martes, 27 de noviembre de 2007

Sobre la Verdad y la Historia. Segunda Parte

“Para comprender la totalidad es necesario comprender las partes y para comprender las partes es necesario comprender la totalidad. Tal es le círculo de la comprensión[1]”.

Este principio nos recuerda que la historia es una parte de la totalidad, pero nunca la totalidad misma, o mejor, es una totalidad que forma parte de una totalidad superior, comprender la historia y el tiempo en cuanto que sucesión de hechos de un mundo manifiesto, es necesario para comprender la verdad, pero nunca toda la verdad, puesto que esta transciende el tiempo, la historia, al hombre y se identifica con la totalidad plena. La historia comenzó un día, en un momento, en un nanosegundo, pero había algo más allá del tiempo de la historia, de la historia misma, de la creación en tanto que manifestación. Y ello lo podemos saber porque desde el primer momento todo empezó a funcionar ajustándose a una serie de leyes matemáticas predeterminadas en tanto que desde el mismo comienzo eran ya operativas. Y si nos referimos a la historia en tanto que ciencia sobre la evolución de los seres humanos sobre la tierra, este hecho es muy posterior a la historia en tanto que creación, es un suceso (o una serie de sucesos) en el tiempo, que en modo alguno comprenden toda la realidad existente, aún considerando sólo el mundo manifiesto. Por tanto y de forma genérica, no parece aventurado poder afirmar que historia y verdad (o realidad) no se identifican. No es aventurado afirmar que puede haber muchas formas de expresar la verdad que se escapen por completo al mito actual de la historia como horizonte de inteligibilidad. Todo esto me preocupa porque puede haber, y creo que hay, muchos aspectos de la espiritualidad que escapan a la historia, y no por ello contienen menos verdad que los datos históricos.

En el sentido cristiano, en tanto que el cristianismo es considerado como una religión histórica, parece de suma importancia conocer lo que históricamente sucedió con Jesús de Nazaret, para sobre ello fundamentar la realidad de lo cristiano. Mas esta visión, sin dejar de tener su parte de verdad, no es del todo acertada, pues el mismo fundamento en el que se apoya el cristianismo como fenómeno religioso es la Resurrección, (y la Fe en la misma) que en modo alguno es un hecho histórico, y es interpretado de muy variadas formas por los distintos pensadores cristianos[2].



[1] El ojo del Espíritu. K. Wilber. Ed. Kairos. Pág 19

[2] Por ejemplo la interpretación de los gnósticos, que siento muy cercana en mi corazón. Cf. El otro rostro de Jesús. D. Meurois. Ed. Luciérnaga. Pág. 354.

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