Acerca de Jesús de Nazaret ¿Quién es para mí hoy?
Pienso que la humanidad de Jesús ha sido minusvalorada durante milenios en la historia de la iglesia. La teología ha tendido a considerar fundamentalmente, cuando no exclusivamente, su aspecto Divino. Y esto, partiendo, en la mayoría de los casos (a excepción de las experiencias de los místicos), de un concepto prefabricado de Dios (en realidad un verdadero ídolo mental), de modo que se ha afirmado Jesús es el Cristo, es Dios, uniendo para ello incluso las palabras Jesús y Cristo, Jesucristo. Si tenemos en cuenta que según lo mismos evangelios Jesús en su vida terrena nunca se atribuyó a sí mismo
Mas vayamos un poco al tema: ¿Quién es este hombre? Vayamos al hombre que se llamó Jesús de Nazaret hace, veinte siglos aproximadamente.
En los evangelios aparece como un hombre de un inmenso valor, de una extraordinaria independencia y de una autenticidad sin precedentes en el pueblo judío. Un verdadero místico de una profundidad sin límites.
El planteamiento de Jesús ante
Era un hombre en el que no había el menor rastro de miedo. No le importaba ni montar un escándalo, si era necesario, ni perder su vida o su reputación por sus actitudes. Todos los hombres religiosos, incluso los sinceros, veían con escándalo el modo en que Jesús se mezclaba con los pecadores, la tolerancia con que trataba los preceptos de
Pese a todo esto, incluso los adversarios de Jesús reconocían que era un hombre honrado, a quien no le importaba la condición de las personas[4]. Aunque esta afirmación pretendiera halagarle para que contestara favorablemente a los intereses de los que preguntaban, expone simplemente lo que era opinión de casi todos probablemente. Es curioso ver que su familia pensaba que Jesús estaba loco, y lo mismo pensaban los fariseos[5]. Era sin dudas un hombre excepcional que seguía la verdad sin hipocresías. Por eso muchos de sus contemporáneos se preguntaban ¿Quién es este hombre?
Jesús, parecen probar los evangelios, puso un enorme énfasis en la expresión aramea “el hijo del hombre”, que no significa más que “yo” u “hombre”. Si a esto unimos la importancia que dio en su vida a la dignidad del hombre en cuanto hombre y a la solidaridad con la raza humana, podríamos concluir que dicha expresión es una forma de manifestarse a sí mismo identificado con el hombre en cuanto hombre. Así podríamos hacer el ejercicio de sustituir en muchas frases de los evangelios la expresión “hijo del hombre” por la palabra hombre, algo que nos daría expresiones y significados como los siguientes: “El hijo del hombre es el señor del sábado” (Mc 2,28) = “el hombre es el señor del sábado” o sea, el sábado ha sido instituido para el hombre y no a la inversa (Mc 2,29). “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos, pero el hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza” (Mt 8,20). “Las zorras (Herodes) y las aves (los poderosos) están instalados en la sociedad, pero el hombre no tiene un lugar”…
Sea lo que fuere de todo ello, lo que se puede afirmar sin duda alguna es que Jesús no reclamaba para sí ninguna clase de título, función, dignidad, ni privilegio. Es más rechazaba expresamente que se diera título alguno a los hombres, sobre todo el de Rabbí o Padre, porque sólo hay uno: el Padre del cielo[6]. Hay que advertir que en este texto el último versículo dice que a nadie le llamemos Maestro, porque uno sólo es nuestro Maestro: el Mesías. Parece que Jesús aquí no se estaba refiriendo a sí mismo, es más que posible, como dicen los eruditos, que no se trata de una frase de Jesús. Él nunca reclamó para sí este título de Mesías o Cristo y por otra parte, si se estuviera refiriendo a sí mismo, esta frase estaría en contradicción con todo lo anterior y con el contenido de todos los evangelios. Es totalmente procedente concluir que puede ser una interpolación posterior del propio Mateo, reconociendo en Jesús el Mesías prometido y Maestro universal[7]. Jesús no hacía sino practicar aquello que predicaba. Ellos querían llamarle Maestro, pero él que ser su servidor[8]
¡Qué bien casa este texto de Mateo con sus homólogos de Lucas y Marcos con lo que se está viviendo siempre en el Vaticano! Los cardenales son eminentísimos y excelentísimos, el papa es su santidad o su beatitud, o santo padre… ¡Y el boato!… y el hombre no tiene lugar en esta sociedad. Estos señores ¿seguidores de Jesús? ¿Su vicario en la tierra el papa? Esto no casa, no… ¿Es que acaso Jesús fundó una iglesia? En lo orígenes ciertamente no consta, lo que sí consta es que impulsó la solidaridad universal, el amor. Es cierto que luego en la tradición ¿genuina y coherente con los orígenes? aparece la institución, que muy pronto, ya en los primeros siglos, fue dominada por el poder en vez de ser encauzada por el amor.
Volvamos a ese hombre, tan desconocido, llamado Jesús de Nazaret. Es, creo, muy interesante tomar conciencia de que en el relato, antes citado, de la misión que Juan el Bautista envió a unos discípulos para preguntar a Jesús si es él el que ha de venir, o tienen que esperar a otro (es interesante anotar que el Bautista no está seguro de la misión de Jesús, lo cual no casa bien con la escena del bautismo de Jesús, narrado por los sinópticos), Éste no les responde directamente sino que se limita a enumerar las cosas que se están haciendo: “Los ciegos ven, los sordos oyen… y se anuncia
“Les enseñaba como quien tiene autoridad, no como los escribas”[10]. Esta frase nos puede llevar a una larga reflexión sobre la autoridad de Jesús. Ciertamente no es la autoridad de los escribas que se apoyan en argumentos externos a sus propias palabras, se apoyaban en lo que habían dicho otros eruditos en la casuística de
“Puede decirse que la única autoridad a la que Jesús apeló fue la autoridad de
Así lo dice Juan en su carta primera: “Todo el que ama ha nacido de Ser y experimenta a Dios; quien no ama no ha tenido experiencia alguna de Dios, porque Ser es amor[13]”.
El Amor,
[1] Mt 11,16-19 y pars.
[2] Lc 7,39; Jn 4,27 por ejemplo.
[3] Mt 11, 4-6; Lc 7, 22-23.
[4] Mt 22,15…; Mc 12,13…; Lc 20,20…
[5] Mc 3, 21-22.
[6] Mt 23, 2-12.
[7] Ver ¿Quién es este hombre?. A. Nolan. Sal Terrae. Página 197.
[8] Jn 13, 12-15.
[9] Sermón del Monte y passim. Mt 5-7; Mc 9; Lc 6.
[10] Mt 7, 29; Mc 1, 22-27.
[11] ¿Quién es este hombre? O.C. Páginas 202…
[12] Cf. Id. Página 204.
[13] 1Jn 4, 7-8.
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