La espiritualidad como línea de inteligencia
“ Divine I am inside and out, and I make holy whatever I touch or am touched from;
The scent of these arm-pits is aroma finer than prayer,
This head is more than churches or bibles or creeds.
Divino soy por dentro y fuera y hago santo todo cuanto toco o me toca;
el aroma de estas axilas es más hermoso que la plegaria,
esta cabeza vale más que las iglesias, las biblias o los credos...”
(Walt Whitman. Song of Myself. 24)
Aunque muchas de las ideas que se irán exponiendo en este artículo pueden haber sido tratadas en otros anteriores, el enfoque global del mismo es otro, cosa que explica suficientemente la exposición de esta nueva forma de entender la espiritualidad.
Dentro de este blog ya he tratado el tema de la espiritualidad entendida como la plenitud del desarrollo de la conciencia. Ahora quiero tratar de la espiritualidad como una de tantas líneas de desarrollo, también llamada línea de inteligencia, como: la cognitiva, la estética, la moral, la psicosocial, interpersonal... Desde Maslow con su famosa escala de necesidades -fisiológicas, de seguridad, de pertenencia, de autoestima, de autorealización y de autotranscendencia-, pasando por Piaget, Aurobindo, Gebser, Dinámica Espiral -escala de los valores- hasta Jane Loevinger, muerta hace tres años, una ingente cantidad de psicólogos y científicos se han dedicado a estudiar (un estudio académico hecho desde fuera, no desde dentro de la experiencia espiritual) las líneas de desarrollo, o líneas de inteligencia, aportando así una luz enorme al conocimiento de la evolución de la conciencia. Algo que el reducionismo cienti(fici)sta, dentro del que caen los “mass media” occidentales, quiere ignorar en todo momento. Recuerdo la frase que repite en la trama y con la que acaba el film de Gutiérrez Aragón, La vida que te espera: “aquello de lo que no se habla no existe”.
Sigo aceptando como plenamente válida, también en la espiritualidad tratada como línea independiente de inteligencia, la noción de Paul Tillich sobre espiritualidad: “la preocupación por las cuestiones últimas”. Igualmente quiero recordar que lo auténticamente religioso -ya en otro artículo de este blog he distinguido las distintas formas de religión (Sobre la ciencia y la religión. Ed. 6/12/7)- lo identifico con lo espiritual.
Y “preocupación por las cuestiones últimas” han tenido todos los humanos de todas las épocas y continentes, o sea, todos han tenido una línea espiritual. Para unos su preocupación última habrá sido cazar lo suficiente para poder comer en ese día, para otros conseguir la vida eterna y para unos terceros someterse a lo que ellos entendían que era la voluntad de un Ser Supremo... No hemos de salirnos de nuestros tiempos para ver que esta tremenda diversidad a la hora de interpretar-experimentar lo que son cuestiones últimas sigue en plena vigencia entre nosotros. Tenemos a quienes hacen de un futbolista, de un deportista o de un cantante un dios, a quienes afirman la existencia de un Dios creador de ¿todo? cuanto es, a quienes colocan como su preocupación última el dinero, o la salud (corporal), o la entrega a los demás... y también tenemos verdaderos místicos cuya preocupación última es sencillamente SER y que todos -los seres sensibles- SEAN más allá de todo tiempo y espacio, de toda lógica racional, de todo ego y egoísmo... Como afirma el texto de Whitman que encabeza este escrito. Veamos todo esto con más detalle.
En 1943 Abraham Maslow ya percibía que cuanto más próxima se encuentra la persona a la autorrealización o plena humanidad -específico de lo humano-, más probable es descubrir que su trabajo está metamotivado, y no únicamente motivado por las necesidades básicas de supervivencia. Para las personas más evolucionadas, buscar la justicia, la verdad, la bondad, la belleza, es más importante que buscar la seguridad económica, la admiración, la posición social, el prestigio. Para ellas, los mayores placeres se hallan en satisfacciones transpersonales, más allá del egoísmo, como por ejemplo, ver que se cumple lo que es justo, realizar un trabajo eficazmente, hacer progresar la verdad, compensar la virtud, denunciar el mal, hacer el bien. Tienen el sentido de nobleza obliga. Disfrutan completando y propiciando la felicidad. Son generosos. El misterio les resulta atractivo. Disfrutan ayudando a la autorrealización de otros. Les causa gran placer conocer personas honestas, Expone el autor de La Personalidad Creadora que en el ser humano hay dos sistemas de fuerzas; uno que se aferra a la seguridad, tiende a defenderse por miedo y a retroceder al pasado. Asustado de correr riesgos, temeroso de perder lo que posee, le asusta la independencia, la libertad y la separación del colectivo. El otro es todo lo contrario, aspira a la libertad y a la autotranscendencia.
De entonces a acá los estudiosos del tema transpersonal han seguido trabajando y han conseguido muchos logros en el conocimiento de la evolución de la conciencia. Entre ellos en el de las líneas de inteligencia, también llamadas líneas del desarrollo.
En el artículo anterior sobre espiritualidad hablé de las tres etapas (de primer, segundo y tercer grado) de desarrollo de la conciencia y de que la plenitud de la espiritualidad se realiza en la culminación de la tercera de ellas. Describí la religión como la culminación de la tercera etapa. Ahora bien, en este nivel de conciencia sólo se encuentra el 1% de la población mundial. Son muchas personas en términos absolutos (¿seis millones?), muy pocas en términos relativos (1%). ¿Quiere esto decir que el resto de la humanidad no es, y sobre todo, no puede ser espiritual? ¿Para alcanzar una conciencia verdaderamente espiritual has de haber alcanzado el máximo nivel de conciencia? Parece que no.
James Fowler, profesor de teología y desarrollo humano en San Diego (California), miembro de la iglesia metodista, investigó esta línea espiritual del desarrollo como tal, como línea independiente del resto de las líneas, y tras una serie de revolucionarias investigaciones la ha cartografiado. En su libro: Estadios de la fe (Stages of Faith), presenta los siguientes estadios del desarrollo de la inteligencia espiritual:
Estadio cero:
Preverbal y prediferenciado que se correspondería con la época arcaica de Gebser, o con el estadio de supervivencia de la Dinámica Espiral.
Estadio uno:
Proyectivo-mágico, dominado por la primera persona. Se trata de una fe, o espiritualidad, fantasiosa, típica de los primeros años de la infancia y de los primerios milenios de la existencia de la humanidad. (Paralelismo entre ontogenia y filogenia). La magia sirvió... y sigue sirviendo como claro recurso contra la muerte y el sufrimiento. Y sigue estando muy presente en nuestras devociones populares. (El Cristo de Medinaceli es muy milagroso, ¡Rézale!..., celebrar los primeros viernes de mes para salvarse del infierno... dios me ha ayudado para que me curara del cáncer... ). Evidentemente hay muchas cosas más que sólo la magia en las devociones populares.
Estadio dos:
Mítico-literal, mitos e historias concretas. Las personas en este nivel de línea espiritual, son fundamentalistas, literales (la Virgen era virgen y basta, porque lo dice Dios), basada en mitos en su sentido peyorativo (fabulación), no en su sentido positivo en cuanto expresión humana de lo inefable, de lo esotérico. Mitos identificados con historias concretas con su lógica subordinación a la historicidad -supuesta- como fuente de verdad. Son dogmáticas e intransigentes. Se fabrican deidades a su medida. Se cree en la justicia universal y en la única religión verdadera. Es totalmente egocéntrico. En la ontogenia diríamos que corresponde este estadio a la edad de 10-12-14 años. ¿En qué se han convertido las celebraciones litúrgico-sociales de la Semana Santa? ¿Y la profanación que hemos hecho de la Misa dominical? No aparecen como apertura a la transcendencia, como invitación a la Vida, sino ¿al masoquismo para unos, al fanatismo para otros, a la vanagloria para algunos y para reforzar una situación de poder utilizando los sentimientos de la gente sin encauzarlos en su justa dirección?
Estadio tres:
Convencional, conformista, dominado por la segunda persona, por el tú. Es incondicional seguidor “en fe y costumbres” de lo que dice la institución (el tú), ya que el “yo” deja de tener el poder de afirmación y pierde seguridad. Como he dicho la persona (y el grupo pequeño) se hace a la forma de la fe de los otros, se con-forma, se ajusta a las redes sociales sin la más mínima actitud de crítica y revisión. Se trata del Cristo que ven los demás -¡no se me interprete como negador del valor de la comunidad!-, del Alá que ven los de mi grupo, del No-dios que afirma el grupo de los ateos... Su conciencia es la conciencia del grupo. Correpondería en la ontogenia con la adolescencia. Vemos que entre nosotros está muy extendida esta actitud espiritual tanto en lo personal como en lo colectivo. El nacional catolicismo.
Estadio cuatro:
Individual-reflexivo, es el inicio de la tercera persona. Se comienza a considerar lo que dice el otro. Se reflexiona con actitud crítica. Se toman en cuenta las múltiples perspectivas humanas de la Realidad. Se toman las riendas de la propia fe, aunque se opte por una postura atea o agnóstica, que no es sino una postura ante las realidades últimas: una espiritualidad que no tiene nada que ver con la visión tradicional que se tiene del significado de esta palabra, pero que no deja de ser por ello una postura ante las realidades últimas. En la ontogenia se produciría esta actitud en la juventud.
Por supuesto que en occidente se dan estos niveles de espiritualidad, aunque no sean tan abundantes como los anteriores y en casos se les designe con palabras inadecuadas, insultantes (hereje, traidor...). En modo alguno propugno que todos a quienes se les dirijan palabras inadecuadas e insultantes estén en este estadio.
Estadio cinco:
Conjuntivo, pluralista, sensible a la diversidad cultural. Se superan muchos de los elementos heredados de la “tradición”, sus símbolos, sus mitos, su unidimensionalidad, su reivindicación para sí sola de toda la verdad. Se asumen los relativismos y se transcienden las exclusividades. Nada es propiedad de nadie, sino todo de todos. La tierra es la casa común. El catolicismo habla mucho de la casa común, pero a la vez el Vaticano es el perro guardián de una doctrina que no es la Fe, que no es la Espiritualidad y que fue muy superada por la evolución de la conciencia en su filogénesis, y pese a todo la considera indispensable para “poder ser cristiano”.
Estadio sexto:
Posconvencional, comunidad universal. Transciende culturas y credos. Es el estadio de la Fe universal que asume en sí misma sin excluirlas pero transformándolas todas las formas espirituales de la evolución. La Fe es experiencia de la Totalidad.
Aun los teóricos-expertos de los estudios académicos sobre la línea de espiritualidad, que en buena medida son ellos mismos profundamente espirituales: místicos, añaden un nuevo estadio a los seis anteriores
Estadio séptimo:
Transpersonal o comunidad no-dual . Más allá de todo cuanto la razón conoce y puede decir.
Con estos descubrimientos hemos podido ver que la espiritualidad no está reservada a los niveles más altos de conciencia, sino que es factible a todos los niveles y que crece y se desarrolla a través de cualquier nivel de la misma, aunque sea en los más bajos de la evolución -tanto en el sentido ontogénico como en el filogénico-. Todo el mundo tiene, pues, algún tipo de espiritualidad, algún tipo de religión, sea el buscar comida, adorar a un Dios trancendente, amar a los demás, o vivir la no-dualidad, todo el mundo tiene una preocupación última.
Por tanto, podemos claramente afirmar que nadie carece de espiritualidad -aunque no todas las actitudes espirituales sean igualmente auténticas- hay una espiritualidad arcaica, una mágica, una mítica, una racional, una pluralista, una sistémica y una integral como mínimo. Todas verdaderas en su momento y lugar, según el nivel de desarrollo de la persona o de la comunidad, pero no igualmente válidas para todos los niveles. Por ello atacar desde una postura espiritual mágico-mítica (en la que está en gran medida el catolicismo oficial) al laicismo (que está en la línea reflexivo-racional) es una incongruencia total, y negarle (al laicismo) su espiritualidad es algo similar a que un niño de dos años negara a un adulto su humanidad por la sencilla razón de que el adulto no sea infantil. Por descontado que no podemos llamar religioso, aunque sea vagamente, a todo el catolicismo, ni pensar que todo el laicismo es espiritual, aunque sea vagamente.
El nivel es el grado de desarrollo o evolución, el grado de conciencia de la preocupación última. Y por lo tanto, si nos preguntamos: “¿En qué tipo o nivel de Dios creemos? Estaríamos preguntándonos por el nivel de línea espiritual en el que estamos (mágico, mítico, reflexivo, pluralista...). ¿A qué Dios adoramos? La respuesta nos dirá no si somos espirituales, sino en qué nivel está nuestra espiritualidad.
Con esto podemos ver que el sentido de espiritualidad en este aspecto de línea de desarrollo, es muy distinto del, ya quizás, más común como plenitud de conciencia.
Y si esto nos complica de por sí la visión de espiritualidad, hemos de añadir además que la conciencia en su desarrollo pasa por estados y por estadios, los estados son transitorios, duran un tiempo y pasan, los estadios son permanentes, quien haya alcanzado el estadio pluralista (meme verde superior) no puede volver al estadio mítico-literal (meme azul). Sin embargo, en cualquier estadio se puede tener una experiencia puntual -un estado- de otro nivel, una verdadera experiencia mística. Hay que advertir que muchos de estos casos son simples patologías del sujeto que afirma tener dichas experiencias. El problema que se plantea en estos casos es la interpretación de dicha experiencia (que en sí misma es de un nivel elevado de espiritualidad, por ejemplo de unión con el Universo), pero la interpretación la hace el sujeto desde el estadio de desarrollo en el que se encuentra. Si está en un estadio mítico-literal en occidente, interpreterá que se le ha aparecido Jesús, o la Virgen, que le ha enconmendado tal o cual cosa...y no habrá quien lo convenza de lo contrario. Será incapaz de separar la experiencia, totalmente válida y espiritual, de la interpretación de la misma que él hace y que es totalmente inadecuada al momento y al lugar -la tremenda influencia de la cultura personal-. ¿Quién haría caso de la misma? Quienes estén el el mismo nivel de desarrollo de la conciencia, en el mismo nivel de desarrollo de la línea espiritual. ¿Asumiríamos como válida para nosostros la interpretación que pueda dar sobre el Quijote una persona que no sepa leer?¿Qué hará un fundamentalista con una “experiencia cumbre”? Justificar su furor persecutorio contra los “infieles”, contra los que propugnan una doctrina y una moral distintas a las suyas.
En consecuencia de lo dicho nos podemos preguntar ¿Dónde está Dios? ¿Dónde el Misterio o Realidad Última? Pues el sentido último puede ser encontrado en muchas partes: en el buscar algo para comer, en el doporte, en el amor a los demás... ¿Da todo igual? ¿Es la materia la realidad primordial? ¿lo es la conciencia o el Espíritu?
Cuando los teóricos tratan de explicar la configuración de lo real, acuden a los cuadrantes. Cuadrantes son los distintos aspectos que pueden ser considerados en la Realidad, en concreto: el exterior individual -materia-, el interior individual -subjetividad, mente...-, el exterior colectivo -extructuras sociales- y el interior colectivo -cultura y todas sus formas-. La humanidad ha caido a lo largo de su historia muchas veces en un absolutismo de cuadrante, se ha puesto la realidad en uno solo de los aspectos de la Realidad. Para el marxismo la única realidad es la materia, para el idealismo, la mente o subjetividad, para los sistémicos la única realidad es la red de la vida, o el conductismo, para el postmodernismo, la cultura es la que crea, la que construye... Todos caen en el absolutismo de cuadrante, como sucedió en la antigüedad y medievo con las creencias. La Realidad está constituida por los cuatro cuadrantes a la vez sin exclusión ni jerarquía alguna. Hacer incapié en uno solo es una contradicción, es crear dualidad, es una grave error. La Realidad Última es la emergencia simultánea de los cuatro cuadrantes.
Y ¿Qué nos dicen los místicos sobre la Realidad Última? Pues los místicos son los que han llegado a los estadios más elevados de la conciencia y por lo tanto sus testimonios -cotejados- son los más válidos para un conocimiento verdadero. Para ellos el Fundamento Último del Ser no se presenta en términos mágicos, ni míticos, ni racionales...no es visto como algo que se evada de este mundo, sino como la Esidad de todo cuanto es, la Talidad, El Vacío claro del ser que abarca lo que es y lo que no-es. Una Realidad previa a cualquier conceptualización, que ha sido y es descrita de las más variadas formas y maneras: como Conciencia infinita, como el Yo de todo cuanto es, como Subjetividad absoluta, como Absoluto, como Testigo de los que sucede, como Sustrato en el que están impresa la realidad manifiesta, como Cristo, Trinidad, Libertad absoluta, Buda, Allah, como Plenitud... y toda descripción es válida a la vez que relativa, pues es una creación de la mente para indicarnos a los seres manifiestos Aquello que realmente Somos. Son señales para indicar el ¿camino? la Realidad.
Mas ¿qué prueba tenemos de que tal Realidad exista?
Una: desarrolle su conciencia hasta los niveles más elevados (cósmicos, transrracionales, ultravioletas)... y luego vea, palpe, toque, perciba, deguste; hecho esto, coteje sus experiencias con las de aquellos otros que llegaron hasta los mismos niveles. Encontrará el Misterio, la Libertad suma, el Resplandor del Testigo, la Presencia de Dios entre los pucheros.
Quiero acabar estas reflexiones con unas palabras de Wilber que dicen:
“Existen tantas “descripciones” de ese Espíritu como olas ultavioletas -el nivel más elevado- del despliegue de la conciencia. Pero todas ellas coinciden en que el Espíritu (llamémosle como le llamemos en cada cultura) es el Fundamento y Fin de toda existencia, una Realidad infinita que existe detrás, más allá, encima y como el universo manifiesto.”
José A. Carmona
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