En
noviembre de 2011 publicaba yo en este blog un brevísimo escrito
titulado Capax Dei. Es ésta una frase (y su contenido) que
aprendí de mi maestro y amigo Raimon Panikkar.
La
famosísima definición del hombre que dio Aristóteles y que se ha
extendido por toda la cultura científica y no científica de
occidente: El hombre es un animal racional (zoon logon exon),
ha sido muy castradora. Al contrario que la que propone Theilard: Un
ser espiritual con experiencia humana. La definición de
Aristóteles tan fielmente seguida por la mayoría de los científicos
impide que el hombre pueda subir ni un peldaño sobre la capacidad
racional, cuando aún le queda por cubrir las etapas más importantes
de la evolución.
¿Pensamos, acaso, que un proceso de desarrollo que empezó por la aparición de la materia, al cabo de miles de millones de año llegó a la vida en las amebas, y tras otros miles de millones de años ha llegado al hombre (racional) ha acabado ya? ¿Tan estúpidos somos que pensamos que la evolución termina en nuestra racionalidad? ¿No somos capaces de pensar que los caminos transitados por chamanes, sabios y místicos no han de ser igualmente transitado por la humanidad a lo largo de millones de años? ¿Nos quedamos en el ser racional? ¿Y qué decir del hombre integrado, de la conciencia psíquica, de la sutil o causal...? las borramos de un plumazo, como hace la ciencia, porque van más allá de la racionalidad y por lo tanto no se pueden ver con esta luz (ni los ojos, ni el microscopio no nos sirven para ver el amor). Pero, el que esos pasos sean pasos transracionales (que transciendan la razón) no quiere decir que sean irracionales, que se opongan a ella.
Todo el proceso de desarrollo que va desde el pleroma del feto confundido con el mundo material en que vive, pasando por el uroboros de los primeros meses tras el nacimiento, hasta llegar al hombre racional integrado (Arieti) es el tema que tratan las psicologías evolutivas ortodoxas. Es el llamado “reino ordinario” por los estudiosos transpersonales. A este reino contraponen los “reinos sutiles” que son los que van más allá de la mera racionalidad.
Existe
en el hombre algo más profundo que el reino ordinario, algo (mucho)
más allá del cuerpo-mente ordinario. Dice Sri Aurobindo, un místico
de enorme grandeza,: “El hombre común vive, circunscrito dentro
la mente -corporal ordinaria- y de los sentidos, en un mundo que es
ajeno a él y a su conciencia. En la medida que la conciencia va
sutilizándose, empieza a establecer contacto con las cosas, no solo
con su forma o con el impacto que le producen, sino con su esencia,
de un modo mucho más directo. Y aunque este contacto comience siendo
inicialmente limitado, su conciencia puede ir expandiéndose y entrar
primero en contacto con un abanico de cosas y pasar
luego a integrarlas y a identificarse con ellas. Ver todas las cosas
en sí mismo y el sí mismo en todas las cosas eso es
universalización”.
La
luz oscura de la FE es luz luminosa para ver la Realidad, pero oscura
para la razón que sólo ve lo que se apoya en lo corporal y en los
sentidos. ¿O preferimos decir que los místicos que vieron tan
luminosa la FE y vivieron en esa luz eran unos simples
esquizofrénicos?... ¿Hemos visto esquizofrénicos sensatos que
sabían vivir en este mundo de las formas y del tiempo?... Por
supuesto que si aceptamos como dogma infalible que más allá de la
racionalidad no hay evolución posible, la conclusión es patente: no
puede haber ningún tipo de conciencia transracional. Por lo que
confundiremos siempre a los místicos con esquizofrénicos y a la
inversa. Hemos tirado al niño, que hemos lavado, junto con el agua
sucia de la bañera.
Hay
en el hombre un ser interior que no se ve directamente, pero sí a
través de la imagen del cuerpo, que va evolucionando hacia niveles
de realidad cada vez más ricos y fecundos. El hombre es un ser
espiritual con una experiencia humana. Conforme asciende en esos
niveles de interioridad, de conciencia, de espiritualidad, va dejando
muchos de los aspectos en los que la filosofía tradicional y la
ciencia se han fijado para llamarlo animal racional, y va
manifestando los aspectos del Ser divino que es. Existen órdenes o
niveles de unidad, identidad e integración cada vez mayores que
terminan conduciendo a la Identidad Suprema Universal. Dios.
La
mente, la vida y el cuerpo ordinario son la expresión parcial y
limitada de una conciencia que se esfuerza en evolucionar y alcanzar
esa expresión superior de sí misma que ya existe más allá de la
mera racionalidad.
Qué
hermosamente barrunta y expresa S. Juan de la Cruz esta realidad, por
no mencionar a Eckhart, sta. Teresa, Aurobindo, Mahahrsi...
“Entrado se ha la esposa
en
el ameno huerto deseado,
y
a su sabor reposa,
el
cuello reclinado
sobre
los dulces brazos del Amado...”
Todas las canciones entre el
alma y el Esposo describen de forma maravillosa esta experiencia de
niveles superiores (sutiles) de conciencia. Eckhart y Maharsi son
mucho más tajantes hablando de la realidad espiritual-divina que es
el hombre, no hablan de dos: esposa y Esposo, sino que hablan de que
“nosotros y Dios somos una misma realidad”, como el agua de la
ola del mar es la misma agua del océano.
La evolución ha avanzado
mucho desde las amebas al hombre integrado, pero no estamos más que
a mitad de camino, a la humanidad le queda otro tanto, al menos, por
recorrer para desarrollar todo lo que es en sí misma, todo lo que
cada persona humana es.
José A. Carmona
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