman, Cristo... Totalidad). Cuando pensamos que nuestro pensamiento conceptual, nuestras palabras... nos dicen lo que es la esencia de las cosas, nos dicen lo que es absolutamente real, estamos soñando, dice la Sabiduría Perenne. Y en nuestro sueño soñamos que atravesamos la superficie de la Realidad, cuando lo que hacemos es patinar sobre ella y cada uno a su manera. Confundimos el mapa que nos hemos creado con la realidad que el mismo quiere representar.

Se puede decir sin miedo a errar que en el estado de consciencia actual de la humanidad, la visión, la contemplación o mente superior (como llaman algunos/as) está dormida en la inmensa mayoría de la humanidad (Marquier). Estamos dormidos para lo esencial y pensamos que estamos despiertos, cuando llamamos profundo a la brillante superficie de la realidad.

Cada mañana, cuando abrimos los sentidos y la mente que está tras ellos, caemos en la ensoñación que nos hace creer que vemos, cuando en verdad estamos profundamente dormidos, ensoñación que nos priva de la felicidad.


José A. Carmona




martes, 18 de febrero de 2014

DEFENSORES DE LA VIDA



El asunto del aborto vuelve a estar en plena vigencia.

Dice un gran jurista español que una sociedad que está abriendo y cerrando constantemente el tema del aborto en función del gobierno de turno, es una sociedad anclada en el pasado (Martín Pallín). Que España está anclada en el pasado es algo tremendamente obvio, somos del sí o del no, del dogma o de la negación, del blanco o del negro. O sea, que estamos en unos niveles de conciencia míticos aún, muy parecidos a los medievales de las Cruzadas. Y lo que pasa con la evolución de las conciencias es similar a lo que sucede con las plantas, para que crezcan y se desarrollen el hortelano ha de ponerles abonos, cavar la tierra, regarlas... y esperar a ver si eso da resultado, lo que nunca puede hacer es tirar de ellas para que crezcan más aprisa. Las mataría. Con el “sí” y con el “no” en el fondo queremos destruir al contrario, no ayudarle a evolucionar.

Los antiabortistas se autoproclaman defensores de la vida (los pro vida), es que ¿acaso los abortistas no lo son también? Todos estamos a favor de la vida, sólo cambia lo que se asume como vida. Los abortistas defienden que el aborto es un derecho de la mujer, que es la dueña de su cuerpo. Con estas actitudes radicales entramos en una vorágine de violencia que en modo alguno puede facilitar que la conciencia humana (no ya la moral meramente, sino toda, y más la absoluta) avance y la humanidad suba de nivel. En ambas corrientes lo que abunda es ideología llámese o no dogmatismo.

Entiendo que hay que plantearse las cosas en profundidad y sin dogmatismos, que no suelen ser más que prejuicios creados por nosostros mismos para defendernos de nuestros propios miedos. Los dogmatismos pertenecen a una etapa de conciencia propia de la época mítica (muchos permanecen en ella) que en la modernidad empezó a ser superada (La crítica de la razón pura) y que ha sido sustituida en buena parte de la humanidad por la conciencia de la razón, que a su vez empieza a tener síntomas de superación hacia la de nivel de visión lógica...

Para los paladines de la vida, que reclaman el monopolio de la moralidad y de la ética, desde el momento en que se produce la fecundación la mujer debe poner su útero al servicio de la gestación.
Mas solo la ignorancia, la incongruencia, la prepotencia, el dogmatismo, la soberbia o la provocación pueden explicar esta postura.

Puede que no lo queramos admitir pero una bellota no es un roble, como decía un buen compañero cuando se debatía (otra vez) la vigente ley del aborto. Quien se come un piñón no se come un pino. El feto que en los primeros días no es más que un cigoto o unos miles o millones de células que se multiplican no es un ser humano, sí está destinado a serlo si la naturaleza sigue su curso. La equiparación del embrión y del feto a una persona viva demuestra que sus patrocinadores están alejados de la ciencia y de la racionalidad. El embrión tiene potencialidad para ser persona si llega a término su gestación, se desprende del claustro materno, y lleva una vida independiente, entretanto está sometido incluso a los hábitos de comportamiento y el estado de salud de la mujer que lo lleva en su vientre. ¿Lo que hay en el feto es vida? Sí (también lo que hay en el corazón) pero no vida humana, solo destinada a serlo. En términos escolásticos diría: vida humana en potencia, no en acto. La del nacido es en acto. Por descontado que la ciencia tendrá que ir desgranando la progresiva actualización de la humanidad de la vida del feto. ¿Estamos aún pensando con el Obispo de Hipona los llamados católicos que para cada niño Dios crea un alma? ¿Y cuándo la inserta? ¿En el momento de la concepción? (no es de recibo) ¿en el momento del parto?...¿Aún estamos en el s. IV?

Por otra parte ignorar que esa vida que se está gestando difiere de la vida del propio corazón, o ignorar que es vida humana en potencia tampoco responde a un conocimiento de lo que es, sino a una ideología determinada tan violenta y absurda como la dogmática. Por ello entiendo que ni el útero está meramente al servicio de la gestación, ni la vida del gestante puede estar pendiente de una mera veleidad de quien lo concibió y lo está gestando. No entiendo que el aborto pueda ser sagrado, pero sí que la gestante ha de tener una responsabilidad superior a todos los demás en el caso de su gestación, salvo imposibilidad del tipo que sea.

La incongruencia de la Conferencia Episcopal, que quiere mantener las riendas de una institución dogmática (quizás estén convencidos de que eso lo quiere Dios -¿qué Dios?-), hace a veces comparaciones totalmente insultantes, predicando desde la distancia (hay pocos menos comprometidos en el quehacer diario que los obispos): Un aborto es un asesinato, es matar a una persona inocente. Y eso sin distinguir casos, ni circunstancias. (Suelen hacerlo en muchos temas -en materia de sexo no hay parvedad de materia...-) Tenemos testimonios desgarradores de madres que se han visto obligadas a abortar por deformaciones tremendas de sus fetos, y ¿estas son equiparables a un asesino? ¿Cuando no a un terrorista como se llega a afirmar? ¿Son unas nazis, comparables a los que organizaban los hornos crematorios o la selección biológica? ¿Dónde queda la comprensión y la misericordia en los obispos y en los católicos?

Por descontado que el nasciturus tiene derechos y también los tiene la madre, mas sólo la mujer es persona, el feto es un proyecto de vida dependiente de la mujer y nunca podrá superponerse o gozar de la plenitud de derechos de esta. Y en las trágicas circunstancias de que entren en conflicto esos derechos ¿qué hacer? ¿se ha de condenar a la madre que aborte? O ¿se la ha de obligar a tener un hijo con una malformación grave y a cargar con ello toda la vida porque lo quiere Dios? ¿Qué es lo que quiere Dios -y qué Dios-? Sin duda ha de prevalecer el derecho de la persona. En el Congreso los parlamentarios podrán sacar la ley que les dicte sus prejuicios, dogmatismos, o consignas, pero...

¿Por qué los dogmáticos se respaldan en Dios para imponer sus propios juicios y prejuicios? ¿Y sobre todo su consciencia atrasada que ignora por sistema todo avance de la humanidad? ¡El fundamentalismo católico!

¡Pobre Dios! ¡Responsable de los disparates de los hombres ignorantes!


José A. Carmona

jueves, 6 de febrero de 2014

Apunte acerca del contemplar





Estamos inmersos en la cultura del preguntar. “¿Por qué?” “¿Qué?” La objetividad es la gran obsesión. Lo que llamamos nuestro pensar gira en torno al preguntar. Al romper con el dogmatismo hemos desarrollado el espíritu crítico que en la ciencia y en la filosofía-búsqueda ha alcanzado su cima. Hemos institucionalizado el “sentido común”. Y esto es bueno pero claramente insuficiente.

Sin embargo, las ideas que merecen ser puestas en duda son las que más se dan por supuestas -el sentido común- (Whitehead). Entender la realidad como lo enfrentado objetivamente al sujeto nos hace perder de vista la contemplación, pues la mente no puede ir más allá de sí misma (Nisargadatta). El Ser no puede caer dentro de los términos creados por la propia mente, términos que nos llevan al conocer, nunca al ser: siempre al objeto frente al sujeto.

Sólo saliendo de la mente (que es dual), sólo dejando de preguntar por el “qué” se puede llegar a ser. El resultado de una pregunta es lo preguntado presentado como respuesta. La Realidad, el Absoluto, Dios no puede ser alcanzada/o, sólo podemos “serla/o”. (Yo soy la cepa y vosotros los sarmientos. El Cuerpo Místico que en los comienzos se le llamó Cuerpo Físico de Cristo)

Nos dice Eckhart en sus sermones, refiriéndose a Dios: “Cuánto más uno te busque, tanto menos te encontrará...” “Si no lo buscas, lo encontrarás”.


José A. Carmona