martes, 14 de abril de 2009

Texto de ESPIRITUALIDAD INTEGRAL

Un texto del libro: ESPIRITUALIDAD INTEGRAL
Propongo aquí un pequeño texto copiado literalmente del libro Espiritualidad integral de Ken Wilber.

He decidido hacerlo porque pienso que es de sumo interés para iluminar nuestras mentes y nuestros corazones tan acostumbrados a muchas ideas sobre el Espíritu, sobre el Misterio, totalmente anticuadas y fragmentarias. Tenemos en buena medida la visión del Misterio que nos vino dada de la Edad Media, visión elaborada por monjes célibes (muchos a la fuerza), apartados de la vida social y de los quehaceres de la mayoría, enclaustrados, esto es, presos, para que dentro del monasterio no entrara ni un ápice de la vida mundana, de la vida de los hombres y mujeres, es una visión fragmentaria que coloca al Misterio más en el templo que en un espectáculo en la calle, más en la vida retirada que en la vida social, más en la represión sexual que en la vida sexual y creativa... nuestra visión del Misterio lo aleja del mundo (“no te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del Maligno”. Jn 17,15) y por lo mismo lo castra, lo fragmenta, lo hace prisionero de nuestra estrechez.

Texto de Espiritualidad integral.

“¿Dónde se ubica el Espíritu?

Veamos ahora un sencillo experimento. Imagínese los siguientes hombres o mujeres (si así lo prefiere) y dígame cuál de ellos cree que probablemente es el más espiritual.

1.Un hombre vestido con un traje de Armani
2.Un hombre conduciendo un Ferrari rojo
3.Un jugador de béisbol de la liga nacional
4.Un cómico
5.Un matemático
6.Un hombre levantando pesas
7.Un nadador olímpico
8.Un profesor de universidad
9.Un modelo
10.Un sustituto sexual (auxiliar del terapeuta que ejecuta los actos con el/a paciente que determine el terapeuta con el fin de curarle la disfunción)

¿Cuál cree usted que es el más espiritual y cuál el menos espiritual?
¿No le parecen curiosas las cosas que descartamos como no espirituales? ¿Por qué la mayor parte de esos hombres no nos parece muy espirituales o, dicho de otro modo, ¿Por qué nos resulta tan difícil verlos como personas espirituales? ¿No son acaso nuestros prejuicios los que determinan dónde suponemos que está el Espíritu y dónde no lo está? ¿No pone acaso todo ello de relieve lo anticuadas, fragmentarias y poco integrales que son nuestras ideas sobre el Espíritu? ¿Por qué suponemos que contar chistes no es espiritual? ¿Por qué tendemos a creer que las cosas hermosas -como un coche o un traje- no son espirituales?¿Por qué no puede ser espiritual la excelencia física? ¿Por qué desdeñamos al sexo como algo no espiritual? ¿Por qué... por qué... por qué...?

El nuestro es un mundo nuevo y, en consecuencia, requiere de una nueva espiritualidad, de un nuevo tiempo, de un hombre nuevo y una mujer nueva. Todas las categorías anteriormente mencionadas son profundamente espirituales y ponen de relieve las cosas que menos espirituales nos parecen.
¡Pero qué Dios más extraño es ese, un Dios muerto de cuello para abajo, un dios castrado y despojado de sentido del humor, un Dios carente de sensibilidad estética que se pasa el día orando e ignorando al mundo!

Ése es un dios muerto, un dios muerto a la vida, muerto al cuerpo, muerto a la naturaleza, muerto al sexo, muerto a la belleza y muerto a la excelencia. Pero lo cierto es que ése nunca fue el verdadero Dios, sino el mero resumen de las cosas que los hombres y las mujeres no supieron manejar, un extracto de los impulso fóbicos y reprimidos del ser humano que acabó convirtiéndose en el Gran Escape.

Pero ese Dios ya murió. El nuestro es un mundo nuevo y, en consecuencia, requiere una nueva espiritualidad, de un nuevo hombre y de una nueva mujer.

El Espíritu es integral y también lo es el ser humano.”

Nuestra formación religiosa y espiritual viene de una visión totalmente heterónoma, que ha sido la dominante en la historia de la humanidad, pero a partir de la Ilustración, con I. Kant a la cabeza, se fue imponiendo un visión autónoma, al principio de la moralidad (el principio categórico) y con el avance de la Modernidad y Postmodernidad esta visión autónoma del mundo se ha impuesto definitivamente en los círculos intelectuales y en la sociedad civil en los últimos decenios.
Los hombres no consideramos que haya dos mundos, el natural, el nuestro, y uno más allá el sobrenatural en el que viven Dios los ángeles y los santos. Hay un solo mundo, éste, el que tenemos, el que está en nuestras manos y al que poco a poco estamos destruyendo con nuestra ambición sin medida.
Los que tenemos Fe (no todos, por supuesto no los creyentes en lo que dice la institución católica, que sigue siendo profundamente heterónoma y otras cosas más...) entendemos que esta autonomía del mundo es una auténtica teonomía (no teocracia). El Misterio es el corazón del Kosmos, su núcleo con el que va expresando de una forma manifiesta y lúdica su propia Realidad, su Vacío fundamento de todo ser, pero sin agotarlo, de igual forma que un bailarín (este ejemplo lo expone muy bien Lenaers) va manifestándose en su baile sin acabar de agotarse en él, o una persona que habla se está expresando en sus palabras, pero no acaba en ellas.
Esta visión teonómica es la que subyace en el texto de Wilber que he transcrito, visión que nos abre unas perspectivas inmensas en los comienzos de este siglo XXI. El Kosmos (no cosmos palabra que supone una visión que no tendría dentro de sí esa dimensión del Misterio) está preñado y sufre con dolores de parto (como dice Pablo pese a ser heterónomo en su visión espiritual) hasta que dé a luz la Plenitud indivisible del Espíritu, el Amor universal.

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