domingo, 4 de mayo de 2008

Sexo

Sexo, ternura, fusión

Atado a la Libertad Suprema,

mi yo caminaba impreciso,

rompiendo dogmas y asertos

que mentes niñas engendraron.

En las lecturas hudizas que,

confuso, en mi interior leía,

barruntaba breve un horizonte

al que mi Ser entre miedos apuntaba.

En mi juventud, ambigua,

el tiempo detenido

se hacía esqueleto de hielo,

que mi conciencia ataba

a los fangos del pasado.

Allá, pasados los treinta,

en los apuntes luminosos

de mi consciencia, aventada por la fe,

el viento, imán de mi sentir, dibujaba

un nombre con figura de mujer.

Mujer con rostro y con cuerpo,

derramada en regazo de acogida.

Mujer de seno abierto

a la plenitud de la ternura,

mujer de ojos rebosados

en lágrimas de Vida.

Y mi conciencia, temblorosa,

palpando apenas,

las paredes del Misterio,

trasminó las creencias para

descubrir la Luz.

Al fin, el nácar de una piel,

que en la intimidad de sus pliegues,

envuelve el Arcano,

iluminó mis ojos

con el camino hacia el No-Tiempo.

Me licuó en la gracilidad de

sus caricias de silencio.

E hizo brotar en mi carne una

Vida, que, sustentada por la Fe,

transciende toda creencia.

José Antonio, es un resumen de mi vida

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