jueves, 31 de julio de 2008

Un apunte sobre el crucifijo

Un apunte sobre el crucifijo

Cada semana, Juan Cejudo, nos invita a leer la colección de artículos que nos expone en su blog particular. Yo los leo con verdadera sintonía con su línea de pensamiento, y con un abrazo sincero a su corazón, lleno de Jesús de Nazaret.
En estos días nos ha propuesto los artículos pertinentes, que he repasado detenidamente, como todos ellos. Pero al leer el que nos propone de nuestro común amigo Juanjo Tamayo, algo me picó dentro y me he decidido a poner por escrito estas líneas, que no son más que un ligero apunte.
No pretendo en modo alguno defender las acciones y mucho menos las contradicciones de cualquier gobierno (estoy preparando un artículo, de fondo social, político y espiritual, en el que creo que propugno claramente una forma de actuación social y política. Por cierto, no lo puedo omitir, lo que está haciendo Juan de Dios Regordán me parece maravilloso), sólo quiero apuntar, como digo, una nueva perspectiva a la visión del crucifijo.
Recuerdo que leyendo, hace muchos años, el libro de Gustavo Gutiérrez: Teología de la liberación, me impactó profundamente un sencillo principio que Gustavo expone: “Ser cristianos nos exige pasar de la individualidad de Jesús de Nazaret a la universalidad de Cristo”. Y creo que esta universalidad que subyace frecuentemente en los escritos de los teólogos de la liberación, está un poco ausente en los de los europeos.
Y no sé si no sería conveniente que la aplicáramos al crucifijo, no como símbolo de lo que hace el poder (no el Padre) con Jesús, sino como símbolo que es del Verdadero Amor. Es éste un valor humano universal, el cristianismo en su jerarquía ha secuestrado muchos valores (la fe, el mismo Jesucristo, la espiritualidad cristiana, los símbolos...) apropiándoselos en exclusiva. Aún pesa mucho la carga histórica de la inquisición, aún nos cuesta ver lo cristiano (y en general lo profundamente religioso) como lo profundamente humano, sobre todo identificar lo cristiano como aquello que llega hasta las verdaderas raíces de lo humano. Creo que cuanto más se acerca uno a lo cristiano más humano se hace, es más, sólo lo verdaderamente humano (en el Amor) puede ser cristiano, religioso, divino, por eso podemos afirmar, al ver a Jesús crucificado que él es Dios, porque es la Plenitud del Amor de un Hombre, que ama sin límites. Es toda la religión que predicó él. Incluso se rebeló, siendo él judío, contra la Ley en favor del hombre. Esto lo olvidamos mucho.
Por ello, entiendo que ya va siendo hora de que recorramos el camino inverso al que ha recorrido la institución, no sacralizar lo pagano, como en la historia ha hecho con las fiestas, símbolos, palabras, funciones... sino universalizar lo que llamamos hoy cristiano, como el crucifijo y que aparezca por siempre como un símbolo más del Amor sin más epítetos y no de un determinado tipo de fe. Y el Amor es patrimonio, podríamos decir, de la Humanidad, de la Totalidad, del Universo, del Abismo, del Todo, del Misterio, pues se identifica totalmente con el Todo, con la Trinidad.
Creo que el crucifijo, como símbolo, ha de superar el tiempo y el espacio y hacerse humano y universal. Es más, creo que podríamos afirmar que ésta es la esencia del Cristo, su Universalidad, como afirma la teología de la liberación.
Recuerdo haber oído contar una anécdota sobre el viejo profesor Tierno Galván, que viene muy a cuento en este apunte. Cuando salió elegido alcalde de Madrid, el encargado de protocolo del ayuntamiento le enseñó el que había de ser su despacho, y al hacerlo se dio cuenta de que sobre la mesa de trabajo había, presidiéndola, un crucifijo. Inmediatamente el jefe de protocolo la intentó lo intentó retirar, mas Tierno Galván que, como sabemos, era agnóstico, le dijo que no lo retirara porque el crucifijo era sencillamente un símbolo de un Amor enorme, que era lo que él necesitaría para ejercer en ecuanimidad su cargo.
Por ahora no quiero decir más, se me ocurren muchas cosas, desde el Postmodernismo hasta la Cristianía. Baste el apunte expuesto.

José Ant. Carmona

No hay comentarios: