viernes, 7 de marzo de 2008

Mentalidad agraria de la institución católica

De la mentalidad mítica o agraria de la institución católica

Primera parte

Me propongo estudiar con una relativa seriedad lo que es la mentalidad agraria o mítica y cómo es esta la que tiene la institución católica[1], autodenominada iglesia católica o universal, e incluso, la iglesia de Jesús. Es cierto que dentro de su amplísimo campo de extensión (el de la llamada iglesia católica) humana caben muchas formas de conciencia. Desde el comienzo ya caben posturas enfrentadas, o casi, como la Mateo y la de Juan (son muy pocas las cosas de fondo que tienen en común sus evangelios). Parece que los estudiosos de la Biblia, o mejor del Nuevo Testamento, prefieren, en general, estudiar a los sinópticos que a Juan, porque este tiene un evangelio ¡mucho más elaborado!

De esto no tengo duda alguna, ¿Pero, es que cada uno de los evangelios no son acaso sino una interpretación (distinta) de la experiencia mística y del mensaje consecuente de Jesús de Nazaret? ¿Una interpretación de su vida y de su muerte? En esto es un ejemplo maravilloso el libro: La plenitud del hombre, de mi amigo Raimon Panikkar, un hombre con una visión enorme de Jesús de Nazaret, no limitada por los límites impuestos por la institución, y animada sólo por la fe. Su exposición de la Cristianía como meta a conseguir en el tercer milenio es sobrecogedora.

Si seguimos buscando distintos y profundos niveles de conciencia, todos distintos y similares a su vez, acogidos dentro de la institución nos encontramos con los padres de Oriente, S. Basilio, S. Cirilo de Alejandría… frente a los occidentales como S. Ambrosio, S. Agustín, etc. Y, si pasamos a los místicos, nos encontramos con multitud de ellos condenados como herejes, Eckhart (posiblemente el más grande), a otros elevados a la santidad, aunque antes hubieran de pasar por la criba de ser acusados de herejía, como Sto. Tomás de Aquino. En España tenemos una legión de místicos, que anduvieron por el filo de la cuchilla con la Inquisición, o por la cárcel… como Sta. Teresa de Ávila, S. Juan de la Cruz. Es oportuno recordar aquí aquella frase de Louis Cognet, profesor del Instituto Católico de París, “podría escribirse el más apasionante de los libros sólo con las miserias de todo tipo infligidas por las autoridades eclesiásticas a los espirituales y a los místicos.” Y en definitiva, no es nada de extrañar que sea así porque la institución ha olvidado por completo la experiencia religiosa, espiritual, mística de Jesús de Nazaret, y ha creado una doctrina dogmática, impositiva, de la que mana su poder sobre los hombres, una doctrina que teme toda mística, porque ésta es una experiencia que se escapa al control de aquella. Ha reducido a mental, pese a sus afirmaciones en sentido contrario, todo el contenido cristiano, cuando éste, en su núcleo, no es sino pura experiencia espiritual, interior, contemplativa, pura efusión del Espíritu, no controlable, ni manipulable, incluso ni siquiera expresable con palabras (es transverbal y apofática), hasta el punto de que dicha experiencia tan sólo puede ser descrita metafóricamente. Y es ésta experiencia la que está en la raíz de lo cristiano.

A mí me resulta muy extraño que se condene a Eckhart como hereje y a Juan de Yepes se la haga santo, aunque prácticamente muriera encarcelado por sus propios hermanos de religión, cuando la espiritualidad de éste está fundada en aquél[2]. No puedo resistirme, como confirmación de todo esto, a escribir unos versos del santo castellano sobre uno de sus éxtasis.

Entréme dónde no supe

Y quedéme no sabiendo,

Toda ciencia transcendiendo.

Y es de tan alta excelencia

Aqueste summo saber,

Que no hay facultad ni ciencia

Que lo puedan emprender;

Quien se supiere vencer,

Con un no saber sabiendo,

Irá siempre trascendiendo.[3]

He apuntado todo lo anterior para recordar sumariamente cómo dentro de una línea de seguimiento de Jesús de Nazaret caben muchas formas, aunque ninguna contraria a las mismas huellas que marcara el Maestro. Luego la institución, organizada en torno a los episkopos o vigilantes a partir de finales del primer siglo se iría encargando de pulir la “ortodoxia”, que poco tiene que ver con la afirmación de Lucas: “Quien no está contra vosotros está con vosotros”(Lc 9,49-50 y Mc 9,38…)

Voy a pasar al estudio con un carácter más técnico. Creo que con la exposición del tema será suficiente para ver el abismo existente entre dicha institución y Jesucristo.

Panorámica de la iglesia

Por supuesto que esta reflexión la hago fundamentalmente para mí. No espero, al menos no es probable, que nadie vaya a leer este escrito, sobre todo porque es algo que apenas interesa a nadie. Me interesa a mí.

Leyendo el capítulo, mejor, los capítulos, que dedica Wilber en su libro Después del Edén a la conciencia agrícola, me vino a la mente la necesidad de recoger la multitud de datos que allá se exponen y hacer una comparación con la institución católica. Y es lo que en los días, o semanas sucesivas me propongo hacer en este libro.

No necesito repetir en este escrito la gran transformación interior que me ha causado leer los libros de Wilber, cómo ha cambiado mi visión del Universo y de la espiritualidad, cómo he profundizado en mi percepción de la institución católica del Vaticano y de la jerarquía… y cómo me ha acercado a la iglesia de Jesús, o mejor, al mismo Jesús.

Hace más de 43 años me ordenaba de presbítero en Cádiz de manos de Añoveros, fue el 29/6/64. En aquellos momentos sentí una emoción interior. Aquel día fue muy importante para mí, en aquellos momentos llegar a ser sacerdote era algo muy grande, yo realmente creía que tenía, como tal sacerdote, una misión religiosa especial. Detrás han venido los cuarenta y tantos años de vida para colocarme un tanto en mi sitio en esta historia de luz y confusiones. En aquellos momentos ya tenía en mi interior todas las raíces de lo que sería mi vida posterior: sentido de servicio, sentido de Ser a través de la persona de Jesús de Nazaret, un sentido muy vivo de la libertad de conciencia a la hora de optar un camino o el camino de mi seguimiento personal, un sentido de honestidad personal. A la vez que grandes defectos, como la dispersión, una indolencia para el trabajo o el esfuerzo, un gusto por lo novedoso (bajo una capa de conservadurismo), una vanidad que me ha llevado a actitudes egoístas, un cierto afán de notoriedad… Hoy no sigo siendo el mismo, y sin embargo…, lo sigo siendo. ¿Qué es lo que mantiene este sentido de identidad en mi interior? Hoy no podría en modo alguno aceptar ser sacerdote de la iglesia católica, y mucho menos ejercer como tal en una parroquia, ni de profesor en la facultad de teología (no me dejarían proclamar la fe tal como la experimento en mí), no tengo la ingenuidad (no sé si buena o mala) de aceptar al Espíritu Santo tras todas las acciones oficiales, y mucho menos detrás de Ratzinger (como papa Benedicto XVI), ni el conservadurismo a ultranza de los obispos españoles, ni acepto que ellos sean seguidores de Jesús, “por sus obras los conoceréis”… Y no niego que la institución ha hecho muchísimo por la cultura y el bien en general de Occidente en los últimos dos mil años. La iglesia es una institución enorme, cuajada de contradicciones, nada divina como se autoproclama, pero llena de valores humanos y también de sus trágicos defectos. Y su mentalidad, la de la iglesia oficial y jerárquica, ha quedado anclada en formas e ideas de la época agrícola de la historia de la evolución de la conciencia. En muchas cosas su mentalidad es muy anterior a Jesús de Nazaret y se identifica con aquella institución de poder religioso que llevó al mismo Jesús a la cruz.

Para desarrollar algo mi pensamiento (pobre) sobre este tema, quizás sea necesario exponer alguna descripción acerca de los elementos que vamos a tener presentes, como la conciencia y la evolución, o desarrollo, de la misma a través de los tiempos (que es la verdadera historia de lo humano, no una mera crónica de hechos según entendemos muchas veces la historia).

Evolución de la conciencia

No pretendo definir algo que no puede ser definido, caso de ser así, la conciencia caería en los límites del conocimiento, con lo que dejaría por ello mismo de ser conciencia infinita, inconmensurable, algo Divino , Espíritu en la realidad, o quizás la Realidad misma. Pero, intentar una descripción es importante, para no errar en el camino. En este sentido Conciencia es lo mismo que Ser, mas esta expresión en nuestra cultura occidental no es del todo afortunada, puesto que entendemos que muchos seres no tienen conciencia, puesto que la conciencia tiene algo que ver con: darse cuenta de algo. Y son muchos los seres que no se dan cuenta de nada. Pero sobre todo en nuestra cultura se llama ser consciente a aquel que sabe que él es, que él existe, que él es contingente, que él tiene una serie de cualidades y defectos… o sea, que llama consciente casi exclusivamente al hombre (aquel ser en el que la evolución se torna consciente de sí misma, como dice Theilard). Por ello, prefiero describir la conciencia como “un aspecto del Absoluto, que está más allá del espacio y del tiempo, de los conceptos, de todas las categorías mentales, de cualquier tipo de límites”, por ello la conciencia no es ni personal, ni mental, sino que trasciende ambas realidades[4]. La evolución de la creación no es sino la evolución de la conciencia. El Punto Omega hacia el que tiende la creación entera en palabras del mencionado Theilard es la conciencia de Dios.

Ken Wilber, posiblemente el mejor estudioso de la conciencia transpersonal que vive hoy, tiene un estudio, mejor un libro en el que estudia la evolución de la conciencia en su aspecto filogenético. Mi trabajo se va a reducir a unos comentarios a los capítulos en los que analiza la conciencia agrícola, o mítico-pertenencia. Pero, antes de entrar en ello será necesario exponer un poco lo que son, en su pensamiento, las estructuras básicas de conciencia. Ya he analizado algo similar cuando estudié un poco las diversas maneras en que se entiende en nuestra sociedad la religión, pero, allí lo hice bajo el aspecto de la ontogenia, del aspecto evolutivo individual, y ahora lo quiero enfocar desde la filogenia, del proceso evolutivo de la especie. Y ello con la finalidad fundamental de ver en qué etapa de la evolución humana, se halla inmersa la estructura eclesiástica. Me importa mucho Jesús de Nazaret, y me importa mucho la relación de la estructura eclesiástica con él. Múltiples son sin dudas las razones.

El espectro de la conciencia

Antes de introducirme en este análisis, es indispensable tener, al menos, una pequeña visión global de qué se entiende en estas líneas por el espectro de la conciencia, o evolución de la misma.

En el desarrollo psicológico (según afirma la psicología transpersonal) existen dos grandes tipos de estructuras fundamentales: las llamadas básicas y las de transición.

Las estructuras básicas son estructuras que, una vez han emergido, perduran como unidades (relativamente) autónomas a lo largo de todo el desarrollo posterior, pueden ser subsumidas por unas estructuras superiores, que las integra como partes de su propia totalidad. En cambio las estructuras de transición son `provisionales y tienden a ser reemplazadas en la siguiente fase del desarrollo.

A estas estructuras básicas las podemos llamar niveles de conciencia, que siguen perdurando una vez que han emergido, manteniendo una relativa autonomía funcional, como veremos. Estas estructuras básicas son conocidas como la Gran Cadena del Ser, aunque haya muy distintas versiones sobre los niveles (de Conciencia) que abarca la Gran Cadena. Las principales escuelas de Oriente y Occidente apuntan a la existencia de una amplia diversidad de niveles.

El interés de las escuelas occidentales se ha restringido a los aspectos prepersonales y personales de la existencia, mientras que las escuelas espirituales y místicas se han centrado en los niveles superiores que podríamos llamar transpersonales.

Wilber intenta un resumen de todos los niveles uniendo a Occidente con Oriente, a la psicología con la espiritualidad y plantea estas estructuras básicas, que presento de forma un tanto simplista, pero suficiente para lo que se pretende:

Primer nivel: Sensorio-físico. El dominio de la materia, la sensación y la percepción, el nivel sensorio-motor…

Segundo nivel. El nivel emocional-sexual (la libido y el prana) y el fantásmico o mente-imagen, que opera exclusivamente sobre la base de las imágenes.

Tercer nivel. Mente rep (representativa). Estadio del pensamiento preoperacional (Piaget). Esta mente se desarrolla en dos estadios: el de los símbolos (de 2 a 4 años) y el de los conceptos (de los 4 a los 7). La mente rep va más allá que la fantásmica, porque, aunque el símbolo y la imagen representen al objeto, el símbolo no lo hace de forma figurativa (imagen) sino verbal. La palabra a-r-b-o-l no se parece en nada a un árbol, en cambio lo imagen se parece. Los conceptos por su parte, suponen un avance sobre los símbolos puesto que connotan (representan una clase de actos) lo que los símbolos sólo denotan (simbolizan un acto u objeto). Se trata de una estructura muy egocéntrica aún, no puede asumir fácilmente el papel de los demás.

Cuarto nivel. La mente rol, o mente regla. Se trata del pensamiento operacional concreto, “conop”. (Piaget). Se le llama rol porque puede asumir el rol de los demás. Es la primera estructura que puede llevar a cabo operaciones regladas: clasificación, jerarquización…

Quinto nivel. Pensamiento operacional formal, “formop” (Piaget). Es la primera estructura que puede pensar sobre el mundo y sobre el pensamiento. Es autorreflexiva e introspectiva. (La autorreflexión aparece de forma rudimentaria en el nivel anterior). La primera estructura que es capaz de llevar a cabo el pensamiento hipotético-deductivo o proposicional. Es el nivel de la mente racional, una mente que opera sobre las relaciones (no ya sólo sobre las cosas).

Sexto nivel. Visión-lógico. Este nivel ha sido denominado como dialéctico o integrador. Es una estructura que va más allá del operacional formal, pues mientras esta establece relaciones, la visión lógica establece redes de relaciones. Es el inicio de una nueva capacidad de sintetizar, establecer conexiones, relacionar verdades, integrar conceptos… Viene a coincidir con lo que Aurobindo llama “mente superior”, es la visión integral. Se trata a juicio de Wilber de una estructura altamente integradora, la más integradora del dominio personal. Más allá está lo transpersonal.

Séptimo nivel. Psíquico. Es la culminación del nivel visión-lógico. En este nivel las capacidades perceptuales y cognitivas del individuo son tan amplias y universales que van más allá de las estrechas preocupaciones y perspectivas personales del individuo. Según las tradiciones contemplativas en este nivel el individuo comienza a aprender a operar sobre las capacidades cognitivas de la mente y comienza a transcenderlas. Coincide con la “mente iluminada” de Aurobindo. Éste afirma lo siguiente:

“La capacidad de percepción de la visión interna (mente iluminada) es mucho mayor y más directa que la capacidad de percepción del pensamiento… La mente iluminada supone una conciencia y una capacidad de ver y de comprender la Verdad todavía mayor (que la mente visión-lógica) y proporciona a la mente pensamiento una visión y una inspiración interna directa que nos permite advertir las pautas subyacentes y nos capacita para una comprensión global superior de la que nos proporciona la mente-pensamiento.”

Octavo nivel. Sutil. Se dice que es el asiento de los arquetipos reales, de las formas platónicas,… de las iluminaciones audibles, de los éxtasis transcendentes. Las tradiciones contemplativas hablan de diversos aspectos de este nivel. Es la intuición transcendental de Goleman, la mente intuitiva de Aurobindo…

Noveno nivel. Causal. Se dice que es la fuente no manifestada, el sustrato transcendente de todas las estructuras inferiores, el Abismo del gnosticismo, el Vacío del mahayana, lo Sin Forma del vedanta…la supermente de Aurobindo. El self universal y sin forma, común a todos los seres.

“Cuando la Supermente (causal) desciende, la predominancia de la sensación de identidad central se subordina, se pierde… en la vastedad del ser, hasta que finalmente queda abolida y es reemplazada por una percepción cósmica expandida y por la sensación superior e ilimitada del self universal… una conciencia de unidad sin fronteras que todo lo impregna… un ser que esencialmente es uno con el Self Supremo.” (Aurobindo)

Décimo nivel. No dual. Después de haber atravesado totalmente el estado de absorción causal en lo no manifestado, la conciencia despierta finalmente a su morada previa y eterna como Espíritu Absoluto radiante y omnipresente, uno y muchos, único y todo, integración e identidad completa entre la Forma manifiesta y lo Sin Forma no manifestado. Es el samadhi, el turiya, la Supermente… Estrictamente hablando, no es un nivel entre muchos otros, sino la misma realidad de todos los niveles.

Aunque esta descripción de los niveles de Conciencia está enfocada fundamentalmente a la ontogenia, también es válida para la filogenia. Sólo se ha de tener en cuenta algún cambio de nombres en el uso de los estudiosos de estos temas.

A mí, personalmente, me interesa estudiar algo una etapa del desarrollo histórico de la humanidad, que se corresponde con bastante precisión a los niveles 3 y 4. Pero, para abundar más a favor de la claridad de ideas, paso a exponer otra visión (muy similar a la anterior) de la Gran Cadena, considerada desde su aspecto filogenético o histórico.

La evolución y la historia, el sendero que comenzando en la transcendencia conduce hasta la misma, arrancan desde el fondo de esta Gran Cadena, y desde ahí comienzan a ascender. Y esto sucede tanto en lo ontogenético como en la filogenético. Como ya he dicho anteriormente me atengo en estas reflexiones a la filogenia.

La aparición de la humanidad supuso, sin lugar a dudas, un progreso y un avance extraordinarios, para ello, tuvo que asimilar, incluir y transcender los estadios previos. Por ello, los estadios más tempranos de la evolución de la humanidad se hallaron sometidos por impulsos subhumanos y subconscientes (estadio al que corresponde el nivel 1, o sensorio-físico en la ontogenia), y evolucionando a partir de este estado comenzó el desarrollo.

La exageración y la lujuria exacerbada en su sentido más etimológico es parte integrante y fundamental de lo que se entiende por fiesta en esta humanidad de comienzos del siglo XXI p. C. La diversión es fundamental, creo, para el desarrollo del ser humano, pero diversión humana, no puramente animal o biológica. Bueno, no veo que en las formas de vida inferiores a la “humana” haya ningún exceso ni biológico, ni sensitivo. La fiesta es específicamente humana, pero ¿por qué ha de ser esencial para la misma el exceso? ¿O acaso no es esencial?

Ya he expuesto la visión de las estructuras fundamentales de conciencia que plantean los pensadores de la psicología transpersonal, tomada desde el punto de vista de la ontogenia. Aunque esta calificación es muy similar a la de la filogenia (parece que el individuo repite la historia en su propio desarrollo), me detendré aquí para exponer la visión de la Gran Cadena propuesta desde el punto de vista de la filogenia, o del desarrollo colectivo de la humanidad. Acudo a la síntesis, como en el caso de la nota, que hace de la Gran Cadena K. Wilber.

Sustrato inconsciente

1. Subconsciente o prepersonal

1.1. Naturaleza (naturaleza física, formas de vida inferior: pleromática, material, urobórico-reptiliana)

1.2. Cuerpo (formas de vida corporalmente superiores: tifónica y mágica)

2. Autoconsciente o personal

2.1. Mente temprana (verbal, mítica, paleológica, bicameral

2.2. Mente avanzada (racional, egoico-mental, autorreflexiva)

3. Supraconsciente o transpersonal

3.1. Alma

3.1.1. Psíquica (nirmanakaya, chamánica)

3.1.2. Sutil (sambhogakaya, santidad)

3.2. Espíritu

3.2.1. Causal (dharmakaya, sabiduría)

3.2.2. Último o no dual (Svabhavikakaya, absoluto)

Según esta interpretación del sustrato inconsciente[5] van surgiendo en el proceso de desarrollo los distintos niveles de conciencia:

Niveles de conciencia

Naturaleza, que surge de la transcendencia de las formas de conciencia anteriores y que abarca la vida pleromática, o sea, de confusión e identificación de la identidad propia, o self, con el medio físico, y la urobórico-reptiliana que no va más allá de las funciones de digestión y sueño.

Cuerpo, que comprende las formas de vida corporales superiores, como son las emociones, la actividad sexual (tifónica)… y que comprende también la visión mágica del entorno con la asociación e identificación entre las distintas realidades, por ejemplo: si pinto un ciervo en la cueva, al salir de ella lo cazaré; si clavo un pincho a un muñeco que me representa a fulano, éste morirá…

Mente temprana que se corresponde con (principalmente) el nivel tres y, en aspectos, con el cuatro de la ontogenia, que hemos puesto anteriormente. Será el objeto de nuestro estudio.

Mente avanzada que se corresponde con los niveles 5 y 6 de la ontogenia.

Y los otros cuatro niveles se corresponden con los cuatro últimos allá apuntados. De hecho, como son niveles que superan el promedio de lo alcanzado hasta hoy por la humanidad, se mantienen los mismos nombres, porque no conocemos otra forma de nombrarlos. Es más la psicología occidental tradicional ni siquiera los estudia, para los psicólogos ortodoxos occidentales tales niveles no existen. Son los niveles místicos, y ya sabemos que para Freud y sus seguidores, que son legión, todos estos niveles se reducen (en un simplismo espeluznante) a niveles inferiores. Los santos y místicos para Freud no eran tales, sino neuróticos, esquizofrénicos…[6] Es enorme, sin dudas, la contribución que hizo este gigante de la psicología a dicha materia, mas su obstinación, dado su materialismo dogmático, en negar que existan niveles de conciencia superiores a la media alcanzada hoy por la mayoría de la gente le ha llevado a caer en un reduccionismo que destroza en gran medida su obra. Y lo más terrible es la popularidad que se le ha dado a dicho reduccionismo entre los que, sin conocer en profundidad el desarrollo de la conciencia humana, se atreven a dogmatizar y asumen la autoridad de Freud sin tener en cuenta toda la crítica posterior de las autoridades científicas de las distintas escuelas que han ido surgiendo posteriormente en los estudios de la psicología, sobre todo en la psicología transpersonal, sin descartar muchas otras, como la humanista, existencial, jungiana...

Nada voy a decir de los primeros niveles de conciencia de la evolución. Sólo apuntar unas palabras de Ernst Cassirer: “…La historia de la conciencia humana consiste… en la emancipación gradual de un pequeño núcleo de experiencia humana interna de un estado semionírico de identidad virtual con la vida del cuerpo y con su entorno físico… Es este hecho el que subyace a la tradición universal de una caída del paraíso cuyos ecos siguen resonando en la conciencia estrechamente ligada a la naturaleza de la que nos hablan los mitos, las formas más arcaicas del lenguaje, el pensamiento totémico… En esa esfera subconsciente inicia su camino evolutivo la penetrante conciencia individual, espacialmente determinada, de hoy en día[7]”. Esto es, que el camino recorrido por la evolución durante millones de años, la llevó desde la fisiosfera hasta la biosfera y la noosfera. Hasta la emergencia de lo humano. Y cuando la evolución llega a la noosfera, podemos esbozar las distintas visiones del mundo que corresponden a las distintas épocas del desarrollo humano promedio hasta hoy, las visiones[8]:

Épocas de desarrollo

Arcaica. Que corresponde al estadio del hombre cazador y recolector

Mágica. Que corresponde al estadio del hombre hortícola (utiliza un palo o azada).

Mítica. Que corresponde al estadio agrícola (utiliza el arado).

Racional. Que corresponde al estadio industrial y en buena medida al informático.

Estas visiones del mundo no son meras interpretaciones de un mundo dado objetivamente, sino que se trata de un mundo distinto en cada etapa, de modo que el mundo de la etapa racional en modo alguno puede ser válido para la mágica, y a la inversa. Al abrirse el campo de la conciencia en el individuo, la realidad que ésta ve y crea de alguna manera, va cambiando.

A su vez se ha de decir que dichas visiones del mundo se corresponden con las etapas de la evolución filogenética de la que hemos hablado anteriormente. Las etapas arcaica y mágica corresponden al subconsciente prepersonal. La mítica a la mente temprana e inicios de la mente avanzada. La racional a la mente avanzada…

Podemos examinar el status de los hombres y mujeres en esos estadios y las estructuras de los mismos para comprender cuánto de ello persiste hoy día, no tanto en la sociedad civil, que mal que bien, ha continuado la evolución, sino en la iglesia católica que se ha negado a seguirla, hasta el punto de que ha hecho lema de su doctrina: “No se innove nada, sólo manténgase lo que ha sido trasmitido[9]”. Que se ha opuesto con todas sus fuerzas y doctrinas al desarrollo (evolucionismo), y no sólo el doctrinal. Y que conserva todas sus estructuras basadas en una mentalidad, propia de la época neolítica. ¡Y todo ello lo hace, según dice, en nombre de Dios y de la Verdad!

Veamos unos apuntes de las épocas cazadora y hortícola, antes de penetrar más seriamente en la agraria.

Época de los recolectores o cazadores

Los roles de los varones y mujeres estaban claramente definidos en un 97% de los casos. Hombres, la caza, las mujeres la recolección y el cuidado de los hijos. No se prestaba atención a las esferas de valores masculinos y femeninos. Esta época duró desde un millón hasta 400.000 años a. C.

Algo muy similar sucede en la institución. Los roles de los varones y de las mujeres están claramente definidos: el poder para los unos, el servicio para las otras. No hay sino considerar la negativa tajante del anterior papa Juan Pablo II no ya a aceptar, sino ni tan sólo discutir la posibilidad del sacerdocio femenino, la función de las mujeres dentro de la institución, la exaltación de la virilidad de que hace gala le ideología del Opus Dei, núcleo del poder eclesiástico hoy día[10]. Los roles son muy similares a los de hace 400.000 años. En la institución en modo alguno, aunque digan lo contrario, se presta atención a los valores femeninos, y en caso de hacerlo, se los sitúa sometidos a los del varón. Es de advertir que esto sucede en todas las instituciones religiosas nacidas del semitismo: Catolicismo, Islamismo y en su origen el Judaísmo.

Hortícola

En la agricultura hay dos tipos de culturas: la hortícola y la agraria...

La hortícola se basa en la azada o palo para cavar, la agraria en el arado que necesita ser tirado por animales y necesita para ser gobernado de una fuerza física superior a la de una mujer embarazada. Una mujer embarazada puede usar el palo o azada, pero no puede con el arado. Las embarazadas eran capaces de llevar a cabo las tareas hortícolas, pero no las agrarias. En las culturas hortícolas las mujeres producían el 80% de los alimentos. Un tercio de esas culturas tuvieron deidades sólo femeninas, otro tercio tenían deidades de ambos sexos y el status de mujeres y hombres era equiparable. Eran sociedades matrifocales pero igualitarias. Esta época abarca hasta el año 10.000 a. C. En esta época parece que no hunde sus raíces ninguna institución actual. Toda la cultura de aquella época quedó apagada por la época siguiente:

Época agraria

Comienza con el cultivo de la tierra, y con la aparición de la azada y, sobre todo, el arado. Las mujeres embarazadas no podían manejar un arado, ello provocaba muchos abortos. Así tuvieron que abandonar las labores productivas y dedicarse a las reproductivas. El no poder arar conllevó una ventaja darwiniana: el arado supuso una auténtica transformación. No hubo opresión, como pretenden las feministas[11], los hombres y mujeres decidieron que la labor del arado era cosa de hombres y en sus manos quedó toda la producción de alimentos. El patriarcado fue una co-creación consciente de hombres y mujeres, para el hombre no era nada divertido arar. Las deidades pasaron a tener representaciones masculinas (el 90%). El dios y la diosa pueden tener un significado transpersonal más profundo, pero para la mentalidad promedio de la conciencia humana de este período esas imágenes solían representar realidades más prosaicas: quien llevaba la comida a casa.

Las sociedades agrícolas eran patriarcales (gobierno del padre). El hombre empezó a dominar la esfera pública en materia de gobierno, religión… y la mujer quedó reducida a la esfera privada. Es evidente el paralelismo de lo aquí expuesto con la mentalidad de la institución católica. Para la mentalidad (católica) promedio es el varón quien lleva la comida a casa, por tanto sólo él es dios, sacerdote, obispo, sabio, mediador ante dios (ante Cristo), párroco o rector de una iglesia, organizador de la comunidad, sólo él tiene la palabra para predicar y puede presidir la celebración de los ritos litúrgicos, sólo él puede administrar, salvo rarísimas excepciones, los sacramentos, y posee la autoridad sagrada. Y sobre todo sólo el varón puede acceder a la autoridad del papado. La mujer queda reducida a la esfera privada, a la interioridad del convento, de la casa, a servir al varón.

La mal llamada iglesia católica, (pues la iglesia es mucho más amplia que la institución, es todo el pueblo que camina posando sus pies en las huellas que dejó Jesús, o lo que es lo mismo, todo aquel que realiza en sí mismo la experiencia de Jesús, el Maestro), o sea la institución jerárquica es claramente un patriarcado arcaico, como aquel patriarcado primitivo que la humanidad vivió desde los comienzos de la época en que la evolución la llevó a cultivar la tierra. De todos modos todo esto lo veremos con detenimiento más adelante.

La agricultura y la expansión de la conciencia

La agricultura fue el resultado de una expansión de la conciencia, y no a la inversa. La evidencia arqueológica es contundente. Cuando el ser humano se convirtió en campesino sufrió la más importante mutación de conciencia que jamás haya experimentado nuestra humanidad. La agricultura fue el efecto más evidente de esta mutación en la estructura de la conciencia del ser humano[12].

El mundo que, allá por al año 10.000 a.C., el hombre había dejado era el mundo del tifón, un mundo en que la conciencia era prepersonal, y el hombre, simple cazador o recolector de lo que la tierra espontáneamente daba, vivía en el presente fugaz, no tenía proyección de futuro, si acaso hasta el día siguiente, o hasta el momento en que hubiera acabado la caza obtenida. Pero el mundo agrícola es el del presente extendido, un mundo en el que se siembra hoy para cosechar en el futuro, en la próxima estación o en la siguiente, lo cual supone una expansión de sus pensamientos, de sus acciones y de su conciencia más allá del presente fugaz. Esto supone una demora en la descarga de las pulsiones corporales instintivas, orientada y regida por la mente.

Con el advenimiento de este nivel de conciencia (nivel 3 según hemos visto), y con su expresión más patente: la agricultura, el hombre entró en un mundo totalmente nuevo, totalmente distinto a aquel en el que había vivido hasta entonces, el mundo del tiempo y de la comunidad temporal extendida, ampliando su horizonte vital, su conciencia hasta llegar a incluir el futuro. El mundo agrícola expandido es el mundo de la demora y el control de los impulsos, el mundo de la capacidad de posponer, canalizar, sublimar… las actividades instintivas ligadas al cuerpo, y al período de conciencia anterior. Así el constructor de pirámides es un campesino también, como lo es el asalariado padre de familia de hoy en día, del mismo modo que lo es el penitente que reza por su salvación…[13]. Esta conciencia agraria ha terminado transformándonos a todos.

La demora de los impulsos. La visión de la temporalidad

La estrecha convivencia existente entre un gran número de personas en las primeras comunidades agrícolas conllevó el desarrollo de la necesidad y de la capacidad para demorar y controlar las gratificaciones impulsivas animales del hombre tifónico a favor de objetivos mentales y temporales.

En las culturas agrícolas el individuo alcanzaba la edad adulta, cuando aprendía por una parte una habilidad especial y por otra, era capaz de soportar la tensión (psicológica y sociológica) existente entre uno mismo y otros que disponían de destrezas, poderes o ideas diferentes. La agricultura promovió la aparición del refuerzo demorado: trabajar ahora para el futuro. Para ello fueron necesarias formas de control muy poderosas. Y todo ello fue posible gracias al aumento masivo de la población comunal, a la diferenciación de habilidades físicas y a la proliferación de ideas mentales.

El nivel tres de la conciencia, o sea, la agraria, que podemos llamar con los expertos mítica, o mítico-pertenencia ha sido integrado en la evolución cuando la humanidad ha accedido a niveles más altos, como es el racional, de ahí que muchos de los aspectos del nivel mítico pervivan en nosotros y, entre ellos, la conciencia del tiempo, del presente extendido: renunciar a la gratificación impulsiva por objetivos más elevados ubicados en el futuro. Y éste es uno de los aspectos fundamentales de la conciencia agrícola que ha pasado a formar parte integrante de la estructura ideológica de la iglesia católica.

Todos los que hemos sido educados en la visión del cristianismo que pregona esta institución, hemos sido instruidos en que el cielo, la gloria, la salvación, está en el futuro, se dará al final de esta vida, en que la resurrección vendrá después de la muerte corporal, en que esta vida es el período de siembra en espera de la cosecha…, la proyección hacia el futuro en el tiempo es básica en la doctrina que nos enseñaron y que ha mantenido la iglesia a lo largo de los siglos[14]. Es más, aunque en modo alguno se pretende acusar a nadie, en todo caso denunciar la incompetencia de los sacerdotes y demás formadores de la institución durante una larga época que aún perdura, se ha identificado en muchísimas ocasiones la eternidad con la duración indefinida, con un tiempo sin final. En descargo de esta visión hay que decir que la visión de temporalidad está tan asumida en nuestra conciencia (agraria) que difícilmente nos podemos librar de ella. Personalmente recuerdo los ejemplos que me ponían en el colegio -religioso para hablarme de la eternidad de las penas del infierno: una hormiga que dando vueltas a la tierra consiguiera partirla en dos con el desgaste de sus patitas, pues cuando llegara ese momento, nos decían, aún no estará ni empezando el infierno.

Pero, salvando esta época de ignorancia atroz y de retroceso total a la mente agraria o mítica, el caso es que en la ideología católica la salvación no es para ahora, sino para el futuro. Es exactamente lo que piensa el agricultor cuando siembra, el asalariado cuando espera la paga al final de mes, o la jubilación para cuando cumpla la edad pertinente… la iglesia no ha evolucionado más allá del tiempo. Y lo que es peor, incluso las afirmaciones de Jesucristo que van más allá del tiempo, las trata de explicar con una visión temporal[15].

Jesús viene a salvarnos ahora que es siempre (nuestro lenguaje es necesariamente pobre), viene a liberarnos del tiempo, como él estaba libre, cuando la institución se hace esclava del mismo y nos promete una salvación para el futuro si cumplimos los mandamientos. Esto es no pasar del nivel de la conciencia agraria, no pasar del nivel tres de la conciencia, del nivel mítico dentro del cual está escrita casi toda la Biblia.

Pensar en una salvación en el futuro, sentir la necesidad de buscar incesantemente a Dios, es afirmar que Dios no está en todas partes, es decir que está en unas partes más presente que en otras, lo que equivale a negar el Espíritu. Lo único que existe es el Espíritu, y por lo tanto la búsqueda es inútil, no tenemos que proyectarnos hacia un futuro para alcanzar a Dios, al Espíritu, puesto que en toda su plenitud ya está, ya es aquí y ahora, y la única actitud posible en la persona que haya avanzado lo suficiente en su conciencia es ser plena, total y completamente consciente de él.

Yo no desprecio, ni quiero que se vean así mis afirmaciones, el nivel de conciencia mítico-pertenencia; con lo que no estoy de acuerdo es con quedarse en ese nivel sin progresar en la evolución, en el desarrollo de la conciencia en sí misma hasta llegar hasta el nivel que nos propone el mismo Jesús: Sed perfectos como mi Padre, ese nivel que han alcanzado los místicos y los verdaderos sabios de la historia de los hombres, las grandes cumbres de la espiritualidad humana.



[1] Ya sabemos que la institución católica es la Jerarquía.

[2] Su espiritualidad se basa en la negación de uno mismo para que en todo sea Dios. Es el contenido de su Cántico Espiritual, de la Subida al Monte Carmelo: negación de los sentidos, de los apetitos del alma. Y en todo nada, nada, nada. Olvido de lo criado, / memoria del Criador, / atención a lo interior/ y estarse amando al Amado.

[3] Vida y obras de san Juan de la Cruz. B.A.C. 1960. Páginas 1110...

[4] Creo oportuno traer aquí a colación un texto clásico del Yoga:

“La mente no brilla debido a su propia luz,

sino que es objeto iluminado por el Yo…

el yo es ilimitado,

es la consciencia pura

que ilumina los contenidos de la mente…

el egoísmo es la sensación limitada del “yo”,

surge cuando el intelecto se atribuye para sí

el poder de la conciencia.

[5] El sustrato inconsciente consiste en esencia en todas las estructuras profundas potencialmente dispuestas a emerger, por la vía del recuerdo (ontológico) en algún momento futuro del proceso de desarrollo o evolución. Estas estructuras son inconscientes, pero no se hallan reprimidas.

[6] Tan introducido está esta visión reduccionista sobre la mística que en un debate televisivo un sacerdote católico en activo, con bastante reconocimiento como docto por parte de la sociedad, me espetó directamente: “Hay que considerar a los místicos antes de Freud y después de Freud”. Hablaba yo en esos momentos de Teresa de Ávila.

[7] Cfrt. Después del Edén. Ed. Kayrós, 2ª Edición. Página 26.

[8] No voy a referir las etapas del desarrollo superior, pues la humanidad promedio no ha llegado a ellas, tan sólo los míticos, santos y verdaderos sabios (no eruditos, ni meramente científicos) de la humanidad.

[9] “Nihil innovetur, nisi quod traditum est”. Es el lema del magisterio eclesiástico.

[10] Punto 121 de Camino, de Josémaría Escrivà de Balaguer. Obra base de la ideología del Opus Dei.

[11] Cfrt. Breve historia de todas las cosas. Wilber. Kairós. 3º Edición. Tema 3.

[12] Véase Después del edén. Ken Wilber. Página 136.

[13] The Transformation. Leonard, G. New Cork. 1973.

[14] Bástenos recordar el apartado de la teología que se tenía que estudiar en los seminarios, llamado: De novissimis (Las Postrimerías, Muerte, Juicio, Infierno y Gloria). Y las páginas dedicadas en el Enchiridion Symbolorum a Novísima Singulorum Hominum.

[15] Ver Jn. 8, 56. Jn. 6…y 40. Jn. 14,6-7, Jn. 17,2-3. y todo el evangelio de Juan. Uno de los aspectos quizás más interesantes de la transfiguración es la presencia de lo que ES, de la Eternidad. Jesús era ya el resucitado, siempre lo fue. Nosotros siempre somos los resucitados, si se puede utilizar la palabra siempre, pero no tenemos otra forma de hablar. A Jesús le acompañan dos personajes que son presentes, que han transcendido el pasado, el tiempo. Y los discípulos contemplaron la gloria de Jesús, la gloria del Unigénito de la que habla Juan, gloria que es puro presente sin pasado ni futuro, pura plenitud de Ser.

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