El asunto del aborto
vuelve a estar en plena vigencia.
Dice un gran jurista
español que una sociedad que está abriendo y cerrando
constantemente el tema del aborto en función del gobierno de turno,
es una sociedad anclada en el pasado (Martín Pallín). Que España
está anclada en el pasado es algo tremendamente obvio, somos del sí
o del no, del dogma o de la negación, del blanco o del negro. O sea,
que estamos en unos niveles de conciencia míticos aún, muy
parecidos a los medievales de las Cruzadas. Y lo que pasa con la
evolución de las conciencias es similar a lo que sucede con las
plantas, para que crezcan y se desarrollen el hortelano ha de
ponerles abonos, cavar la tierra, regarlas... y esperar a ver si eso
da resultado, lo que nunca puede hacer es tirar de ellas para que
crezcan más aprisa. Las mataría. Con el “sí” y con el “no”
en el fondo queremos destruir al contrario, no ayudarle a evolucionar.
Los antiabortistas se
autoproclaman defensores de la vida (los pro vida), es que ¿acaso
los abortistas no lo son también? Todos estamos a favor de la vida,
sólo cambia lo que se asume como vida. Los abortistas defienden que
el aborto es un derecho de la mujer, que es la dueña de su cuerpo.
Con estas actitudes radicales entramos en una vorágine de violencia
que en modo alguno puede facilitar que la conciencia humana (no ya la
moral meramente, sino toda, y más la absoluta) avance y la humanidad
suba de nivel. En ambas corrientes lo que abunda es ideología
llámese o no dogmatismo.
Entiendo que hay que
plantearse las cosas en profundidad y sin dogmatismos, que no suelen
ser más que prejuicios creados por nosostros mismos para defendernos
de nuestros propios miedos. Los dogmatismos pertenecen a una etapa de
conciencia propia de la época mítica (muchos permanecen en ella)
que en la modernidad empezó a ser superada (La crítica de la razón
pura) y que ha sido sustituida en buena parte de la humanidad por la
conciencia de la razón, que a su vez empieza a tener síntomas de
superación hacia la de nivel de visión lógica...
Para los paladines de la
vida, que reclaman el monopolio de la moralidad y de la ética, desde
el momento en que se produce la fecundación la mujer debe poner su
útero al servicio de la gestación.
Mas solo la ignorancia,
la incongruencia, la prepotencia, el dogmatismo, la soberbia o la
provocación pueden explicar esta postura.
Puede que no lo queramos
admitir pero una bellota no es un roble, como decía un buen
compañero cuando se debatía (otra vez) la vigente ley del aborto.
Quien se come un piñón no se come un pino. El feto que en los
primeros días no es más que un cigoto o unos miles o millones de
células que se multiplican no es un ser humano, sí está destinado
a serlo si la naturaleza sigue su curso. La equiparación del embrión
y del feto a una persona viva demuestra que sus patrocinadores están
alejados de la ciencia y de la racionalidad. El embrión tiene
potencialidad para ser persona si llega a término su gestación, se
desprende del claustro materno, y lleva una vida independiente,
entretanto está sometido incluso a los hábitos de comportamiento y
el estado de salud de la mujer que lo lleva en su vientre. ¿Lo que
hay en el feto es vida? Sí (también lo que hay en el corazón) pero
no vida humana, solo destinada a serlo. En términos escolásticos
diría: vida humana en potencia, no en acto. La del nacido es en
acto. Por descontado que la ciencia tendrá que ir desgranando la
progresiva actualización de la humanidad de la vida del feto.
¿Estamos aún pensando con el Obispo de Hipona los llamados
católicos que para cada niño Dios crea un alma? ¿Y cuándo la
inserta? ¿En el momento de la concepción? (no es de recibo) ¿en el
momento del parto?...¿Aún estamos en el s. IV?
Por otra parte ignorar
que esa vida que se está gestando difiere de la vida del propio
corazón, o ignorar que es vida humana en potencia tampoco responde a
un conocimiento de lo que es, sino a una ideología determinada tan
violenta y absurda como la dogmática. Por ello entiendo que ni el
útero está meramente al servicio de la gestación, ni la vida del
gestante puede estar pendiente de una mera veleidad de quien lo
concibió y lo está gestando. No entiendo que el aborto pueda ser
sagrado, pero sí que la gestante ha de tener una responsabilidad
superior a todos los demás en el caso de su gestación, salvo
imposibilidad del tipo que sea.
La incongruencia de la
Conferencia Episcopal, que quiere mantener las riendas de una
institución dogmática (quizás estén convencidos de que eso lo
quiere Dios -¿qué Dios?-), hace a veces comparaciones totalmente
insultantes, predicando desde la distancia (hay pocos menos
comprometidos en el quehacer diario que los obispos): Un aborto es un
asesinato, es matar a una persona inocente. Y eso sin distinguir
casos, ni circunstancias. (Suelen hacerlo en muchos temas -en materia
de sexo no hay parvedad de materia...-) Tenemos testimonios
desgarradores de madres que se han visto obligadas a abortar por
deformaciones tremendas de sus fetos, y ¿estas son equiparables a un
asesino? ¿Cuando no a un terrorista como se llega a afirmar? ¿Son
unas nazis, comparables a los que organizaban los hornos crematorios
o la selección biológica? ¿Dónde queda la comprensión y la
misericordia en los obispos y en los católicos?
Por descontado que el
nasciturus tiene derechos y también los tiene la madre, mas sólo la
mujer es persona, el feto es un proyecto de vida dependiente de la
mujer y nunca podrá superponerse o gozar de la plenitud de derechos
de esta. Y en las trágicas circunstancias de que entren en conflicto
esos derechos ¿qué hacer? ¿se ha de condenar a la madre que
aborte? O ¿se la ha de obligar a tener un hijo con una malformación
grave y a cargar con ello toda la vida porque lo quiere Dios? ¿Qué
es lo que quiere Dios -y qué Dios-? Sin duda ha de prevalecer el
derecho de la persona. En el Congreso los parlamentarios podrán
sacar la ley que les dicte sus prejuicios, dogmatismos, o consignas,
pero...
¿Por qué los dogmáticos
se respaldan en Dios para imponer sus propios juicios y prejuicios?
¿Y sobre todo su consciencia atrasada que ignora por sistema todo
avance de la humanidad? ¡El fundamentalismo católico!
¡Pobre Dios!
¡Responsable de los disparates de los hombres ignorantes!
José A. Carmona
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