La
técnica, entre otras cosas, avanza en nuestros días a gran
velocidad, y nos está haciendo ver y comprender nuevas formas de
muchas cosas conocidas, aparte de muchas cosas nuevas. Tomemos el
ejemplo de un libro.
En
los tiempos del Código de Hammurabi (siglo XVIII a. C.) el libro era
una piedra cónica grabada con una serie de signos (cuneiformes). Los
egipcios estos signos los trasladaron a los muros y sobre todo a los
papiros en rollos, sus libros. Los romanos utilizaron tablillas de
cera que marcaban con el “stilus”. En el medievo se utilizaron
los pergaminos (pieles elaboradas) escritos a mano por los amanuenses
e ilustrados muy bellamente. Nosotros hemos conocido (de larga
tradición) el papel, hecho con pasta de madera, con el que se han
elaborado una cantidad inconmensurable de textos. Hoy día hemos
llegado al llamado “ebook”, el libro informático (la
colonización de la lengua es patética). Todos los objetos que los
humanos a lo largo de la historia hemos usado para imprimir nuestra
escritura, no son más que soportes. Varían de unos a otros pero la
escritura permanece, el libro permanece, la Piedra Roseta, el Código
de Hammurabi, los rollos, los pergaminos... y el ebook son
sencillamente libros. Si alguien dijera que un ebook no es un libro
porque no es de papel, cogería el rábano por las hojas. La esencia
del libro es la escritura como instrumento para la trasmisión del
pensamiento, del sentimiento... y desde luego nadie osaría llamar a
los códigos de pergaminos que contienen las Glosas Emilianenses
“no libros”. No es el soporte, sino la escritura lo que hace que
el libro se tal.
Algo
similar nos está pasando a los hombres con respecto a la Realidad a
la que llamamos Dios (un icono de lo Divino con muchos siglos de
historia y válido siempre que lo despojemos de la inflación ganada
con el paso de la historia). La confundimos con el soporte mítico
medieval con que nos transmitieron su concepto, su idea. Algo que ha
sucedido con muchísima frecuencia en el mundo de la modernidad que
rechazó de plano a Dios porque se vio en la evidencia de que tenía
que rechazar el mito medieval, sin caer en la cuenta de que no es lo
mismo el soporte que lo soportado, lo que se trasmite que el medio de
la trasmisión, Dios que el Dios mítico. Si la humanidad da un paso
hacia la racionalidad o hacia la visión sutil, han de ser éstas los
medios de trasmisión de la Totalidad, del Misterio al que llamamos
Dios, y no el mito o, lo que sería mucho peor, la visión mágica
que quedó atrás hace muchos siglos, aunque no para muchos. Negar al
Dios mítico no es ser ateo, sino ser coherente con la evolución de
la conciencia que exige una nueva forma de entender lo Divino (como
Misterio, Totalidad, Nada, Plenitud, Cosmos, Vacío, Realidad total y
transpersonal, Fundamento último del ser...).
La
historia, pese a lo que sostienen los creacionistas, es puro
desarrollo, es pura evolución. Desde la piedra a la autoconsciencia,
desde la semilla al bosque, desde los átomos hasta las galaxias,
desde la célula procariota hasta los mamíferos, desde el feto hasta
el hombre maduro... Y en esta evolución los estudiosos han
descubierto a base de experimentar en los más diversos campos una
serie de rasgos comunes a todo ser (y por lo mismo a toda evolución).
El conjunto de estos rasgos comunes es el objeto que trabaja la
espiritualidad integral. Hoy tenemos un conocimiento global,
cualquier persona puede acceder al conocimiento acumulado a lo largo
de la historia por todas las culturas, y también a la experiencia, a
la sabiduría, a las reflexiones... de todas las civilizaciones de la
historia. Apelando a las grandes tradiciones del mundo se ha esbozado
un mapa integral (o inclusivo) de los elementos más interesantes que
ellas nos proporcionan.
Este
enfoque (o mapa) integral contiene fundamentalmente estos cinco
elementos: cuadrantes, niveles o estadios, líneas, estados y
tipos. Con estos enfoques se tienen cuenta los aspectos más
importantes de la vida. El mapa integral nos ayuda a vernos a
nosotros mismos, la vida y a Dios de un modo más exhaustivo y
eficaz. Yo diría de un modo novedoso que hasta ahora ha sido
imposible tener. En San Francisco -California, EE.UU- se ha creado el
Integral University para un aprendizaje realmente integral. Este
mismo enfoque ha originado el Integral Spiritual Center que reúne a
grandes maestros espirituales del mundo. Este Centro ha elaborado
doce terapias experimentales para el día a día, llamada Práctica
Vital Integral, doce pues atienden a las dimensiones cuerpo, alma,
espíritu desde las perspectivas de los cuatros cuadrantes (yo,
nosotros, ello, ellos).
El comienzo de una era verdaderamente integral supondrá la extinción
definitiva de la era metafísica.
Los
cinco elementos (el
perfil de nuestra conciencia)
Los
elementos que comprende este mapa de la visión integral son
llamados: cuadrantes, niveles, líneas, estados y tipos. Se ha
de advertir que no son meros conceptos teóricos, sino aspectos de la
experiencia que podemos verificar en cualquier momento. Se trata del
perfil elemental de la misma conciencia humana. La misión de la
visión integral es la de ayudarnos con rapidez y eficacia en el
viaje de la vida.
-
Los cuadrantes son los elementos de conexión de todos los
demás. Acabo de nombrarlos. Otro de los nombres que se les aplica
(ya en la escolástica se hacía como identidades del ser. Y lo son:
Verdad (ello y ellos), Bondad (nosotros), Belleza ( estética o yo).
Toda realidad tiene estos cuatro cuadrantes, y por lo tanto también
nuestra conciencia, estos cuatros aspectos que han de ser igualmente
cuidados en todo desarrollo, en toda espiritualidad: lo interior
subjetivo junto con lo interior colectivo, que es el ámbito de los
sentimientos, la estética, la belleza, los pensamientos, lo
espiritual (como lo entendemos actualmente) amén de la cultura, el
arte, la moral... y lo exterior tanto individual como colectivo o
mundo de la naturaleza, de la sociedad, de las estructuras, de la
materia, de las ciencias...
Estos
cuatro elementos los podemos observar en nosotros mismos: nuestro
cuerpo, nuestra alma, nuestro espíritu... - tanto plural como
colectivo- y hacerlo desde una perspectiva externa, analizándonos,
(en tercera persona, lo hace la ciencia) o interna viviéndonos como
cuerpo, como alma... como lo que somos (en primera persona, lo hace
la vida).
-
Los niveles (también llamados estadios)
Todos
los cuadrantes se desarrollan, crecen (más o menos), evolucionan.
Así van apareciendo los distintos niveles. En el cuerpo y en la
materia lo vemos con los ojos de la cara. En la mente, hablamos de
personas maduras o infantiles... Igualmente lo podemos observar en
los demás cuadrantes, el nivel del místico no es el del impío,
distinguimos perfectamente entre el oprimido y el opresor, entre
Jesús de Nazaret y un talibán misógino.
En
el cuadrante del yo humano podemos distinguir diversos estadios: el
egocéntrico (abundante), el etnocéntrico (abundantísimo), el
mundicéntrico (escaso) y el Kosmocéntrico (escasísimo). El primero
no va más allá del cuerpo, el segundo de la mente, el tercero llega
al espíritu, el cuarto es además no-dual. Y esto tanto en lo
individual, como en lo colectivo. Los nacionalismos no llegan al
espíritu, pero la expansión de esta conciencia grupal favorecen
sistemas más complejos que los clanes y las tribus. Pero mientras no
lleguemos a los sistemas globales estaremos impidiendo el desarrollo
total del hombre y de la historia. Mas poco a poco creamos niveles
sociales cada vez más elevados. Jesús de Nazaret en su mandamiento
del Amor sin límites tenía muy claro todo esto.
-
Las líneas de desarrollo
Éstas
se dan igualmente en los cuatro cuadrantes. También llamadas líneas
de inteligencia. Son múltiples y cada una puede alcanzar un nivel
muy distinto a las otras. Todos conocemos a personas muy eruditas y a
la vez muy inmorales. La terapia integral está enfocada al más
pleno desarrollo de todas ellas. Recuerdo las principales:
. la línea cognitiva (de Piaget), fundamental, es
sencillamente la conciencia de lo “que es”
. la línea emocional, incluye todas las emociones
. la línea interpersonal, la forma de relacionarse con los
demás
. la línea moral, de las buenas costumbres
. la línea estética, de la belleza y del arte
. la línea de la identidad del “yo”, ¿quién soy yo? Y
su respuesta
. la línea de los valores, estudiada por C.Graves ¿qué
merece o no la pena?
. la línea espiritual, o lo que la persona considera lo
último, lo más importare
.
línea psicodinámica
…
Todas
y cada una de estas líneas pueden alcanzar niveles máximos, medios
o mínimos. Todos conocemos ejemplos abundantes (grandes deportistas
muy ignorantes, o santos muy sabios pero incapaces de practicar
aceptablemente un deporte, grandes artistas inmorales...) y todas
alcanzan a los cuatro cuadrantes o como los podemos llamar: yo,
cultura y naturaleza. Los cuatro se desarrollan, esto es, se
despliegan de niveles inferiores a los superiores. Un ejemplo:
Cuadrante exterior individual, átomo, célula, tejido,
organismo, árbol, bosque...o feto, bebé, infante, adolescente,
joven...: Cuadrante interior individual: yo instintivo,
mágico, arcaico, mítico, racional, intuitivo, holístico...no-dual:
Cuadrante interior colectivo: nosotros (cultura) premodernos,
modernos, postmodernos, integral... Cuadrante exterior colectivo:
clanes, tribus, ciudades estados, imperios, naciones, organizaciones
supraestatales, comunidades integrales... Esto lo vemos en cada una
de las líneas de desarrollo, no creo necesario insistir.
Ya
he escrito en otros artículos de este blog sobre los diversos
aspectos de lo que queremos expresar cuando utilizamos la palabra
espiritualidad (el 12/4/10 y el 26/3/11). Por ahora no insisto en
ello, puede ser que más adelante.
Los
tipos. Principio masculino y femenino. El masculino se identifica
más, quizás, con la individualidad y el femenino con la relación.
Estos tipos existen en todos los seres, pero somos más conscientes
de ello en lo que se refiere al sexo, al pensamiento, al
sentimiento, a la intuición... y pueden hallarse en cualquiera de
los niveles o estadios.
Refiriéndonos
a los hombres (varones y mujeres) se desarrollan a través de los
distintos niveles de forma diferente, una voz diferente según sean
varones o féminas. El varón se centra más en la autonomía, la
justicia, los derechos, la lógica reflexiva, la mujer en la
relación, el respeto, la responsabilidad. Los varones se tocan poco,
las mujeres sí lo hacen con normalidad.
En
el estadio integral ambas voces, masculina y femenina, que desde el
inicio están dentro de cada individuo, tienden a integrarse. No se
trata de que cada sexo se asemeje al otro, sino que abraza los dos
aspectos de su propio ser, no se trata de un tertium quid amorfo y
asexual, sino que siendo varón o mujer se atiende más
conscientemente al otro aspecto de su propio ser.
Los
estados. La palabra la utilizamos con frecuencia: estado de salud
(corporal normalmente), estado financiero, estado del clima, el
estado... Se experimentan en todos los cuadrantes. En invierno la
naturaleza parece estar dormida, y lo está, la vida está
aletargada, en primavera florece... y lo mismo sucede en las
sociedades, en las culturas. Aquí me refiero a la conciencia (que es
todo), y a la conciencia humana o autoconsciencia en concreto.
Dejando sentado que siempre es posible en el hombre un estado
alterado de conciencia (estados meditativos, experiencias
cumbres...), hablo de los estados a los que accedemos todos con toda
normalidad. Son vigilia, sueño
-con sueños- y sueño profundo, propios del cuadrante
superior izquierdo o individual. Dichos estados no son permanentes,
entramos y salimos de ellos cada día de nuestra vida en la tierra.
En estos estados alcanzamos contactos muy diversos con la realidad.
Del estado de sueño profundo no hay memoria en la mayoría, ni
siquiera del sueño con sueño, pero los místicos causales nos
hablan de sus experiencias en los mismos. La práctica de la
espiritualidad integral ayuda a conseguir unos estados energéticos
(sutil y causal) del cuadrante superior externo que nos hacen
vivir constantemente en esa percepción-identidad de la
realidad-Realidad. ¿Qué decir en el mundo cristiano de la intimidad
que Jesús tenía con su Abba? ¿Qué es lo que Teresa de Ávila
encontraba entre los pucheros, una idea de Dios o la Realidad que
llamamos Dios? Sencillamente se trata de: Amada en el Amado
transformada. Leer a los místicos ayuda mucho.
¿No
es verdad que la religión (o espiritualidad) nos habla
constantemente de la Vida y del Amor? Y sin embargo, ha sido siempre
origen de muerte y destrucción y lo sigue siendo. A una grandísima
parte de la humanidad -la inmensa mayoría- le falta encontrar el
sentido a todo. Asumiendo que la espiritualidad abarca todo lo dicho,
los cinco elementos, habrá sitio para todas las visiones de Dios, o
casi todas. Y todo podrá cobrar el sentido que no vemos. Ha de ser
fruto de una experiencia personal. Más adelante quizás vuelva al
tema para desarrollarlo más. Hoy quiero despedirme haciendo una
reflexión sobre Dios o el Espíritu teniendo en cuenta lo dicho:
¿El
Espíritu (Dios...) es real o no lo es? ¿O acaso una mera
creación mental?
¿Existe,
o no, un Fundamento real de Todo, una Divinidad real? ¿Existe ese
Cristo, ese Misterio que soporta nuestro propio ser y a todo el
cosmos dańdole Vida y Sentido?
Sin
duda alguna la respuesta a esta pregunta no la podemos buscar en la
razón humana que no puede alcanzar el Misterio. Es tan imposible que
la razón nos de la respuesta como poder oír música con los ojos.
La razón no es el medio adecuado. Mas de ahí, llegar a la
conclusión de que no hay tal Espíritu es totalmente irracional,
sería similar al sordo que negara la existencia del sonido. La
actitud adecuada sería ver y estudiar las respuestas que han dado
los hombres que a lo largo de todas las épocas han alcanzado los
niveles superiores de conciencia: los místicos de todas las
culturas. Siempre teniendo en cuenta las limitaciones humanas de las
mismas, se ha de deducir el denominador común.
Visto
desde estas experiencias, el Espíritu o Fundamento de todo no es en
modo alguno un ser mágico, ni mítico, ajeno al mundo, sino que es
la Esidad (no sólo ens a se) de todo ser, o la Vacuidad que es
transparencia de cuanto existe o puede existir. Es una Inteligencia o
Conciencia, no mítica, no dualista, sino no-dual, no una
inteligencia que percibe las cosas, sino que conoce las cosas
siéndolas, manifestándolas. Es a la vez conocimiento y ser,
sujeto y objeto. Si se le describe como Ser, no se trata de una
substancia ontológica, sino de la Esidad misma de cada cosa que es
previa a todo (conceptos, sentimientos, imágenes, símbolos...). Si
se le describe de forma personal, es la Divinidad, anterior a
cualquier manifestación de la misma como Origen, Fuerza y Amor
(Padre, Hijo, Espíritu) o cualquier otra. Es una Talidad eterna,
esto es, atemporal; no se trata de una Talidad imperecedera, sino
que no tiene tiempo, no está en el tiempo. Es meramente momento,
ahora, presente, ajena al tiempo.
Se
puede describir ese Espíritu de múltiples formas y maneras, tantas
como los despliegues evolutivos de la conciencia y todas coinciden en
la existencia de una Realidad infinita que es y está más allá,
detrás, sobre y como el universo manifiesto, algo similar (pero solo
similar) a como las hojas de un libro están sosteniendo a las
letras, sin papel (o el soporte que sea -ahora mismo estoy
escribiendo sin papel-) y sin letras no tenemos libro.
Y
podemos preguntarnos ¿existe una prueba de todo esto? Sí, la misma
que nos demuestra a qué sabe un gazpacho andaluz: experimentarlo.
Ascender
por los niveles de conciencia en los cuatro cuadrantes hasta llegar a
las olas más altas y degustar lo que entonces se experimenta. El
camino místico es la prueba. Y ese Dios experimentado no será un
Dios mítico, ni dogmático, no será un Dios meramente racional...
ni será el dinero, ni cualquier otra preocupación que absorba la
conciencia de los hombres, respuestas que a lo largo de su evolución
los humanos nos vamos dando y que son incompletas y parciales, aunque
sirvan en sus momentos, pues no son globales, no son integrales.
Acabo
con unas palabras de Wilber, uno de los miembros del Integral
Spiritual Center:
“Existe
un Espíritu en todas y cada una de las olas de conciencia, puesto
que el Espíritu es esa misma conciencia mostrándose en los
distintos niveles de su propio desarrollo, la misma conciencia que
duerme en los minerales, empieza a despertarse en las plantas, se
mueve en los animales, revive en los seres humanos y retorna a sí
misma en el sabio despierto. Y lo más extraordinario es que todos
nosotros -tanto usted como yo- estamos invitados a convertirnos en
un sabio despierto.
¿Llegaremos
a verlo?”
José
A. Carmona