viernes, 3 de abril de 2009

El Maestro Eckhart

El Maestro Eckhart, el místico cristiano de la Nada, o del Dejamiento.


¡Oh, alma mía,
sal fuera, Dios entra!
Hunde todo mi ser
en la nada de Dios.
¡Húndete en el caudal sin fondo!
Si salgo de ti,
tú vienes a mí,
si yo me pierdo,
a ti te encuentro.
¡Oh Bien más allá del ser!

(Maestro Eckhart)

Y en este monte nada

Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada;
para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada;
para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada;
para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada;
...
(san Juan de la Cruz, hijo espiritual del M. Eckhart)

Ojeaba yo, hace más de veinte años, en una librería de Badalona, en cuyas estanterías brillaba por su ausencia cualquier libro que tuviera el más mínimo sentido espiritual (era una librería dedicada a los escritos del mundo chato, por convicción de su dueño), los títulos por si alguno de ellos me pudíera interesar, cuando de pronto tirado sobre una mesa, en la que se arrojaban los libros que no interesaban, me encontré con un título que me interesó mucho. Dicho título era: “K.G. DURCKHEIM, EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA” Su autor, para mí totalmente desconocido: Alphonse Goettmann. Sin dudarlo un momento lo compré. Este libro ha sido por muchos años “mi libro de cabecera” y me ha servido de inspiración para meditaciones, reflexiones y escritos. En él, en forma de diálogo con el autor del libro, Dürckheim desarrolla su visión espiritual-cristiana del cosmos y en él del hombre, explicando al principio del libro el proceso de su propia vida que siempre estuvo marcada por lo numinoso.

Y destaca la importancia que tuvo en su espiritualidad el encuentro con la obra del Maestro Eckhar, lo explica así:

“Esto era en los años 20, mi esposa, un matrimonio amigo y yo habíamos formado un grupo de meditación y ejercicios religiosos, el “Quatuor”. Un día con la lectura de un texto del Tao (Treinta radios alrededor de un cubo... lo que es sirve a la utilidad, lo que no es representa la esencia)...Mientras escuchaba me atravesó el relámpago...Todo existía y no existía. Este mundo y... otra Realidad...
A partir de entonces la actitud de conversión me atenazaba... No es sorprendente que, en este contexto, irrumpiera en mí, como un rayo, Maïtre Eckhart. No conseguía deshacerme de sus Tratados y sermones que yo percibí como un eco múltiple y variado de la música divina que acababa de escuchar. Yo reconozco en Eckhart a mi maestro, al Maestro... No podemos acercarnos a él si no eliminamos el conocimiento conceptual. ¡Hay una inspiración en todo lo que dice! Esa inmensa simplicidad con la que habla de Dios, los ejemplos que da,...los problemas que suscita... En él impera todo el ambiente de la realidad de que habla, esa realidad de lo esencial, lo Real en el silencio del más allá, audible solamente por los que tienen oídos para oír... Ya sabe que ha sido perseguido, condenado como hereje... Yo mismo podía haber sido víctima como él...

Con las experiencias de M. Eckhart me sitúo en otro plano totalmente diferente, (no en el plano de las categorías racionales) sobre una tierra totalmente sólida, una realidad inquebrantable, la fuente, la llamada más profunda que forma verdaderamente el interior del ser humano. Pero esto exige la pobreza de espíritu que invita a la renuncia total para permitir que Dios nazca en nuestro ser.”

A lo largo de toda la primera parte del libro hay una referencia constante al Maestro Eckhart.

Ello me impulsó a buscar y recoger en mi biblioteca particular todo lo referente a él, aunque traducido al castellano hay bien poca cosa.

Pretendo con este escrito poner al alcance de aquel que quiera, un breve apunte sobre la vida y la mística (suprema experiencia de la Vida total) de este maestro medieval. Creo, como muchos otros más autorizados que yo, que pese a los contenidos culturales en los que se ofrecen las experiencias, propios de su momento histórico, el contenido de las mismas siguen siendo luz válida para todo aquel que quiera vivir la experiencia suprema del Espíritu.

Biografía 1260-1328

Casi toda la información que tenemos sobre su vida procede de la bula “In agro dominico” de Juan XXII (precisamente no fue un modelo de vida cristiana la suya) de 27/2/1329, publicada después de la muerte de Eckhart y en la que se le condena como hereje. Se le acusa de mala interpretación de la doctrina católica y de la confusión que podría llevar al pueblo. Se afirma que fue seducido por el diablo, padre de la mentira.

A juicio de mentes muy lúcidas y no eclesiásticas, Eckhart fue juzgado, no por su doctrina académica, sino por la lectura que hacía de la vida y por la intención que puso en comunicar su sentido a todos, sobre todo a los del pueblo, utilizando incluso para ello la lengua vernácula (el alemán de aquellos siglos) en lugar de la lengua culta (el latín), que era obligatoria para todos los eclesiásticos.

Dice la mencionada bula: “Seducido, en efecto, por el padre de la mentira, que frecuentemente adopta la figura de un ángel de luz para difundir la oscuridad tenebrosa y odiosa de los sentidos, en lugar de la luz de la verdad... este hombre (Eckhart), conducido en el error contra la verdad esplendorosa de la fe, ha hecho crecer en el campo de la Iglesia espinas y cizaña... Ha enseñado numerosos artículos que oscurecen la verdadera fe en mucho corazones y ha mostrado su doctrina en su predicación ante el vulgo, que asímismo ha expuesto por escrito” (Traducción del latín)

Nació probablemente en la provincia de Tambach a comienzos de 1260. Muy joven entró en el convento de los dominicos de Erfurt, para pasar luego a Colonia donde recibió la primera formación teológica. No fue alumno de Alberto Magno, pero recibió sin duda la influencia de su doctrina a través de los círculos que se habían creado en torno a él.
Fue posterior a Tomás de Aquino quien murió en 1274.

En 1293 era Lector de la Sentencias en la Sorbona. En aquella fecha en París se condenaban tesis filosóficas de varios dominicos, entre ellos Tomás de Aquino y Alberto Magno. Así tuvo conocimiento directo de la persecución que la institución hacía de las ideas teológicas y sobre todo de las experiencias místicas, hecho al que hizo referencia al defenderse de las primeras acusaciones que le formularon estando aún en vida.

Lo nombraron prior del convento de Erfurt, donde escribió Pláticas formativas, un librito en forma de diálogo con los estudiantes; es su primera obra de importancia. Trata de un tipo de charlas, collationes monastiques, entre un director espiritual y los novicios del convento. Él dio mucha importancia siempre a la formación, basada en la experiencia de la vida conventual. En sus pláticas destaca siempre el ser y no el tener. Están escritas para la comprensión de la verdad que trasmite la palabra y basadas en el conocimiento directo que aporta la experiencia de Dios en la vida monástica.

Esta comprensión exige una especial disposición del espíritu, pues la comprensión-concepción ha de ser virginal y a la vez maternal, pues si no se es madre no se da a luz. Y en todo ello la idea del abandono como la más alta virtud encaminada a la pobreza espiritual. Para encontrar la conversión del espíritu el ser ha de ser separado, o sea, muerto a lo creado e irrumpir en la divinidad.

“Olvido de lo criado
memoria del Creador
atención a lo interior
y estarse amando al Amado.” (s. Juan de la Cruz)

Pero esta salida de sí no es una salida al exterior, explica, se trata de abandonarse, o sea, tomarse totalmente en serio, de conocerse, gnosi seautón. Utiliza, como no, un lenguaje paradójico. Oximorónico. Esta doctrina del abandono o dejamiento fue el núcleo de su enseñanza y de su experiencia mística, si el alma no está vacía no puede engendrar al Verbo. Este abandono es para permitirle la entrada en el alma. Todo esto lo expresa a partir de una experiencia que no se detiene en nada de los estados especiales de conocimiento (visiones, éxtasis, júbilo…). Estos escritos fueron dictados en alemán, algo que persiguieron sus emuli, los que le presiguieron por su doctrina. La lengua popular era también su lenguaje interior, su experiencia del abandono, del Silencio Total se expresaba luego en alemán.

En 1298 le encontramos como profesor (actu regens) en París en la cátedra para los no franceses. Ya era doctor en teología. Escribió las Cuestiones parisinas en latín, obra con la que trata de dar un aparato conceptual a sus experiencias místicas (pláticas formativas).

El conocimiento es el fundamento del ser. El conocimiento no es erudición, estar informado de muchas cosas, (como en un reduccionismo alarmante lo llamamos hoy) sino que es sabiduría amorosa. Sin verdadero amor (unión, identidad) no hay sabiduría. Por eso conocer a Dios es llegar a Dios mismo. El ser es la criatura, Dios es intelletus o puritas essendi.

Desde 1303-1311 es provincial de Sajonia y cuida de cincuenta conventos. Desarrolla mucha actividad oficial, pero sigue predicando. En 1311 vuelve de nuevo a la cátedra de París hasta 1313. Pone por escrito (en latín) su pensamiento, fundamento intelectual de su espiritualidad. Posiblemente no culmina su obra a la que llamó Opus tripartitum.

El proyecto eckhartiano tendía a mostrar la unidad del conocimiento más allá de la distinción entre la luz natural y sobrenatural. En la obra de Eckhart la filosofía no era la sirvienta de la teología, sino que también la razón estaba capacitada para comprender la revelación. La experiencia del ser (criatura) es el único camino que conduce a la divinidad, esta experiencia lleva al rechazo de los modos de ser creado, al abandono total.

El sentido de toda vida humana es que el Verbo nazca en su interior.En este período fue influenciado por la espiritualidad de Margarite Porete, beguina, que defendía el nihilismo moral de las almas anonadas. Dicha mística influyó en Eckhart para su nihilismo intelectual, no para el moral que Eckhart cru¡itica y rechaza.

El nihilismo intelectual afirma que sólo el alma vacía es verdaderamente libre, o sea, posee la libertad mística. Para Margarita el alma anonadada no necesita de las virtudes exteriores y puede comunicarse directamente con la divinidad, no necesita mediación.

En los años 1313-1322 aparece de nuevo como maestro de vida de conventos y de monjas. En estos años escribió dos tratados: Del hombre noble y Libro del consuelo divino. Con el libro Del hombre noble empieza las sospechas de herejías sobre él.

En este libro expone sus propias experiencias interiores: “En tanto que te identificas con Cristo sufriente, salido de sí, retornas al origen divino. El hombre noble (la verdadera naturaleza humana que comprende al hombre terrestre y celeste) es el tesoro oculto, la buena simiente, donde Dios ha vertido el Verbo divino. Si el hombre alberga en su interior la raíz divina, la humanidad, a través del anonadamiento de la muerte, nos conduce hacia Dios”.

En 1322 está de lector de la cátedra de Colonia, y en el mismo no cesa de predicar en alemán. El tema de sus predicaciones es la divinización del hombre a partir del nacimiento de Dios en el alma.

Su mística es experiencia, experiencia personal de su conciencia que según nos dice Ken Wilber, sin duda el mejor pensador del mundo sobre el mundo de la conciencia (y también místico actual), llegó a los más altos niveles a los que puede llegar la conciencia, nivel que él llama causal o el de la Conciencia sin forma.

Afirmaba Eckhart “la enseñanza de la doctrina de la fe (no es tal si no hay experiencia, si no es amorosa) está destinada a vivir la unidad indisoluble de la divinidad, pero dicha unidad es dinámica: no es sino la generación constante e ininterrumpida del Hijo de Dios en el alma separada. Este nacimiento tiene lugar en un templo, el alma, que ha de estar totalmente libre y vacío, vacío también de sí mismo. El lugar del nacimiento es el fondo del alma, que ha de ser maternal, pues si fuera siempre virgen no podría ser madre. Es el lugar donde se realiza más allá del tiempo, en la eternidad previa a la creación ese nacimiento. Aquí mi fondo es el fondo de Dios y a la inversa. A ese fondo del alma le da el nombre de chispa.

El abandono supone un rechazo a los modos del ser creado, en su condición espacio-temporal, y tiene la vista puesta en los modos trascendentales, en donde Dios sólo puede ser definido desde sí mismo: puritas essendi... El fundamento real de aquello que es se halla en el ser de Dios... por tanto las creaturas no son, pero son en la medida en que se hallan en su causa primera...

Predicaba la filiación divina del hombre noble en el exilio de sí mismo. Y lo experimentó en la persecución que padeció por parte de la Institución. Los emuli (¿envidiosos?) confeccionaron hasta tres listas de tesis de sus escritos que tenían peligro de herejía. Fue perseguido como hereje por el arzobispo de Colonia. En aquella época 1325, se quemaron muchos begardos en la hoguera, no se sometían a la ley eclesiástica.

Eckhart se defiendió ante los inquisidores y terminó apelando al papa el 13/2/1327. De los inquisidores, algunos se dieron cuenta de la maniobra que se estaba realizando contra el maestro, renunciaron a su misión y fueron depuestos de su cargo. Eckhart fue convocado por el papa a Aviñón, y allá, exiliado, murió a comienzos de 1328. Él que siempre había defendido el exilio de sí mismo para llegar a la Nada, murió exiliado.

El proceso contra él prosiguió y el 27/3/1329 se publicaba la bula In agro dominico, de Juan XXII. En la bula se destaca la falta de humildad de aquel que ha querido saber más de lo que era necesario y ha mostrado su doctrina en su predicación al vulgo.


El nivel causal es aquel en el que la conciencia llega al Sin Forma, al Sin Nombre transcendiendo al alma y a Dios (como Ser al que se tiende, que tiene nombre, como forma de lo divino) y se identifican en la Divinidad, de modo que “ya somos uno y el mismo” (Eckhart). Se queda con la experiencia pura, desnuda. Esta Divinidad en la que somos uno, es puro Espíritu sin forma, es la cumbre y la fuente de todo lo manifiesto. El estar más allá de toda forma no es un nivel más de la conciencia, un estadio más, sino el fundamento de todos los otros estadios, es como el papel en el que se sostienen las letras.

Es este nivel de identidad total el que alcanza el Maestro Eckhart y su experiencia la que transmite en sus últimos tratados, por ejemplo en el Del hombre noble en el que dice:

“Por eso dice N. Señor con razón que (Lc 19,12). Pues el hombre tiene que ser uno en sí mismo y tiene que intentarlo en sí mismo y en el uno y comprenderlo en el uno, es decir: contemplar a Dios sólo; y regresar, es decir, saber y conocer que se conoce y sabe de Dios.”

Es necesario saber que se conoce a Dios para ser bienaventurado, y se conoce a Dios conociendo al hombre interior, porque el hombre noble (o interior, o nuevo) es aquel que nació por una parte de lo más elevado y mejor que poseen las criaturas, y por otra, del fondo más entrañable de la naturaleza divina. Hombre noble es el que es uno con uno, uno de uno, uno en uno y en uno uno eternamente. “Y a través de esta comprensión (o penetración, o experiencia) he descubierto que Dios y yo somos uno y el mismo” Ya no hay una unidad entre dos (Dios y yo), sino la Identidad suprema en la Divinidad.”

Por eso Eckhart pide a Dios que lo libere de Dios (que es una forma aún de lo Divino, que es otro y no hay otro, como tampoco hay yo, sino Identidad) para encontrar la Identidad Suprema en la Divinidad, en la Pura Conciencia sin forma, que otros llaman la Nada con mayúsculas, que no es el vacío absoluto al que está acostumbrado nuestro pensamiento occidental, formulado sobre la filosofía del puro ser, sino la Condición de toda condición. Eckhart se afana en desapropiar al Ser (Dios) de toda determinación óntica.

Su espiritualidad está muy cercana a la visión budista del Vacío que es el fundamento de toda realidad. Su lenguaje está sometido constantemente a violencia, es metarreflexivo porque la experiencia mística no puede ser comunicada, sino sólo apuntada, en el mismo.


José A. Carmona

1 comentario:

darYrecibir dijo...

gracias ha sido un feliz hallazgo, gracias!