viernes, 28 de agosto de 2009

Unos poemas a mi esposa, a mi hijo, a mi nieta, y a mi interior

LA MIRADA DE NUESTRA LAIA

En tu mirada, mi Laia,
se bañan todos los mares,
y en el color de tus ojos
el arco iris se abre.

Tu mirada es tan profunda,
tan sencilla y tan directa,
que con sus rayos de luz
me libra de las tinieblas.

En esos ojos marinos,
cuajados de sal y perlas,
nos anegamos de Amor
los que te amamos de veras.

El día pierde su rumbo,
y el sol casi no calienta,
cuando ven que en tus ojos
ya existe la Luz perfecta.

Luz que te inunda toda
de rojos, verdes, violetas...
haciendo de ti, mi cielo,
una estrella aquí en la tierra.

Tus manitas, hechas don
con el que la Luz proyectas,
cuando acarician mi cara,
me infunden todas tus fuerzas.

En tu mirada, mi Laia,
se bañan todos los mares,
y en el color de tus ojos
el arco iris se abre.
El yayo José Antonio
11/agosto/2009
Tras largas horas contemplando tu mirada


Interioridad

Un silencio sin palabras,
no nacido,
plenitud de allende el tiempo,
que, multiplicado en luz de miles
de estrellas,
perfora las formas,
y se hace alegría, jugando con las sirenas
y las olas
en los mares vivos.

Una vida sin tiempo.
No nace, ni muere, sino
testigo constante del alboroto
de las edades,
permanece jubilosa
en la unidad de los abrazos,
que la conciencia entreteje.

Un mar de profundidades,
que asoma, leve, su faz
en colores, ondas y luces.
Y que expande sus entrañas,
preñadas de fecundidad de plata,
por los fondos abisales,
en los que la respiración
se licua en agua con peces, sales y misterio.
Y se hace ternura
al besar quedamente tus arenas.

Interioridad…
Vida…
Misterio

José Antonio
Otoño 2008

MARINO DE MARES LIBRES

Navegando va la barca de tus años
entre mares sosegados unos días,
y por olas tormentosas a momentos,
despejando los senderos de tu vida.

Te pusiste tú al timón ha largo tiempo,
oteando una ruta indefinida,
una ruta despejada de horizontes,
pero ruta que querías compartida.

Ya, por esos mares libres bien navegas
en tu barca de silencios y aventuras,
aventada con la fuerza del cariño,
e impulsada por alisios de ternura.

Hoy marino de aguas libres tú te sientes,
de tu Miriam, suave brisa, acompañado,
con la fuerza de quien pesca cada día
gratos dones del amor y del trabajo.

Fue tu madre quien, constante, a ti te hizo,
con la fuerza de los vientos que fecundan,
marino de los océanos sin límites
y pastor de montes, vegas y llanuras.

Hace un tiempo descubriste el compartir
con un ángel de ojos hechos de los mares,
dando un rumbo a tu barca hacia el punto
del encuentro que realice tus afanes.

Estas horas ya nos traen la esperanza
a tus padres, que gozosos hoy te vemos
controlando el timón firme de tu barca,
junto a Miriam, ese ángel bello y tierno.
A Ismael en cualquier momento
Tu padre

LA MADRE

En el acerado matutino
de un octubre de cielos nacarados
presencié, mi Paqui, absorto,
aquella eclosión de tu sangre,
que, preñada de amor,
se hizo Historia, porque fue Hijo.

Tu cuerpo, joven, bello,
pleno de vida y luz
se hizo raíz
y engendró un hombre.

Tu alma
a trozos valiente, a trozos indecisa,
lo forjó
con un interior de nobleza de robles.

Tu espíritu, subiendo día a día
las escalas
de la renuncia callada,
del esfuerzo en el trabajo constante,
del rescoldo amoroso de la acogida,
le ofreció el don
de una entrega
en la que apoyar su vida.

Y hoy, Tú,
en tu existencia de plata,
te desgajas de nuevo
con la fecundidad de un amoroso abrazo,
que abre tu corazón de madre
para dárselo a tu hijo
que comienza a trasminar
los senderos de su madurez humana.

Mas, sepas, mi Paqui amada,
que tu alma desgajada
es su puerta y su sendero,
es su arado y es su surco,
es su ayeo y su lamento.
Será luz cuando lo obscuro
amenace sus cimientos.
Será base y fundamento
de su esperanza y futuro
y de su vida y su tiempo.

José Antonio
En la boda de nuestro hijo
26/6/2004




1.ENCUENTRO

Un momento que no es tiempo,
un espacio en la nada,
una carne que no es densa,
una sensación alada.

Un vivir en otro mundo,
un no sé qué que se alarga,
un fluir que no se siente,
un zambullirse en las aguas.

Una experiencia imborrable
en la memoria callada,
un rebrotar de la sangre
a las puertas de mi casa.

Un caminar sin camino,
un realizar la esperanza,
un encontrar a tu lado
el rostro de la que amas.

Un descanso peregrino,
una eternidad en calma
un oasis de penumbra,
una fusión de dos almas.

Abandonarte sin prisas,
dejarte morir en aras
de un amor que no fenece:
de aquella pasión que amas...

Un esfuerzo que no es tal,
sino gracia regalada
en el encuentro vivido
al cobijo de tu amada.

José Antonio
En el éxtasis del encuentro

1 comentario:

Juan Cejudo dijo...

Amigo José Antonio: muy lindos estos poemas. Todos muy personales y llenos de sentido para tí y los tuyos.

Pero el de Laia me ha encantado....

Será porque compartimos experiencias de abuelo...Y esas experiencias son inenarrables y únicas...

Un abrazo: Juan Cejudo