Sexo, ternura, fusión
Atado a
mi yo caminaba impreciso,
rompiendo dogmas y asertos
que mentes niñas engendraron.
En las lecturas hudizas que,
confuso, en mi interior leía,
barruntaba breve un horizonte
al que mi Ser entre miedos apuntaba.
En mi juventud, ambigua,
el tiempo detenido
se hacía esqueleto de hielo,
que mi conciencia ataba
a los fangos del pasado.
Allá, pasados los treinta,
en los apuntes luminosos
de mi consciencia, aventada por la fe,
el viento, imán de mi sentir, dibujaba
un nombre con figura de mujer.
Mujer con rostro y con cuerpo,
derramada en regazo de acogida.
Mujer de seno abierto
a la plenitud de la ternura,
mujer de ojos rebosados
en lágrimas de Vida.
Y mi conciencia, temblorosa,
palpando apenas,
las paredes del Misterio,
trasminó las creencias para
descubrir
Al fin, el nácar de una piel,
que en la intimidad de sus pliegues,
envuelve el Arcano,
iluminó mis ojos
con el camino hacia el No-Tiempo.
Me licuó en la gracilidad de
sus caricias de silencio.
E hizo brotar en mi carne una
Vida, que, sustentada por
transciende toda creencia.
José Antonio, es un resumen de mi vida
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