domingo, 23 de septiembre de 2012

PRIMER SUTRA SOBRE EL PENSAR



Algunos Sutras en referencia al “pensar y el razonar”
Primer sutra
Niveles de conciencia e intuición
te das cuenta de que todas las cosas
verdaderamente importantes
—la belleza, el amor, la creatividad,
la alegría, la paz interna—
surgen de más allá de la mente.
Eckhart Tolle

Es cierto que en el artículo anterior y en los sutras, no meras reflexiones, menos aún deducciones,  que siguen, llamo pensar a lo que es ir más allá de la mente. ¿Por qué lo hago? Por una sencilla razón: hemos unido tanto el pensar con el razonar y el razonar con la mente que quiero establecer una clara diferenciación entre le pensar y el razonar de la mente. El pensar no se identifica con razonar, todo razonar es pensar pero no todo pensar es razonar,  sino que también es contemplar, es intelligere (intus-legere: leer o ver dentro), entender, aprehender, comprender, abrazar en un solo acto sin separación ni disociación, es amar conociendo y conocer amando. No hay otra manera de captar la realidad plenamente, salvo que la reduzcamos a moléculas, átomos, protones, células, tejidos… Estos son solamente la cara externa de la misma. Son una cuarta parte de la Realidad. Solemos caer, más aún las universidades caen en el dominio, o absolutismo, de cuadrante, exactamente en lo mismo por lo que se condena el pensamiento medieval teocrático. ¡Ciencias versus Letras!
¿Por qué los llamo Sutra a estos escritos que vienen, si se pueden llamar reflexiones? Por la sencilla razón de que la palabra Sutra no conlleva referencia alguna (ni siquiera implícita) al método deductivo. Y como lo que propugno es que el pensar no se puede reducir al proceso inducción-deducción, considero más apropiado el nombre de Sutra que el de reflexiones. 

Niveles de consciencia
La psicología evolutiva se ocupa del estudio del crecimiento que experimenta la conciencia a lo largo de la historia. Son cientos de psicólogos de prestigio mundial los que se dedican, o se han dedicado, a ello (C. Graves, A. Maslow, D. Kramer, R. Kegan, J. Habermas…). Esta investigación sobre la consciencia humana (el interior del holón, como veremos) viene a ser como el correlato psicológico, ignorado masivamente, del proyecto del genoma humano (que atiende al exterior del holón). Ya sabemos que se ha sentenciado en nuestra cultura el imperio absoluto del conocimiento sensible, de lo exterior…
Pues bien, este estudio del crecimiento de la consciencia a lo largo de la historia está dando provechosos resultados, se han cartografiado muchos elementos y procesos de muchas culturas, por lo que su validez es prácticamente universal. Se han deslindado estados, estructuras, memes, tipos, niveles, olas, estadios de consciencia, referidos ciertamente al arco externo, al interno o dimensión mística no. De hecho se ha construido prácticamente un mapa psicológico que ayuda mucho al estudio del tema. Y todo esto no se ha hecho desde un despacho, sino estudiando in situ, dialogando, metiéndose dentro de formas culturales distintas… se ha hecho con un verdadero trabajo de campo. Los amigos psicólogos pueden apostillar con muchísimo más conocimiento lo dicho.
Estableciendo como base de cuanto viene que la Realidad –el Kosmos, la Totalidad, el Espíritu…-  tiene cuatro esquinas: la exterior individual o sensible y material, la interior o subjetiva (la del sujeto, no arbitraria ni caprichosa ¡horrible confusión de la masa!), la exterior plural o social con sus estructuras y formas, la interior plural o cultural –formas colectivas de visión del mundo-, podemos ver cómo la consciencia va apareciendo a través de lo siglos transcendiéndose a sí misma. Cuando el hombre cazaba uros su conciencia no era mítica todavía, ni mucho menos racional, ni se planteaba una existencia futura de más de unos días (no digamos de decenas de años). Era simplemente sensible.
Es claro que no podemos caer en esa tendencia “intelectual” que tenemos de querer definirlo todo y tratar de definir la conciencia, porque se escapa como fluido en una mano, podemos acercarnos a ella y distinguirla de lo que no es ella, si es que algo no es ella.
¿Qué es la consciencia o conciencia? Desde luego no estoy hablando de la conciencia moral, ni ningún tipo determinado de la misma, es, ya lo he dicho otras veces, lo mismo que lo interior del Ser. Todos los seres saben, sin necesidad de tener autoconsciencia, qué les conviene y qué no. Hasta una piedra es consciencia, es el caso mínimo de consciencia, es impulso en un solo sentido, podrá asociarse a otra piedra, quizás de hierro, y formarán una nueva piedra compuesta a lo largo de muchos siglos, pero no se asociará al agua, aunque la pueda contener, ni lo hará al fuego aunque pueda contener el calor, siempre rodará hacia abajo porque la atrae la gravedad, siempre estará en reposo o movimiento en función del impulso y las resistencias, es conforme a su esencia. A esto desde Newton se le ha llamado leyes de la naturaleza –la influencia del contexto, a principios del siglo XVIII, es evidente: leyes/mundo del derecho, naturaleza/visión mecanicista-, pero la visión de la física está cambiando, la leyes de la física mecánica se empiezan a debilitar ante la física nuclear…, que no son sino otra forma de expresar la consciencia de la realidad. No digamos ya la consciencia en un vegetal que busca el sol, el agua, los nutrientes… “sabe” lo que le conviene. Pero, eso sí, solamente el hombre es auto-consciencia, “sabe que sabe”, aunque habría que decir en pro de la exactitud: conoce que conoce, piensa sobre su pensar, incluso es capaz del Misterio, pues el verdadero saber no se puede separar del Ser, y aunque seamos consciencia no acabamos de serlo del todo, somos místicos pero sin serlo, por eso lo de “capaz”. Pues bien esta percepción que no es sino la interioridad del propio ser nos puede orientar para conocer qué es la consciencia:  Intencionalidad en mayor o menor nivel. Esto en modo alguno es la aplicación de la teoría potencia/acto. De la potencia al acto hay siempre una continuidad causal, al menos virtual o de proporcionalidad, en la teoría evolutiva de la consciencia entre los estados o niveles de consciencia no hay continuidad causal alguna, sino simple emergencia de lo “nuevo”.
Una de las manifestaciones de esta autoconsciencia es el pensar, como lo es el razonar, el recrear los colores, el orar o meditar, el crear y contemplar la belleza… Pero, llegar a lo que hoy tenemos ha costado miles de millones de años de evolución (¡Qué curioso! Recuerdo que cuando tenía yo dieciséis años era un enemigo acérrimo de toda teoría evolutiva. Era un creacionista de tomo y lomo. La Biblia es una maravilla pero en modo alguno la palabra de un Dios no objetivado. Esta visión es un gran mito religioso).
Ken Wilber, el hombre del que he recogido la mayor parte de mi visión del Mundo, tiene, entre otros muchos, un libro maravilloso: El proyecto Atman (él es budista) en el que reflexiona sobre la evolución de la consciencia. En él me inspiro fundamentalmente en este sutra.  
“Sepamos que por naturaleza toda criatura se esfuerza en ser como Dios”  (M. Eckhart). Esto es lo que descubre un místico y lo que posiblemente todos llegamos a sentir en el silencio interior, que es incluso ausencia de ideas.
Pues bien, hace miles de millones de años la involución tocó fondo y comenzó el resurgir, comenzó el desarrollo, la evolución (¿de la nada?, ¿del magma primario?, ¿de la palabra de un Dios preexistente? O sencillamente ¿expansión del Espíritu que sobrevolaba las aguas? ¿O nada de esto?...). Las totalidades –holones, o totalidades que son a su vez parte de algo superior- se fueron organizando jerárquicamente, se fueron integrando en otras totalidades más “inclusivas” más abiertas y menos numerosas. Y lo que sucedió y sigue sucediendo en el mundo físico, sucede y sucedió igualmente en el psíquico –en lo interior-: los holones más primarios se fueron integrando en otros más evolucionados. Tanto en lo individual como en lo cultural o colectivo.
Podemos ver las etapas que se han ido sucediendo:
El individuo en su interior va pasando de la simple aprehensión (preverbal) como recoger la savia, comer, pasando por la irritabilidad –defensa-, sensación -frío, calor -, percepción –no mental, sensitiva-, impulso -ataca la presa-, emoción, símbolos, conceptos, conocimiento operacional –conocimiento heredado, por ejemplo la lengua materna, los arquetipos-, conocimiento formal o científico –razonar-, visión lógica, percepción sutil, iluminación…
El individuo en su exterior va pasando por distintas etapas igualmente: …neutrones, protones, átomos, moléculas, procariotas, eucariotas, organismos neuronales… neocórtex –cerebro triple: reptiliano, emocional, creativo-…
Las interioridades colectivas y progresivas del grupo, o etapas de evolución son nominadas como períodos pleromático,… arcaico, mágico, mítico, racional, trans-racional (visión lógica, sutil, causal, no-dual)…
Lo social, colectivo exterior, se ha ido concretando aparte de las Galaxias y Sistemas, planetas, y demás, en ecosistemas, grupos familiares, tribus, aldeas, ciudades imperio, nación/estado, global-ización o planetario. 
 Ya sabemos que estas etapas evolutivas, diseñadas para entendernos mejor en el conocimiento de la evolución, no corresponden exactamente a períodos separados de la historia del Kosmos, sino que conviven muchas de ellas en el mismo tiempo. No digamos ya en lo que se refiere a la evolución de la conciencia propiamente humana tanto en lo individual como en lo colectivo. Lo tribal, lo mítico (dogmatismo-azul), el absolutismo de lo que el hombre quiere llamar divino, lo racional, la intuición (palabra tan mal empleada en el lenguaje coloquial: “tengo una intuición”)… conviven y muchas veces en verdadera falta de armonía porque lo mítico se siente infalible y con derecho a imponerse al precio que sea, aunque en algunos momentos intente disimular y se lave la cara, o se ponga una máscara de racionalidad.
Ninguno de estos cuadrantes de la Realidad (el interior subjetivo, el exterior individual, el interior colectivo, el exterior social) puede ser reducido a otro, o simplemente ser eliminado. Sin embargo es lo que está sucediendo constantemente: el absolutismo de cuadrante (Sólo existe lo que se percibe con los sentidos, sólo la ciencia es fiable, Dios es el Rey del universo y obra según su criterio –que muy curiosamente se parece mucho al de algunos hombres poderosos-, la revelación acabó con Juan, la teocracia medieval, la Biblia es la palabra de Dios… No existe Dios ni nada que se le parezca…)  en el que uno de los cuadrantes elimina a los otros o a algún otro y la masa, tanto la erudita como la ignorante, lo asume como paradigma. (¡¡¡¡Los que estudian matemáticas son lo inteligentes!!!! ¡¡¡¡La partícula de Dios!!!! Con lo bien que resuelven los cálculos los ordenadores…).
La creación no está acabada, sino que es in fieri, es evolución que va consumiendo niveles trascendiendo los inferiores en los cuatro cuadrantes, y tanto en lo ontogenético como en lo filogenético. Así tendemos a la liberación de la noosfera, transcendida la biosfera.
Así vemos que las estructuras simbólicas del lenguaje transforman el momento presente en momento temporal expandido: pasado y futuro. La siguiente estructura simbólica importante es el pensamiento sintáctico, emerger transcendiendo el lenguaje simbólico creando una estructura mental definida del pasado y del futuro. El niño pasa del placer oceánico de las primeras semanas, indefinido, al placer corporal y lo asocia a ciertos objetos (el pecho de la  madre…), en el siguiente paso le basta al niño imaginar el objeto para sentir placer y como no el objeto está presente imagina el placer, por eso lo desea.
Pero, nos interesa el estudio filogenético más que el ontogenético, pese a la similitud del desarrollo en ambos.
Vamos a decir algunas cosas del proceso evolutivo de la consciencia colectiva. Pasaremos por alto los estadios arcaico y mágico-animista. Las etapas que nos interesan para el tema de nuestro escrito son: la mítico-racional, la racional y la de visión-lógica con su intuición.
Etapa o nivel, mítico-racional
La palabra racional significa multitud de cosas distintas para las distintas personas, dicen autores como Weber, Habermas, Wilber, por tanto son muchas las lecturas posibles (el dicho divulgado hoy entre la masa: “Es mi verdad”, aunque muchas veces no haya nada de racionalidad en ello). Nos vamos a fijar en el significado que le dan los psicólogos cognitivos: racionalidad es “cognición operacional formal”, o sea la capacidad de pensar sobre el mismo pensamiento (no se mete con las formas, ni con la naturaleza del “yo”, ni con los presupuestos del filosofar -¿quién filosofa y desde dónde?-, que es lo que hace Heidegger).
Las razones que buscamos para apoyar nuestro razonamiento también son razón razonable, también son “racional”. Y el paso de lo mítico a lo racional, salvando un nivel de comunicación que está en el mito más allá de toda racionalidad, va estableciendo el camino para el nivel racional, identificado como meme naranja. Conforme nos vamos adentrando los humanos en el mundo de lo racional, se van abriendo nuestras mentes a  nuevas perspectivas, a mundos desconocidos y el fundamentalismo, no el contenido transverbal, de los mitos se va desgajando y queda reducido a polvo. Podríamos analizar en este sentido todos los mitos bíblicos haciendo preguntas racionales: Por ejemplo, la virginidad de María: ¿Quién lo dice? ¿Por qué lo dice? ¿Qué fundamento histórico tiene? ¿Cuánto hay de leyenda? ¿Qué significaba la expresión para los primeros cristianos? ¿Qué sabían de anatomía? ¿Y del amor del cuerpo? ¿Qué función social desempeñó en la Edad Media? ¿Qué aporta esto al Misterio? ¿Sobre todo qué aporta a la vida y a la felicidad de los humanos? ¿Por qué aquella exaltación de la virginidad en época de ignorancia, siglos II-XIX?
Pero los mitos no solo son generados por los cristianos “primarios” (o ¿Primitivos? o ¿Primeros?) sino que son generados por los hombres (varón/mujer). Podríamos traer a colación a Sócrates y a Galileo y la Inquisición. Sócrates fue condenado a muerte por negarse a reconocer los dioses del Estado (Atenas). -Recordemos el papel de los dioses en las obras homéricas: estafadores, violadores, mentirosos, ambiciosos, nepotistas…- Se negó a escaparse de la prisión, cuando pudo hacerlo, y bebió libremente la cicuta. ¿Por qué? Eligió la muerte antes que la mitología, murió por una causa: la de la razón que emergía. Ya sabemos que el tiempo es muy elástico en el tema de la emergencia de los niveles, antes que Sócrates buscaron ya esa racionalidad los siete sabios de Grecia con Solón, Tales, Anaxímenes, Anaximandro… 
Galileo no pudo aceptar la muerte con tortura incluida, totalmente humano, abjuró de su heliocentrismo (no sin musitar: y sin embargo, se mueve), lo condenaron a vivir preso de por vida. Vivió encerrado en una mansión hasta el final de sus días, pero su obra (pudo colar escritos suyos y se publicaron en Estrasburgo) ayudó mucho a caminar a la racionalidad frente el obscurantismo mítico. (Vuelvo a recordar que no todo lo que contiene el mito es falta de luz, suelen ser a veces para nosotros, establecidos en la racionalidad, pésimas expresiones de un Misterio que nos excede).
El caso es que la consciencia iba abriéndose un sendero hacia la racionalidad, superando la sumisión mítica. Como sabemos este proceso, aunque más corto que los anteriores (arcaico, mágico, mítico…) es un proceso de muchos años, miles, por poner un ejemplo que pueda indicar algo: desde Solón, siglo –VII hasta hoy, siglo XXI… aún gran parte de la humanidad está totalmente inmersa en ese nivel de consciencia mítico, e incluso arcaico como las corridas de toros. Vemos que en el racional Occidente hay muchos pueblos que celebran sus “tradiciones” míticas. Esta juventud pueblerina está utilizando los ordenadores última generación con una mente mítica, enganchada al toro, a la bandera, a la patria, a la confesión religiosa…
La palabra racional nos despierta la sensación de que se trata de algo seco y abstracto, falto de la ternura de los sentimientos afectivos, pero este estereotipo es erróneo. La racionalidad da una profundidad a la conciencia que genera una gran cantidad de ternura y comprensión,  pero para evitar en lo posible esta sensación generalizada podemos llamar a lo racional: razonable, palabra que no tiene esa connotación negativa.
La razonabilidad tiende a ser universal y por lo mismo integradora. Las mitologías son particulares. No hay una química o unas matemáticas europea, otra japonesa, otra hindú. Son la misma, en cambio las mitologías se multiplican, a veces hasta niveles mínimos. Por esto entiendo que la racionalidad puede conseguir una red global y planetaria que no está al alcance de ninguna mitología religiosa.
Es cierto que las mitologías tenían el germen para llegar a la globalización: la unidad en la fe, pero esta fe se concretaba en aceptación de mitos, doctrinas y leyes totalmente distintas de un pueblo a otro, de un imperio a otro. Los cristianos y los hindúes tenían fe, pero unos en Jesucristo, otros en Brahman… y sin fe en Jesucristo no hay salvación. Solución conquista –las cruzadas- o conversión –apologética y misiones-. “Extra ecclesiam nulla salus”… a colonizar.
Pero pese a que se intentaba por lo imperios mantener una visión mitológica del mundo, este mantenimiento se fue haciendo cada vez más por medio el pensamiento operacional formal (la razón) con lo que el mito empezó a caer dentro de la razón y empezaron a emerger filosofías, ciencias, políticas e incluso religiones (preocupación por las cuestiones últimas) racionales, aunque alguna ya apuntara más allá de la razón. Estas no predican dogmatismos ni reclaman el apoyo divino.
Con esto la evolución había preparado ya el salto cualitativo para el siguiente nivel: el racional.
Que será lo que desarrollemos en el próximo sutra.

José A. Carmona
carmonabrea@yahoo.es

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