viernes, 5 de febrero de 2010

El sentido y nuestros años

¿Tiene sentido nuestra vida en la vejez?

Una afirmación de Freud es que la principal preocupación del hombre es la búsqueda del placer. Esto en buena medida es verdadero, aunque choque a nuestra mentalidad represora que identifica el placer con el pecado.

¿Que es el placer? No quiero dar una definición, sino una descripción que nos ayude a caminar, (es tremendo el apetito de nuestra cultura de querer analizar siempre el qué y olvidar el cómo o la globalidad, la relación) . Del latín placere: agradar. Placer es lo que agrada en cualquier dimensión humana. Pero el hombre no sólo busca el placer, también busca el poder y busca por encima de todo el sentido, que las cosas tengan un significado, que estén sustentadas por algo válido (al menos para nosotros). Buscar el sentido es consecuencia de la altura espiritual (no necesariamente en sentido religioso) de nuestra naturaleza. Es profundamente humano desear que las cosas cotidianas signifiquen algo. Es el deseo de significado. Algo que no excluye ni el deseo de placer, ni el de poder. El sentido no es utilidad, tiene razón de ser en sí mismo.
El deseo de significado en nuestra sociedad mundial cada vez encuentra menos respuestas válidas, cada vez hay más gente con un tremendo vacío existencial. Estamos dando y nos están ofreciendo constantemente sentidos-significados que no son tales, que no satisfacen la altura de la vida humana. Hay cosas, aficiones, actividades que pueden servir por un tiempo porque son sustitutorias del sentido último, pero a la larga y en el silencio de la propia vida madura vemos que no nos llenan totalmente, lo que depende de la altura de conciencia interior que se haya alcanzado. Hay personas que pueden llenar sus vidas con aficiones superficiales, con dedicación a unas causas poco o nada altruistas o totalmente altruistas y quienes descubran que necesitan de un sentido último que vaya más allá de todos estos.

Los tres niveles del YO
El YO profundo o universal. Quiero llamar la atención ante un hecho que sucede en todas las lenguas, al menos en las que conozco: Todos decimos yo para referirnos a nosotros mismos, todos utilizamos la misma palabra ¿por qué utilizamos la misma palabra, si nuestros nombres son distintos? Ciertamente esto no es más que un indicio (para quien lo quiera ver) de que sólo existe una conciencia común a todo cuanto es. Es el Ser anterior a lo ente en que basa su visión de la Realidad Heideeger. El Ser o Conciencia de la que nosotros somos una imagen, una manifestación, y que a su vez es el sustrato básico, verdaderamente esencial de lo que llamamos nuestro yo individual . Es el Yo en sentido originario.

El yo individual, que tiene nombre propio y una estructura psicosomática, que vive en el tiempo, y por tanto tiene un pasado y un futuro, que tiene unos criterios, unas vivencias, unas actitudes ante la vida, que tiene o no fe... pero que se sabe uno con el Yo universal. Es el yo en sentido derivado en tanto que manifestación del Yo profundo.

El yo superficial o ego. Es el que se forma cuando nos identificamos de forma exclusiva con nuestro cuerpo y nuestra psique, con los recuerdos y expectativas... y nos desconectamos del Yo universal.

El ejemplo de la ola y el océano es ya clásico. El océano es el Yo profundo o universal y la ola el individual. Ola y océano son la misma agua (por descontado que no estamos hablando de cantidad, sino de esencia), tienen la misma humedad, la ola sin el océano no existiría y, cuando acaba se existencia en la arena, sigue siendo lo que era: agua nunca separada del resto. Sólo era ola por la apariencia. Lo grave es da cuando dicha ola se identifica a sí misma sólo con su apariencia, con lo que corta toda comunicación con el océano y se autodestruye.
Lo mismo podríamos decir de un rayo de sol, de una corriente de aire...

Es es yo individual el que necesita sentido a significado, o sea, permanecer unido de alguna manera a su verdadera Raíz, el Ser, que es el Yo universal y cuyos ecos puede ir percibiendo en lo interior, en la esencia de sí mismo y de todo cuanto le rodea. Prescindo del significado religioso (en sentido institucional), y llamo sentido a lo que una situación concreta significa para una persona en concreto. Cada persona es totalmente libre para decidir lo que significa o pueda significar para ella una situación y para asumir o rechazar si la vida tiene un sentido. Negar la libertad a la persona sería destruirla. Pero, ante la afirmación tan cotidiana entre de que nadie ha venido a decirnos si la vida tiene sentido o no y ante los tremendos palos que nos dan los desastres de todo tipo, tanto naturales, como bélicos que causan ese sufrimiento tan ingente en la humanidad, quiero traer a colación una serie de nombres de personas de la historia que encontraron un sentido pleno de sus vidas, lo asumieron y así nos lo transmitieron: Jesús de Nazaret, Buda, Zoroastro (Zaratustra), Lao-Tse, Confucio, Pitágoras, Sócrates, Platón, Pablo de Tarso, Plotino, Agustín de Hipona, todos los sabios axiales (siglos -V a I), Mahoma (gran desconocido entre nosotros y entre muchísimos islamitas...), Nagaryuna, Shamkara, Eckhart, Francisco de Asís, Rumi, Juan de la Cruz, Teresa de Ávila, Catalina de Siena, Nisargadatta, Ramana Maharsi, Krisnamurti, Teresa de Calcuta. Desmon Tutu, Mahatma Ghandi, Luther King, Nelson Mandela, Pere Casaldáliga…
y quiero citar a tres premios nobel de física: Einstein, Schrodinger, Heisenberg, quienes en sus escritos apelan a la dimensión del sentido más allá de la mera razón y de la ciencia.
Todos estos autores y muchos otros centenares de miles de místicos de la historia de la humanidad han vivido el sentido último de la vida hasta su último aliento.
También un gran número de psiquiatras citados por Viktor Frankl afirman, basados en datos empíricos, que la gente puede hallar un sentido a sus vidas al margen de si se trata de personas religiosas o no, mayores o no...
El sentido de la vida puede hallarse bajo cualquier condición. Y sin embargo, hay una sensación generalizada en nuestra cultura de que la vida está falta de sentido. Ciertamente estamos en una época de transformación, de cambio de valores, y es normal que la sociedad pierda el norte, la Edad Media nos propuso como únicos valores los religiosos del cristianismo y la Edad Moderna se encontró con este disparate, quiso arreglarlo y se dispuso con muy buena voluntad a limpiar todas las adherencias, para ello tuvo que cambiar el agua de la bañera que se había utilizado: La visión teocrática, pero, lo malo fue que al tirar el agua tiraron también al niño que se estaba bañando, los valores del la sabiduría perenne, el sentido último.
Tres caminos son, según Viktor Frankl, los que nos llevan a dar sentido a la vida:
1.Cumplir un deber o tener una actividad que nos satisfaga.
2.Amar incondicionalmente.
3.Es el más importante. Elevarnos por encima de nosotros mismos, transcendiéndonos, transformándonos, cuando nos enfrentamos a un destino que no podemos cambiar. O sea, atravesar el sufrimiento inevitable, no el innecesario, y convertirlo en un éxito humano, asumir nuestra culpa o responsabilidad en lo que hacemos mal para cambiar para mejor, asumir la transitoriedad de la vida y ver en ella un motivo para ser responsable.
No olvidemos que porque ha habido y hay mucha gente que ha encontrado el sentido a su vida, el mundo y la historia siguen progresando.

A nuestra edad podemos contemplar nuestras vidas con una perspectiva de globalidad, verla como un todo. Y no puede negarse que podemos percibir un sentido de toda ella, de los procesos que en ella se han seguido, significado en sentido amplio, significado que nos hace ver con nuevas perspectivas los distintos acontecimientos por los que cada uno de nosotros ha ido pasando. Como una película de cine: fotograma a fotograma tiene su sentido, pero, la película entera es la que da el significado último a toda la película y a cada fotograma. Cuanto más profundidad demos al sentido de cada acontecer mayor será el significado final del total de la vida.

Estoy hablando de una especie de sensación, que ciertamente puede ser experimentada, pero nunca por la mente o los sentidos, ni en modo alguno verificada por ellos. El sentido último es incomprensible (en el sentido mental), pero eso no quiere decir que no exista, que no lo haya. Para una persona del siglo II era un incomprensible que la tierra fuera redonda, o que el hombre pudiera volar, o que hubiera una forma de crear luz que no fuera por las llamas. Aparte de esto hay realidades que van más allá de la mente, la persona humana no es el último escalón de la evolución, ¿por qué ha de serlo? La razón no es el último eslabón en la serie evolutiva, afirmarlo así (algo no raro) es un ombligismo tan absurdo hoy, como practicar en la actualidad de los ritos mágicos prehistóricos para conseguir la caza. Por descontado que una mente (la superior, según los esotéricos y muchos otros) en contacto con el Yo Profundo alcanza niveles de conocimiento-sabiduría inasequibles para la mera razón, como la intuición, la comprehensión, la compasión... Recordemos el comienzo de un hermoso poema de Juan de la Cruz:

Entréme dónde no supe / y quedéme no sabiendo / toda sciencia transcendiendo.

El científico lo que puede afirmar es que en el mundo que describe la ciencia no aparece el sentido último, pero esto no significa en modo alguno que no lo haya, sólo que el científico no puede saberlo. En definitiva el científico lo que estudia es una sección muy limitada de la realidad, pero la realidad es muchísimo más amplia, a esas secciones que no alcanza la ciencia se puede llegar por métodos que no sean mentales, ni prementales, sino transmentales. Y es aquí donde comienza la Fe. No me refiero a ninguna expresión de una confesión religiosa determinada, sino a la fe que existe en todo hombre, aunque muchas veces se niegue que se tiene. Me fío de...la vida, de mi organismo, de mis fuerzas, de mi experiencia, de mi amigo, de mi cónyuge, … esta fe es una decisión existencial. Es una experiencia de vida.

Racionalmente en la cuestión del significado de nuestras vidas no podemos tomar partido ni por el sí, ni por el no, a nuestra razón se le escapa esta cuestión, como otras muchas. En este caso hemos de sopesar existencialmente el dilema, ¿qué da más peso a mi vida, el sí o el no? Aquí interviene la fe que añade un peso a la realidad que se cuestiona, creer no es restar algo a la realidad, o sea, pecar de bobo, sino añadir el peso de una decisión existencial, la fe suma, no resta y de hecho la inmensa mayoría lo hacemos de una forma u otra en la vida: tomamos decisiones por un peso existencial en muchas ocasiones, aunque no por ello dejemos de sopesar la racionalidad o lógica de la opción.
El ejemplo que se suele aducir es el del escenario y la luz de los focos que deslumbran al artista cuando sale: el artista no ve apenas el patio de butacas, pero sabe, confía en que tras su ceguera hay un público.
Sencillamente no se puede colocar el sentido último (que en otros términos es el Ser) al nivel de las demás cosas, en el mismo plano.
Y por supuesto, se ha de aceptar que
1.Muchas personas encuentran sentido a sus vidas sin necesidad, al menos consciente, de una actitud religiosa, o mejor espiritual (No hablamos de pertenecer a una forma de de religión, a una institución).
2.La religión o espiritualidad se revela como la realización del deseo de llegar a un significado último.

Por supuesto no he ido en este breve escrito por los caminos de las diversas escuelas de psicología, en los que se habla de la vejez de forma más o menos positiva. Mi intención ha sido intentar destacar brevemente la dimensión de sentido de toda la vida terrena, sin hablar de las limitaciones temporales.

José A. Carmona

2 comentarios:

Agustin Fernandez Del Castillo dijo...

Hola Jose A. Carmona :

Me alegra saber que te gusta el flamenco como a mí. Trabajo mucho con la emisora de www.flamenco radio.com que es una maravilla.

Creo que es la responsabilidad de la gente como tú y como yo, que ya peinamos canas, el pasar a limpio los apuntes de esto que se llama soltar.

Tu sabes como yo que en esto del vedanta, por ejemplo, el lema es : esto no, y esto tampoco y ver qué es lo que nos falta aun por soltar.

Toda nuestra experiencia y vivencia, siempre es de lo que hay que soltar y eso como tú haces hay que estructurarlo, pasarlo a limpio, exponerlo como tú haces para que la gente joven encuentre piedras en el camino de lo que hay que soltar.

Te sugiero que aunque a lo mejor inicialmente no veas que sea adecuado , que entres en los blogs de Elsa Punset y Eduardo Punset y pongas tus comentarios. Yo lo hago y doy bastante caña estructurando trabajo, empezando a poner conceptos, no teniendo miedo a decir lo que nos funciona y siempre con esa idea de que lo que nos ha funcionado, es solo la motivación para vivir desde el vacio que está lleno.

Es posible que ellos estén empezando desde su mundo de emociones y desde su mundo de la ciencia .

Pero eso son los pilares desde donde hay que construir la aspiración a llegar a un SENTIMIENTO compartido.

Si conoces foros donde se trabaje sobre esto de pasar a limpio los apuntes, a todos los niveles, coméntamelos. El mañana , se construye hoy.

Un abrazo
Agustin

Agustin Fernandez Del Castillo dijo...

Te dejo la referencia de mi blog

Unsaludo,
agustin

http://agustinfernandezdelcastillo-eltestigo.blogspot.com/