A
toda meditación correcta precede el pensamiento correcto
(Principio
místico)
La razón o el pensamiento operacional formal. El estadio
mental-racional
Terminamos el sutra anterior
con una exposición del pensamiento operacional concreto que apuntaba al
operacional formal, o sea, a la capacidad que tiene el pensamiento de actuar
sobre sí mismo, poniéndose en multitud de puntos de vista distintos, en
perspectivas muy diversas, totalmente ajenas a la propia. Algo que resulta
imposible conseguir para mucha gente, recordemos el dicho tan difundido entre
la masa humana de occidente: “Verdad nada
más hay una”, y radicalmente distinto a lo que a nivel coloquial entendemos
por dogma de fe que no admite más que una perspectiva, se resiste a las
distintas explicaciones que vayan surgiendo en la historia de esa única
perspectiva y consigue tener las mentes en un nivel de infantilismo que no
tiene nada que ver con la sencillez. Quien ha llegado al pensamiento
operacional formal sabe que la Fe no es dogma (fijación), sino experiencia del
Misterio y experiencia permanente del Espíritu que inunda lo concreto.
Al finalizar el escrito del
sutra anterior hablábamos del inicio de la difusión del pensamiento formal
entre un buen número de personas e instituciones, cosa que aconteció a partir
del Renacimiento y se desarrolló plenamente en el Modernismo. Comenzaba la
consciencia humana a transcender el pensamiento concreto del grupo o etnia (la
institución católica temblaba, se rompía su gueto (ghetto), al que creía obra
de su dios) y se abría a una visión universal más allá de los imperios, de los
reinos y de las mitologías excluyentes y divisivas.
Dice a este respecto Habermas,
el gran pensador del siglo XX, autor de Communication and the evolution of
society y premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en 2003:
“Los principios más altos
perdieron su carácter de incuestionabilidad; la fe religiosa y la actitud
teoréticas se hicieron reflexivas. El avance de las ciencias modernas y el
desarrollo de la formación de la voluntad moral y práctica no estaban sometidos
a los prejuicios de un orden que, aunque enraizado, era postulado de forma
absoluta (mitología). Por primera vez se pudo liberar el potencial
universalista (global) contenido en las visiones racionalizadas del mundo. La
unidad del mundo ya no podía ser asegurada objetivamente, a través de
principios unificadores hipostáticos (Dios, el Ser, la Naturaleza); a partir de
entonces sólo pudo ser afirmada reflexivamente, a través de la unidad de la
razón…”
A partir de esos momentos de
la racionalidad o razonabilidad como dije anteriormente, que comenzó en muy
pocos en la época axial (Buda, Lao-Tse, Pitágoras…), pasando por Jesús de
Nazaret, Plotino, Séneca… y posiblemente llega a su madurez en la Europa
del siglo XVI, como se ha apuntado, el hombre no piensa sobre objetos
simplemente, no se trata solamente de un hombre que mira al mundo, sino de “un
sujeto que intenta operar y pensar sobre sí mismo”. El ser humano de forma más
masiva comienza a tener una mirada nueva hacia el interior, no se pregunta
simplemente: ¿qué hay ahí fuera que pueda ser conocido? Sino también, y sobre
todo en filosofía (Kant, Hegel, Fichte...): ¿Cómo es el sujeto que quiere
conocer? Algo que empezó ya en pequeño ámbitos en Delfos: Gnose seautón,
gnose teipsum y en la primera filosofía griega, así como en los místicos
axiales. Jesús de Nazaret afirmando: “el Reino de Dios está dentro de
vosotros”, o Buda diciendo: “No os preocupéis de los dioses…de lo que
hay después de la muerte…más bien examinar vuestra propia naturaleza, e
intentad penetrar allá en el fondo porque la iluminación existe, y es una
comprensión del sujeto mismo…” Luego los hombres convertirían “el dentro de vosotros” de Jesús en un “entre vosotros” con lo que se perdió el
sentido del sujeto que se diluyó en un rol, como había venido
siendo en el nivel del pensamiento operacional concreto (cuius regio eius
religio, los límites etnocéntricos como todos los “ismos”…). Y mucho más en
el nivel mítico de pertenencia (al grupo). No estoy postulando un liberalismo
arbitrario, sino una transcendencia del grupo-comunidad y del ego, pero es
claro que la época de la racionalidad formal hizo y hace florecer con fuerza
inusitada una identidad egoica (que ha de ser integrada en una organización de
principios universales: los derechos humanos).
El surgir de esta identidad
egoica en la sociedad exige la separación de la iglesia-estado (imperio
religioso-estado civil), la superación de las leyes mítico-religiosas y la
organización social por medio de leyes civiles. Los hombres (varón y mujer),
liberados de un lugar en la comunidad impuesto por la fuerza, sea del mito
prerracional, sea del imperialismo, convergen por medio de la
visión de la razonabilidad en un nivel de igualdad (aún deseable y no realizado
en gran medida) como: iguales ante la ley, y moral y políticamente libres. Esta
es la percepción del pensamiento formal que muy posiblemente se aleje de la
visión mítica medieval de la “resurrección” y se aproxime a la intuición de una
“emergencia evolutiva” de la consciencia. No olvidemos que Cristo habla a
Nicodemo de la necesidad de un nacer de nuevo, de un hombre nuevo, de una vida
Vida, no de resucitar partiendo del pasado. Posiblemente la igualdad de los
humanos no haya que buscarla tanto en un pasado sino en una emergencia, en un
brotar de una conciencia dirigida por un pensamiento operacional formal que a
su vez ha de ser transcendido.
Hablando como lo que soy:
cristiano, ya dije en este blog que la resurrección lo que nos dice es
que Cristo vive en el Kosmos y vive en nosotros como lo que es “intimior intimo meo”. Jesús murió en la
cruz, la idea de la resurrección surge a partir de una serie de eventos, sobre
todo el del sepulcro vacío, y la expresión "al tercer día resucitaré"
es puramente simbólica, no quiere decir que Jesús hubiera de resucitar, amén de
otras muchas cuestiones que no pertenece tratarlas en este sutra. La
continuidad entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe cristiana es
propugnada por la teología católica, (¿por toda?), ciertamente en los escritos
neotestamentarios así aparece, así lo entendieron los primeros cristianos y
entre ellos los autores de los escritos evangélicos, pero esa continuidad
no merma el hecho de que Jesús sea un personaje histórico e individual, en
cambio Cristo sea un Misterio universal y eterno, fuera de la historia, sin
duración, sin antes ni después. El Jesús histórico ya no es, simplemente murió
hace dos mil años. Quizás sea más adecuado hoy hablar de emergencia en
muchas conciencias del Misterio-Cristo después de la muerte de Jesús que hablar
de resurrección (la visión adecuada a la mentalidad judía de aquella época),
por muy escandalosa que pueda parecer la terminología a muchísimos. El
Cristo no es José Antonio, sí se manifiesta en él, como en todo el Kosmos: pero
José Antonio y el Kosmos y los que atraviesan el estrecho en busca de El Dorado
de España y Europa (los de los “papeles mojaos” y el alma rota)… son Cristo, no
Jesús.
Este nivel del pensamiento
operacional formal va preparando la emergencia del siguiente: el estadio de la
visión lógica.
Todo esto no es un mero
razonar, no un mero discurso deductivo. Es pensar, es entender (intus-legere).
José Antonio Carmona
carmonabrea@yahoo.es
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