jueves, 13 de diciembre de 2007

Algunas ideas y algo más. Carta a mí mismo

Amigo José Antonio: Hace tiempo que quería escribirte esta carta, en la que de una manera deslavazada, pero de forma muy intuitiva, y sin pensármelo dos veces he ido exponiéndote algunas de las reflexiones que me hago sobre los temas que más te preocupan.

Empiezo con un poema de San Juan de la Cruz que me entusiasma.

Coplas hechas ante un éxtasis de harta contemplación

Entréme donde no supe,

Y quedéme no sabiendo

Toda sciencia trascendiendo

Yo no supe dónde entraba,

Pero, cuando allí me vi,

Sin saber dónde me estaba,

Grandes cosas entendí;

No diré lo que sentí,

Que me quedé no sabiendo,

Toda sciencia trascendiendo

De paz y de piedad

Era la ciencia perfecta,

En perfecta soledad

Entendida (vía recta).

Era cosa tan secreta

Que me quedé balbuciendo

Toda sciencia transcendiendo

Estaba tan embebido,

Tan absorto y ajenado,

Que se quedó mi sentido

De todo sentir privado,

Y el espíritu dotado

De un entender no entendiendo,

Toda sciencia trascendiendo.

El que allí llega de vero,

De sí mismo desfallece;

Cuanto sabía primero,

Mucho baxo le paresce;

Y su sciencia tanto cresce,

Que se queda no sabiendo,

Toda sciencia trascendiendo.

Cuanto más alto se sube,

Tanto menos se entendía,

Que es la tenebrosa nube

Que la noche esclarecía;

Por eso quien la sabía

Queda siempre no sabiendo

Toda ciencia transcendiendo.

Este saber no sabiendo

Es de tan alto poder,

Que los sabios arguyendo

Jamás le pueden vencer;

Que no llega su saber

A no entender entendiendo

Toda sciencia trascendiendo.

Y es de tan alta excelencia

Aqueste sumo saber,

Que no hay facultad ni sciencia

Que le puedan emprender;

Quien se supiere vencer,

Con un no saber sabiendo,

Irá siempre trascendiendo.

Y si lo queréis oír,

Consiste esta suma sciencia

En un subido sentir

De la divinal Esencia;

Es obra de su clemencia

Hacer quedar no entendiendo

Toda sciencia trascendiendo

He leído con atención tu escrito de teología y me he ido haciendo anotaciones en un folio de aquellas cosas de las que me hubiera gustado poder dialogar contigo, pero, a falta de pan más valen estas letras.

Y lo primero que tengo anotado en mi folio dice: relación filosofía – teología. Mi visión, en este tema como en muchísimos, ha cambiado mucho de la que tenía de joven. Hoy la philosophia ancilla theologiae es algo que no entra en mi mente, y ello por más de una razón:

1. Porque no entiendo que filosofía y teología sean dos disciplinas académicas distintas, sino que son la misma y única. Por supuesto que se pueden hacer muchas teologías, y es deseable, pero también muchas filosofías. Y si ésta es el estudio, el intento de comprensión de la r

Realidad última, de esta Realidad última no se puede excluir a Dios, pues en ese caso ni siquiera tendríamos realidad.

2. No se trata de que la razón sea el instrumento de la filosofía y la fe el principal instrumento de la teología. En ambas lo fundante es la experiencia de la Realidad y el instrumento es la razón humana, que abarca mucho más que la mente sola.

3. No vale decir que en la filosofía no existe la fe y en la teología, sí. En ambas existe. Y el objeto de esta fe es la Realidad, que se experimenta y palpa no sólo con los sentidos sino también con la mente, el intelecto y el tercer ojo, el de la contemplación.

4. El argumento de que la fe de ambas versaría sobre objetos distintos, es de una gran falta de visión. La fe siempre es una actitud humana que se hace una con el objeto que experimenta, es la adhesión a la Realidad tal como es percibida por el ser humano. Afirmar que la fe es un mero asentimiento intelectual es castrarla totalmente, pese a que lo diga el Vaticano I. El hombre que se queda en mero intelecto no es un hombre, sino algo monstruoso. El único objeto de la fe, como de la inteligencia y de los sentidos es siempre la Realidad, y ésta no está fragmentada en trozos. Es nuestra mente analítica la que divide, pero la Realidad es una y Total.

Te remito para más abundancia al capítulo de mi último libro sobre la religión en el que hablo de la fe.

Para mi entender filosofía y teología son simplemente reflexiones, no distintas, no separadas sobre la Red de la Realidad. Para estas reflexiones se utilizan las experiencias sensitivas, intelectuales o contemplativas que están en la base de

toda reflexión válida.

Otras anotaciones que tengo en mi folio dice escuetamente: experiencias. Razón – fe.

Para el tema de razón y fe puedo remitirme al apartado de filosofía y teología.

Para el de la experiencia:

Ahora mismo no recuerdo si en mi libro hablo expresamente de las experiencias, creo que sí, pero de todos modos te resumo brevemente lo que pienso:

Estamos en una cultura totalmente imbuida en el empirismo, se afirma de una forma u otra que sin empirismo no hay verdad. Y en el verdadero y amplio sentido de esta palabra me parece muy bien esta afirmación. La base de todo está en la experiencia, no sólo del conocimiento, así el comer, el dormir, el lenguaje, la relación, la sexualidad… pero…

Empirismo no es igual a experiencia de los sentidos, como afirma nuestra cultura, sino a experiencia de todo tipo con tal que sea personal, sin intermediarios, ni siquiera de tiempo, una experiencia directa e inmediata de la Realidad y por tanto de uno mismo también, pues uno mismo nunca está separado de la Realidad total.

Desde la Edad Media en teología (entonces no se separaba de la filosofía) se habla de tres tipos de experiencias: la sensible, la intelectual o mental y la contemplativa.

Cada experiencia de esta es la base de un tipo de conocimiento (ciencias, matemáticas, filosofía-teología-mística), y todos estos juntos con todas las experiencias originantes forman un todo: el ser humano, que a su vez no es una parte (cuantitativa), pero forma parte (participativa) de la Realidad

Puedes imaginarte la cantidad de reflexión que conllevaría el desarrollo de esta visión, pero me conformo por ahora. Para más análisis espero que lo puedas encontrar en mis escritos, que pienso ir mandándote por etapas.

Pero has de saber que no tengo intención de acabar mi libro en esta vida, porque quiero que vaya expresando mi evolución hasta el final. Así que siempre lo iré modificando, ampliando, corrigiendo…

Hablas también en tu escrito de la revelación. Es una visión, la que explicas, acorde con una religión del Libro. Me explico:

Hay hoy en occidente, y quizás en el mundo (tierra) tres grandes religiones del Libro: la hebrea, la cristiana y la musulmana. Ya sabes el por qué del nombre: las tres se fundamentan en un libro que reconocen con revelación única y verdadera de Dios. (La Torah, El Corán, La Biblia (sobre todo el NT)). Y cada una de ellas como digo se autoproclaman poseedoras de la verdadera revelación. En esta línea, con la perspectiva cristiano-católica se pronunció el Vaticano I.

Esta visión que además en el cristianismo es historicista es la que mantienen todos los llamados teólogos institucionales del catolicismo.

Yo no rechazo ninguna de las formas de revelación que Dios ha utilizado y utiliza, sobre todo la manifestación constante en los pobres y marginados de la sociedad. Lo que sí rechazo es la restricción por interés y partidismo que hace el hombre de ellas.

Yo pienso que en cada época de la evolución humana el Espíritu, la Trinidad ha utilizado una forma de manifestarse apropiada al nivel de conciencia que tenía la creación y sobre todo el hombre (que es la evolución consciente de sí misma). No puede ser la misma la forma de manifestarse al homo sapiens del Paleolítico inferior que al hombre actual, en el que la conciencia a llegado al nivel del ego. No me cabe duda de que a Teresa de Jesús, a Tomás de Aquino, a Agustín de Hipona, a Francisco de Asís… se manifestó con una profundidad (porque ellos estaban abiertos a ello, es la única condición estar abierto y poner los medios para la apertura) que no se da a otras personas…

Mira, si no, el hermoso poema que te envío de Juan de la Cruz, está cantando una revelación inefable que se le hizo en una contemplación: yo no supe donde entraba / pero cuando allí me vi / sin saber donde me estaba / grandes cosas entendí / no diré lo que sentí / que me quedé no sabiendo / toda ciencia transcendiendo.

Claro que la institución se ha encargado luego de destrozar las experiencias místicas, diciendo que son asuntos personales entre Dios y el místico, pero que la revelación válida es la de La Biblia, que es para todos. Cuando la Biblia no hace sino exponer las experiencias místicas de una serie de personajes místicos: Abrahán, Moisés, David… Jesús, Pablo, Pedro, Juan… Personajes que explican en lo posible sus experiencias a los demás humanos para que les sirvan de referencia.

Pero hecha esta salvedad, en lo que también tendríamos que ponernos de acuerdo es en lo que significa la revelación: Manifestación ¿manifestación sólo? ¿manifestación y ocultamiento a la vez?... de Dios (¿qué queremos significar con esta palabra?), de la Realidad, de la Trinidad… y ¿por qué medios? Símbolos, palabras, hechos, vidas, personas,… Revelación equivale a Contemplación, lo que se contempla con el tercer ojo queda revelado. Y contempla el que pone los medios para hacerlo. Dios está siempre llamando a la puerta de cada uno, sólo espera que le abramos (que meditemos, que nos abramos a la contemplación de lo que Es)

Y esto supuesto (cosa que nos llevaría muchísimo tiempo), el Ser se manifiesta a cada uno de forma adecuada y en su interior.

Creo que hay en la manifestación de lo divino unos elementos estructurales profundos, comunes a todos los humanos, como el amor, la alegría, el respeto a la vida… como hay elementos comunes estructurales en la mente de todos los individuos, todos utilizamos símbolos, ideas, palabras, signos…; o en el cuerpo, todos tenemos cabeza, tronco, extremidades… y hay elementos culturales y otros individuales.

También pienso que como norma de referencia para la mayoría, en general y para cada uno en particular, los tres libros citados y otros no citados (los Gita y demás libros fundantes, o fundamentales del budismo e hinduismo) son muy válidos como orientación que ayude a caminar por el descubrimiento de nosotros mismos, del Misterio que es el Todo. Y cada cultura necesita el suyo, pero eso sí la cultura ha de ser incluyente, no excluyente. Creo que la autoproclamación de religión (y por tanto revelación) única y verdadera es una blasfemia. Es encasillar a Dios en mis parámetros, aunque sean colectivos.

Por supuesto que esta visión mía (de José Antonio) no está del todo elaborada, ni sería aceptada por nadie ortodoxo.

Y a propósito de ortodoxo, la palabra significa recta gloria, no recto orden, que es el significado con que se aplica.

Hablas igualmente de culpa en tu escrito. Pienso dedicar un capítulo en mi libro a este tema. Te anticipo una nota breve.

Me veo bastante cercano a lo que decían de Lutero, cuando yo estudiaba en la universidad. Afirmaban de Lutero, y pienso que con razón, que decía que el hombre era pecador hasta tal punto que no podía dejar de pecar y que tan sólo la gracia podía salvarlo, lo que pasa es que la interpretación católica decía que la gracia en Lutero significaba la fe sin obras. La famosa justificación por la fe.

Yo no he estudiado a Lutero, hubiera sido interesante, pero he limitado mis lecturas y conocimientos mucho porque de lo contrario me iba a dispersar del todo. Pero el juicio de la parte católica me parece muy interesado.

Creo que el pecado en el hombre está mucho más por lo que es que por lo que hace. Me explico mínimamente: el hombre y toda la creación es dual, es temporal, es mortal, tiene comienzo y sobre todo el hombre tiene conciencia de que es un yo separado de la Totalidad, de que hay unos objetos que están fuera del yo y un sujeto que es el yo con unos límites un tanto confusos (la piel, el cuerpo, la mente, el alma, la conciencia…). Creo que el pecado consiste mucho más en esta fragmentación de la creación y del hombre en particular, que no en el hecho hacer algo malo (sabiendo además que lo malo es uno de los polos que de las formas racionales hace nuestra razón, junto al otro polo: los bueno), que la conciencia formada por siglos de normas eclesiásticas (en todas la religiones de una forma u otra) interpreta como culpa.

El hombre nace y está con la sensación de que está separado de Dios, cuando de hecho todo es Espíritu. Esta falsa e ilusoria sensación constituye a mi parecer el pecado o la llamada culpa, que no es tal. Con lo cual no afirmo que no haya bien y mal en el mundo de la polaridad. Por supuesto que no lo hay en el mundo transcendente. Hay una realidad no dividida, no separada, y precisamente en la separación está el pecado con sensación de culpa. Hay que transcender este mundo de las formas y entrar en el Reino de los Cielos para llegar a la Unidad.

Transcender este mundo dual y por tanto de pecado es la resurrección que se realiza a cada momento, salir del tiempo y ser eternidad es la resurrección, salir de la forma que tenemos y caer en la cuenta de lo que realmente somos: Ser, es la resurrección que se puede realizar en cada momento. En esta entrada sin tiempo, y por tanto no es propiamente entrada (el lenguaje oximorónico), llevamos, por así decirlo, todo nuestro bagaje de materia, biología, noosfera… y así la creación entera pasa a ser iluminada, resucitada.

Estoy escribiéndote estas letras a ratos aislados en distintos días. Por ello notarás que hay ciertas repeticiones, muchas incongruencias y cosas similares. Te voy a ir mandando poco a poco, como te he dicho, mis escritos de la Ontogenia. Posiblemente se repetirán cosas que ya te envié, ahora ya tengo terminados (por ahora) algunos capítulos que te adjunto con estas letras.

Un cordial abrazo

José Antonio

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