Algunos Sutras en referencia al “pensar y el razonar”
Primer sutra
Niveles de conciencia e
intuición
… te das cuenta
de que todas las cosas
verdaderamente
importantes
—la belleza,
el amor, la creatividad,
la alegría,
la paz interna—
surgen de más
allá de la mente.
Eckhart Tolle
Es cierto que en el artículo
anterior y en los sutras, no meras reflexiones, menos aún deducciones, que siguen, llamo pensar a lo que es ir más
allá de la mente. ¿Por qué lo hago? Por una sencilla razón: hemos unido tanto
el pensar con el razonar y el razonar con la mente que quiero establecer una
clara diferenciación entre le pensar y el razonar de la mente. El pensar no se
identifica con razonar, todo razonar es pensar pero no todo pensar es razonar, sino que también es contemplar, es intelligere
(intus-legere: leer o ver dentro),
entender, aprehender, comprender, abrazar en un solo acto sin separación ni
disociación, es amar conociendo y conocer amando. No hay otra manera de captar
la realidad plenamente, salvo que la reduzcamos a moléculas, átomos, protones,
células, tejidos… Estos son solamente la cara externa de la misma. Son una
cuarta parte de la Realidad. Solemos caer, más aún las universidades caen en el
dominio, o absolutismo, de cuadrante, exactamente en lo mismo por lo que se
condena el pensamiento medieval teocrático. ¡Ciencias versus Letras!
¿Por qué los llamo Sutra a estos
escritos que vienen, si se pueden llamar reflexiones? Por la sencilla razón de
que la palabra Sutra no conlleva referencia alguna (ni siquiera implícita) al
método deductivo. Y como lo que propugno es que el pensar no se puede reducir
al proceso inducción-deducción, considero más apropiado el nombre de Sutra que
el de reflexiones.
Niveles de consciencia
La psicología evolutiva se ocupa
del estudio del crecimiento que experimenta la conciencia a lo largo de la
historia. Son cientos de psicólogos de prestigio mundial los que se dedican, o
se han dedicado, a ello (C. Graves, A. Maslow, D. Kramer, R. Kegan, J.
Habermas…). Esta investigación sobre la consciencia humana (el interior del
holón, como veremos) viene a ser como el correlato psicológico, ignorado
masivamente, del proyecto del genoma humano (que atiende al exterior del
holón). Ya sabemos que se ha sentenciado en nuestra cultura el imperio absoluto
del conocimiento sensible, de lo exterior…
Pues bien, este estudio del
crecimiento de la consciencia a lo largo de la historia está dando provechosos
resultados, se han cartografiado muchos elementos y procesos de muchas
culturas, por lo que su validez es prácticamente universal. Se han deslindado
estados, estructuras, memes, tipos, niveles, olas, estadios de consciencia,
referidos ciertamente al arco externo, al interno o dimensión mística no. De
hecho se ha construido prácticamente un mapa psicológico que ayuda mucho al
estudio del tema. Y todo esto no se ha hecho desde un despacho, sino estudiando
in situ, dialogando, metiéndose dentro de formas culturales distintas… se ha
hecho con un verdadero trabajo de campo. Los amigos psicólogos pueden
apostillar con muchísimo más conocimiento lo dicho.
Estableciendo como base de cuanto
viene que la Realidad –el Kosmos, la Totalidad, el Espíritu…- tiene cuatro esquinas: la exterior individual
o sensible y material, la interior o subjetiva (la del sujeto, no arbitraria ni
caprichosa ¡horrible confusión de la masa!), la exterior plural o social con
sus estructuras y formas, la interior plural o cultural –formas colectivas de
visión del mundo-, podemos ver cómo la consciencia va apareciendo a través de
lo siglos transcendiéndose a sí misma. Cuando el hombre cazaba uros su
conciencia no era mítica todavía, ni mucho menos racional, ni se planteaba una
existencia futura de más de unos días (no digamos de decenas de años). Era
simplemente sensible.
Es claro que no podemos caer en
esa tendencia “intelectual” que tenemos de querer definirlo todo y tratar de
definir la conciencia, porque se escapa como fluido en una mano, podemos
acercarnos a ella y distinguirla de lo que no es ella, si es que algo no es
ella.
¿Qué es la consciencia o
conciencia? Desde luego no estoy hablando de la conciencia moral, ni ningún
tipo determinado de la misma, es, ya lo he dicho otras veces, lo mismo que lo
interior del Ser. Todos los seres saben, sin necesidad de tener
autoconsciencia, qué les conviene y qué no. Hasta una piedra es consciencia, es
el caso mínimo de consciencia, es impulso en un solo sentido, podrá asociarse a
otra piedra, quizás de hierro, y formarán una nueva piedra compuesta a lo largo
de muchos siglos, pero no se asociará al agua, aunque la pueda contener, ni lo
hará al fuego aunque pueda contener el calor, siempre rodará hacia abajo porque
la atrae la gravedad, siempre estará en reposo o movimiento en función del
impulso y las resistencias, es conforme a su esencia. A esto desde Newton se le
ha llamado leyes de la naturaleza –la influencia del contexto, a principios del
siglo XVIII, es evidente: leyes/mundo del derecho, naturaleza/visión
mecanicista-, pero la visión de la física está cambiando, la leyes de la física
mecánica se empiezan a debilitar ante la física nuclear…, que no son sino otra
forma de expresar la consciencia de la realidad. No digamos ya la consciencia
en un vegetal que busca el sol, el agua, los nutrientes… “sabe” lo que le
conviene. Pero, eso sí, solamente el hombre es auto-consciencia, “sabe que sabe”,
aunque habría que decir en pro de la exactitud: conoce que conoce, piensa sobre
su pensar, incluso es capaz del Misterio, pues el verdadero saber no se puede
separar del Ser, y aunque seamos consciencia no acabamos de serlo del todo,
somos místicos pero sin serlo, por eso lo de “capaz”. Pues bien esta percepción que no es sino la interioridad del
propio ser nos puede orientar para conocer qué es la consciencia: Intencionalidad
en mayor o menor nivel. Esto en modo alguno es la aplicación de la teoría
potencia/acto. De la potencia al acto hay siempre una continuidad causal, al
menos virtual o de proporcionalidad, en la teoría evolutiva de la consciencia
entre los estados o niveles de consciencia no hay continuidad causal alguna,
sino simple emergencia de lo “nuevo”.
Una de las manifestaciones de
esta autoconsciencia es el pensar, como lo es el razonar, el recrear los
colores, el orar o meditar, el crear y contemplar la belleza… Pero, llegar a lo
que hoy tenemos ha costado miles de millones de años de evolución (¡Qué
curioso! Recuerdo que cuando tenía yo dieciséis años era un enemigo acérrimo de
toda teoría evolutiva. Era un creacionista de tomo y lomo. La Biblia es una
maravilla pero en modo alguno la palabra de un Dios no objetivado. Esta visión
es un gran mito religioso).
Ken Wilber, el hombre del que he
recogido la mayor parte de mi visión del Mundo, tiene, entre otros muchos, un
libro maravilloso: El proyecto Atman
(él es budista) en el que reflexiona sobre la evolución de la consciencia. En
él me inspiro fundamentalmente en este sutra.
“Sepamos que por naturaleza toda criatura se esfuerza en ser como Dios” (M. Eckhart). Esto es lo que descubre un
místico y lo que posiblemente todos llegamos a sentir en el silencio interior,
que es incluso ausencia de ideas.
Pues bien, hace miles de millones
de años la involución tocó fondo y comenzó el resurgir, comenzó el desarrollo,
la evolución (¿de la nada?, ¿del magma primario?, ¿de la palabra de un Dios preexistente?
O sencillamente ¿expansión del Espíritu que sobrevolaba las aguas? ¿O nada de
esto?...). Las totalidades –holones, o
totalidades que son a su vez parte de algo superior- se fueron organizando
jerárquicamente, se fueron integrando en otras totalidades más “inclusivas” más
abiertas y menos numerosas. Y lo que sucedió y sigue sucediendo en el mundo
físico, sucede y sucedió igualmente en el psíquico –en lo interior-: los
holones más primarios se fueron integrando en otros más evolucionados. Tanto en
lo individual como en lo cultural o colectivo.
Podemos ver las etapas que se han
ido sucediendo:
El individuo en su interior va
pasando de la simple aprehensión
(preverbal) como recoger la savia, comer, pasando por la irritabilidad –defensa-, sensación
-frío, calor -, percepción –no
mental, sensitiva-, impulso -ataca la
presa-, emoción, símbolos, conceptos,
conocimiento operacional –conocimiento heredado, por ejemplo la lengua
materna, los arquetipos-, conocimiento
formal o científico –razonar-, visión
lógica, percepción sutil, iluminación…
El individuo en su exterior va
pasando por distintas etapas igualmente: …neutrones,
protones, átomos, moléculas, procariotas, eucariotas, organismos neuronales…
neocórtex –cerebro triple: reptiliano, emocional, creativo-…
Las interioridades colectivas y
progresivas del grupo, o etapas de evolución son nominadas como períodos pleromático,… arcaico, mágico,
mítico, racional, trans-racional (visión lógica, sutil, causal, no-dual)…
Lo social, colectivo exterior, se
ha ido concretando aparte de las Galaxias y Sistemas, planetas, y demás, en ecosistemas, grupos familiares, tribus,
aldeas, ciudades imperio, nación/estado, global-ización o planetario.
Ya sabemos que estas etapas evolutivas,
diseñadas para entendernos mejor en el conocimiento de la evolución, no
corresponden exactamente a períodos separados de la historia del Kosmos, sino
que conviven muchas de ellas en el mismo tiempo. No digamos ya en lo que se
refiere a la evolución de la conciencia propiamente humana tanto en lo
individual como en lo colectivo. Lo tribal, lo mítico (dogmatismo-azul), el
absolutismo de lo que el hombre quiere llamar divino, lo racional, la intuición
(palabra tan mal empleada en el lenguaje coloquial: “tengo una intuición”)…
conviven y muchas veces en verdadera falta de armonía porque lo mítico se
siente infalible y con derecho a imponerse al precio que sea, aunque en algunos
momentos intente disimular y se lave la cara, o se ponga una máscara de
racionalidad.
Ninguno de estos cuadrantes de la
Realidad (el interior subjetivo, el exterior individual, el interior colectivo,
el exterior social) puede ser reducido a otro, o simplemente ser eliminado. Sin
embargo es lo que está sucediendo constantemente: el absolutismo de cuadrante
(Sólo existe lo que se percibe con los sentidos, sólo la ciencia es fiable,
Dios es el Rey del universo y obra según su criterio –que muy curiosamente se
parece mucho al de algunos hombres poderosos-, la revelación acabó con Juan, la
teocracia medieval, la Biblia es la palabra de Dios… No existe Dios ni nada que
se le parezca…) en el que uno de los
cuadrantes elimina a los otros o a algún otro y la masa, tanto la erudita como
la ignorante, lo asume como paradigma. (¡¡¡¡Los que estudian matemáticas son lo
inteligentes!!!! ¡¡¡¡La partícula de Dios!!!! Con lo bien que resuelven los
cálculos los ordenadores…).
La creación no está acabada, sino
que es in fieri, es evolución que va consumiendo niveles trascendiendo los
inferiores en los cuatro cuadrantes, y tanto en lo ontogenético como en lo
filogenético. Así tendemos a la liberación de la noosfera, transcendida la
biosfera.
Así vemos que las estructuras
simbólicas del lenguaje transforman el momento presente en momento temporal
expandido: pasado y futuro. La siguiente estructura simbólica importante es el pensamiento
sintáctico, emerger transcendiendo el lenguaje simbólico creando una estructura
mental definida del pasado y del futuro. El niño pasa del placer oceánico de
las primeras semanas, indefinido, al placer corporal y lo asocia a ciertos
objetos (el pecho de la madre…), en el
siguiente paso le basta al niño imaginar el objeto para sentir placer y como no
el objeto está presente imagina el placer, por eso lo desea.
Pero, nos interesa el estudio
filogenético más que el ontogenético, pese a la similitud del desarrollo en
ambos.
Vamos a decir algunas cosas del
proceso evolutivo de la consciencia colectiva. Pasaremos por alto los estadios
arcaico y mágico-animista. Las etapas que nos interesan para el tema de nuestro
escrito son: la mítico-racional, la racional y la de visión-lógica con su
intuición.
Etapa o nivel, mítico-racional
La palabra racional significa
multitud de cosas distintas para las distintas personas, dicen autores como
Weber, Habermas, Wilber, por tanto son muchas las lecturas posibles (el dicho
divulgado hoy entre la masa: “Es mi verdad”, aunque muchas veces no haya nada
de racionalidad en ello). Nos vamos a fijar en el significado que le dan los
psicólogos cognitivos: racionalidad es “cognición operacional formal”, o sea la
capacidad de pensar sobre el mismo pensamiento (no se mete con las formas, ni
con la naturaleza del “yo”, ni con los presupuestos del filosofar -¿quién
filosofa y desde dónde?-, que es lo que hace Heidegger).
Las razones que buscamos para
apoyar nuestro razonamiento también son razón razonable, también son “racional”.
Y el paso de lo mítico a lo racional, salvando un nivel de comunicación que
está en el mito más allá de toda racionalidad, va estableciendo el camino para
el nivel racional, identificado como meme naranja. Conforme nos vamos adentrando
los humanos en el mundo de lo racional, se van abriendo nuestras mentes a nuevas perspectivas, a mundos desconocidos y
el fundamentalismo, no el contenido transverbal, de los mitos se va desgajando
y queda reducido a polvo. Podríamos analizar en este sentido todos los mitos
bíblicos haciendo preguntas racionales: Por ejemplo, la virginidad de María:
¿Quién lo dice? ¿Por qué lo dice? ¿Qué fundamento histórico tiene? ¿Cuánto hay
de leyenda? ¿Qué significaba la expresión para los primeros cristianos? ¿Qué
sabían de anatomía? ¿Y del amor del cuerpo? ¿Qué función social desempeñó en la
Edad Media? ¿Qué aporta esto al Misterio? ¿Sobre todo qué aporta a la vida y a
la felicidad de los humanos? ¿Por qué aquella exaltación de la virginidad en
época de ignorancia, siglos II-XIX?
Pero los mitos no solo son
generados por los cristianos “primarios” (o ¿Primitivos? o ¿Primeros?) sino que
son generados por los hombres (varón/mujer). Podríamos traer a colación a
Sócrates y a Galileo y la Inquisición. Sócrates fue condenado a muerte por
negarse a reconocer los dioses del Estado (Atenas). -Recordemos el papel de los
dioses en las obras homéricas: estafadores, violadores, mentirosos, ambiciosos,
nepotistas…- Se negó a escaparse de la prisión, cuando pudo hacerlo, y bebió
libremente la cicuta. ¿Por qué? Eligió la muerte antes que la mitología, murió
por una causa: la de la razón que emergía. Ya sabemos que el tiempo es muy
elástico en el tema de la emergencia de los niveles, antes que Sócrates
buscaron ya esa racionalidad los siete sabios de Grecia con Solón, Tales,
Anaxímenes, Anaximandro…
Galileo no pudo aceptar la muerte
con tortura incluida, totalmente humano, abjuró de su heliocentrismo (no sin
musitar: y sin embargo, se mueve), lo
condenaron a vivir preso de por vida. Vivió encerrado en una mansión hasta el
final de sus días, pero su obra (pudo colar escritos suyos y se publicaron en
Estrasburgo) ayudó mucho a caminar a la racionalidad frente el obscurantismo
mítico. (Vuelvo a recordar que no todo lo que contiene el mito es falta de luz,
suelen ser a veces para nosotros, establecidos en la racionalidad, pésimas
expresiones de un Misterio que nos excede).
El caso es que la consciencia iba
abriéndose un sendero hacia la racionalidad, superando la sumisión mítica. Como
sabemos este proceso, aunque más corto que los anteriores (arcaico, mágico,
mítico…) es un proceso de muchos años, miles, por poner un ejemplo que pueda
indicar algo: desde Solón, siglo –VII hasta hoy, siglo XXI… aún gran parte de
la humanidad está totalmente inmersa en ese nivel de consciencia mítico, e
incluso arcaico como las corridas de toros. Vemos que en el racional Occidente
hay muchos pueblos que celebran sus “tradiciones” míticas. Esta juventud
pueblerina está utilizando los ordenadores última generación con una mente
mítica, enganchada al toro, a la bandera, a la patria, a la confesión
religiosa…
La palabra racional nos despierta
la sensación de que se trata de algo seco y abstracto, falto de la ternura de
los sentimientos afectivos, pero este estereotipo es erróneo. La racionalidad
da una profundidad a la conciencia que genera una gran cantidad de ternura y
comprensión, pero para evitar en lo
posible esta sensación generalizada podemos llamar a lo racional: razonable,
palabra que no tiene esa connotación negativa.
La razonabilidad tiende a ser
universal y por lo mismo integradora. Las mitologías son particulares. No hay
una química o unas matemáticas europea, otra japonesa, otra hindú. Son la
misma, en cambio las mitologías se multiplican, a veces hasta niveles mínimos.
Por esto entiendo que la racionalidad puede conseguir una red global y
planetaria que no está al alcance de ninguna mitología religiosa.
Es cierto que las mitologías
tenían el germen para llegar a la globalización: la unidad en la fe, pero esta
fe se concretaba en aceptación de mitos, doctrinas y leyes totalmente distintas
de un pueblo a otro, de un imperio a otro. Los cristianos y los hindúes tenían
fe, pero unos en Jesucristo, otros en Brahman… y sin fe en Jesucristo no hay
salvación. Solución conquista –las cruzadas- o conversión –apologética y
misiones-. “Extra ecclesiam nulla salus”… a colonizar.
Pero pese a que se intentaba por
lo imperios mantener una visión mitológica del mundo, este mantenimiento se fue
haciendo cada vez más por medio el pensamiento operacional formal (la razón)
con lo que el mito empezó a caer dentro de la razón y empezaron a emerger
filosofías, ciencias, políticas e incluso religiones (preocupación por las
cuestiones últimas) racionales, aunque alguna ya apuntara más allá de la razón.
Estas no predican dogmatismos ni reclaman el apoyo divino.
Con esto la evolución había
preparado ya el salto cualitativo para el siguiente nivel: el racional.
Que será lo que desarrollemos en
el próximo sutra.
José A. Carmona
carmonabrea@yahoo.es
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